Capítulo 13
La noche que Nabil había compartido con Theo en su departamento había sido romántica y ardiente, pero la mañana siguiente, mientras jugueteaban en el centro de videojuegos había sido simplemente mágico. Nabil estaba más embobado que nunca y Theo tenía una sonrisa permanente en el rostro. Sus empleados parecían curiosos al asunto pero desde luego nadie se atrevía a preguntar.
Theo había llegado al punto de incluso juguetear por los pasillos con los nuevos productos de la empresa causando alboroto. Apenas una semana después de que su romance con Nabil llegase a su punto más alto con aquella "noche especial" Theo se detuvo frente a la cafetería de la empresa donde todos parecían estupefactos observando el noticiero en la enorme pantalla del comedor. Desde luego la mayoría se encontraba interesados porque la noticia hablaba de una demanda de plagio contra uno de los mejores programadores de la industria. Viendo el rostro de su amante en pantalla, Theo frunció el ceño.
-¿Qué significa esto?- preguntó a su secretario que en ese momento caminaba a su lado. El hombre observó la pantalla y se ajustó las gafas.
-Nada de importancia, descuide jefe. Demandas como estas aparecen cada cierto tiempo, entre más esperado es el nuevo juego más y más denuncias falsas aparecen. No esperaba que esta vez se hiciera público-. Theo asintió, no dudaba ni por un segundo del trabajo de Nabil.
Frunció el ceño cuando algo en la pantalla llamó aún más su atención. Había reporteros pidiendo la opinión de Nabil frente a su casa. Theo arqueó una ceja, aquel edificio no era en el que Nabil vivía... ¿qué hacia ahí?
Nabil respondió un par de preguntas y después caminó a su auto y entró. Ahí estaba el viejo Bill, un extraño sentimiento se alojó en una esquina del corazón de Theo. Una que había intentado erradicar desde el día de San Valentín, cuando había notado la extraña ropa que usaba Nabil. Era un tipo de ropa que él jamás había visto.
-Nico ¿puedes enviarme el archivo completo de Nabil?- preguntó sin quitar la vista de la pantalla. El no desconfiaba de Nabil, Nabil era un sueño, el amor que creyó no existía... pero sentía que había algo que no estaba viendo y no podía quedarse quieto.
-Theo, si no te hablé de esto es porque estamos seguros de que es una acusación falsa. Ya lo he revisado, no tiene ningún fundamento valido, tranquilo, limpiaremos su nombre- Intentó persuadirlo.
Theo asintió.
-Lo sé, solo... envía ese archivo ¿ok?- le pidió apartando la mirada de la pantalla y encaminándose a su oficina. Había revisado una vez ese archivo de manera superficial, prestando más atención a los datos profesionales que a los personales, pero eso había sido cuando su interés estaba en el programador. Ahora era diferente, Nabil era su amante, así que había intentando mantener la tentación de ver su expediente personal. Además no creía necesario averiguar nada de ahí, Nabil estaba loco por él, frente a él no había secretos, si quería saber algo solo debía preguntarlo pero... recientemente no estaba tan seguro de ello.
Apenas se había sentado frente a su escritorio cuando su celular vibró ante la notificación del correo electrónico recibido. Suspiró y desde el comando táctil de su escritorio abrió el archivo mostrando todo el contenido en la pantalla que hacía de pared de cristal. Dudando de lo que hacía, intentó ver primero los asuntos legales, efectivamente había muchos antecedentes de denuncias de plagio, todas falsas. Después de más de una hora leyendo y releyendo página tras página de contratos y detalles que no le importaban, se atrevió a revisar su archivo personal.
Nombre... edad... número telefónico...
Bien, todo estaba bien, solo había sido una tontería suya, bueno, él no tenía su número fijo, pero carecía de importancia, tenía el móvil así que eso era mejor... no tenía importancia. Entonces leyó la dirección escrita como referencia y en su identificación...
No era la que él conocía.
Theo se quedó frente a la imagen varios minutos, pensando en las posibilidades. Probablemente Nabil había cambiado de dirección recientemente y por eso no había cambiado sus datos... además Bill recogía toda su correspondencia referente a la empresa él mismo. Ellos no enviaban nada así que... no había razón para cambiarla... Con esos pensamientos tranquilizó su corazón.
Decidió que esa misma noche visitaría a Nabil y todo quedaría olvidado.
Esa noche Theo apareció sorpresivamente en la puerta de Nabil. Había ido tantas veces que la seguridad ni siquiera se inmutó al verlo. Estacionó su auto y tomó el elevador. Sonriendo y con el corazón acelerado y nervioso esperó a que las puertas se abrieran en el piso indicado y tocó el timbre del intercomunicador. Nadie respondió. Llevaba unos cinco minutos tocando sin respuesta cuando el elevador se abrió y un hombre joven con una bolsa de supermercado salió. Theo le vio de reojo y suspiró dejando de tocar, quizá debería llamarlo. Si no estaba durmiendo o en el baño quizá estaba fuera.
-No debe estar y si está no quieres que abra- le habló el joven que justo abría la puerta de su propio departamento. Justo frente a la de Nabil.
-¿Perdón?- preguntó extrañado, ¿por qué demonios no iba a querer que le abriera?
-El dueño de ese departamento no vive aquí, usa el lugar como motel de paso- suspiró- de verdad, abarata este lugar- se quejó- supongo que te trajo aquí antes- el hombre parecía tener problemas para recordar la contraseña de su departamento- maldición, siempre la olvido- suspiró y comenzó a buscar en sus bolsillos la tarjeta de acceso- como sea, deberías renunciar, escuche que recientemente tiene uno "fijo", dicen que es un espécimen de calidad Premium- se rió por lo bajo y justo encontró su tarjeta- tu sabes, perfecto cuerpo, hermoso ros...- dejó la frase a medias al levantar la mirada y encontrarse de lleno con los preciosos ojos azules del hombre. Le vio de arriba a abajo y pasó duro- supongo que eres tú ¿no...?- pasó su tarjeta de acceso rápido y abrió su puerta entrando como si hubiese visto a la misma muerte. Con el rostro completamente rojo- Disculpa, hablé de más, buenas noches- y cerró la puerta de golpe.
El silencio se extendió casi treinta segundos en el pasillo. Theo estaba en blanco, sin saber qué hacer con lo que acababan de decirle. Con mano temblorosa digitó el código que tantas veces había visto a Nabil poner en el teclado y el sonido de la puerta abriéndose le indicó que no recordaba mal.
En silencio, el joven amante entró en el departamento, por primera vez lo vio con verdadera atención. Todo parecía limpio... ni una foto, premio, ni siquiera un cuadro que reflejase la personalidad de Nabil. Aún con algo de esperanza revisó la habitación, no había nadie, tampoco en el baño, también faltaban los artículos personales. Aquello parecía efectivamente la lujosa habitación de un hotel y aun así probablemente un hotel tendría más personalidad, un toque del dueño del mismo, pero eso no sucedía en ese departamento.
Theo se quedó quieto en medio de la habitación, no había nada de Nabil ahí... ni siquiera el aroma de su shampoo quedaba, evidentemente tampoco nada suyo, todo había sido limpiado con cuidado. ¿Eso era lo que ellos significaban? ¿Nada? Casi sin ánimo abrió el armario, había poca ropa y toda era del estilo que normalmente veía en su pecoso pelirrojo, quiso sonreír, pero no pudo.
¿También su apariencia frente a él era falsa?
Tristemente, el muchacho rubio caminó por el departamento que era tan conocido y ahora le parecía tan extraño. Solo había botellas de agua en el refrigerador, alcohol en el bar y prácticamente nada en la alacena. Se sentó en uno de los perfectamente limpios y blancos sillones de la sala y se quedo ahí por más de una hora, quizá esperando que Nabil entrara y le dijera que todo era una confusión, que no había tenido tiempo de mudarse completamente, que comía siempre fuera, que ni siquiera había un ordenador ahí porque siempre cargaba su laptop con el...que usaba una ropa diferente el día de san Valentín por que Bill se la regaló...
La noche dio paso al día. La luz de la mañana entró por la ventana y Theo tuvo que aceptar que Nabil no aparecería. Lo había estado engañando... él, el prodigio, el as en la industria, el hombre experimentado... había bailado en la mano de aquel chiquillo al ritmo que le marcaban.
Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro mientras un par de lágrimas escapaban de sus ojos.
Vaya... se llevó una mano al pecho, así que así se sentía tener el corazón roto.
-Asfixiante...
Noooo!!! pobre Theo, ojala arreglen los malos entendidos, muchas gracias por el capi, besosss
ResponderEliminargracias.... theo me dio tanta penita, besos y cuidense
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