miércoles, 25 de julio de 2018

Cinderella 15


Capítulo 15

En la parte oeste del bosque el capitán de la guardia daba su informe al príncipe, junto a él estaba el rey, quien parecía bastante tranquilo en comparación a su hijo, el cual parecía que mandaría a la horca al primero que le diese malas noticias. Maximilian estaba inquieto, casi muere al ver las sábanas rotas colgando de su ventana, no encontrar el cadáver del rubio bajo la torre había sido un alivio que no creyó sentir jamás por algo, pero su cachorro había escapado y lo quería de regreso.

El capitán informó al príncipe de los resultados hasta ahora, habían peinado la mitad del bosque sin encontrarlo, si estaba en algún lugar seguramente sería cercano al límite este, pero era difícil creer que un hombre a pie, en la oscuridad y sin conocer el lugar hubiese avanzado tanto, el capitán creía que seguramente estaba escondido en la vieja cabaña del bosque, el hombre comentó el extraño comportamiento del sujeto que vivía ahí y su sospecha de que escondía algo.

— ¿Una cabaña?-Maximilian torció el gesto- Está prohibida la entrada a este…— pero antes de que terminara de hablar el rey había emprendido el galope, Alastor solo podía imaginar lo que sucedería si el fugitivo cachorro de su hijo llegaba a encontrarse con Miller, el muchacho lo separaría para siempre de él, si estaban juntos Miller solo pensaría en protegerlo, seguramente vería la huída de su hijo como una traición de su parte ¡él era el que le había asegurado que todo estaba bien! ¡estúpido hijo suyo! ¡parecía que no había podido mantener encerrada y dominada a su pareja! al llegar a la cabaña golpeó la puerta y ésta se abrió sin oponer resistencia, con la esperanza de que fuese un error, entró registrándolo todo y vagamente pudo escuchar el resto de los caballos acercarse y llegar, no necesito registrar mucho, sobre la cama estaban las ropas de noche de bodas sucias y maltratadas del fugitivo príncipe— Estuvo aquí…— y sintió que el mundo se le venía abajo, el muchacho se había llevado a su amante…

— ¿Quién diablos vive aquí? – escuchó la voz de su hijo entrando a la cabaña, debió ver lo que él mismo veía porque caminó directamente a la ropa sobre la cama estrujándola en sus manos— Quien sea que estuviese aquí se llevó a mi pareja— se giró al capitán temblando de ira— quiero que lo encuentren y los quiero a los dos de vuelta, quiero a mi pareja a salvo y el otro no me importa si lo traen vivo a muerto— soltó entre dientes y el rey a su lado ni siquiera le volteó a ver.

—Será mejor que pienses bien lo que ordenas hijo, a menos que pretendas que tu adorado cachorro te odie el resto de tus días— la aseveración pareció alterar al príncipe.

— ¡¿Qué estás tratando de insinuar?! – ¿Qué era lo que su padre sabía y él no? ¿Su cachorro tendría un amante? No…no podía ser…

—Tal vez a estas alturas ya lo descubrió… el hombre que vivía aquí, es el padre de tu cachorro— y Maximilian supo que las cosas no podían ir peor, el podía amenazar a un sujeto cualquiera, incluso a un amante… pero un padre… un padre no se lo iba a entregar tan fácil, aunque… ¿no llevaba aquel hombre desaparecido años? además la madre no había sido un ejemplar de madre. Maximilliam intentó tranquilizarse rápidamente. Padre o no, él tendría a su cachorro de vuelta costara lo que costara.

A unos dos kilómetros de ahí, Desya se escondía tras unas enormes rocas llenas de limo de bosque, el hombre que le ayudaba se había trepado a uno de los árboles y pedido que esperara, no sabía que planeaba pero supuso que solo se estaban escondiendo pues habían escuchado el sonido de un caballo cerca. Se agachó al ver que una sombra se acercaba, era un jinete y se agachó escondiéndose por completo y lo siguiente que escucho fue un quejido, el relinche del caballo y después el sonido sordo similar al de un costal de papas lanzado al suelo, asustado se asomó y lo que vio fue al sujeto que le ayudaba sobre el caballo y un bulto que al parecer era el soldado que antes lo montaba en el suelo.

—Venga, avanzaremos más rápido así— aseguró el nuevo jinete.

Desya escuchó que el hombre lo llamaba y bajó de la roca con una sonrisa en los labios.

—Es usted una persona de armas tomar ¿no es cierto?— habló caminando hacia él tomando la mano que le tendía para que subiera detrás— discúlpeme, está tomando más y más responsabilidades por mí— jamás esperaría que un extraño pudiese estarlo ayudando tanto.

—No te disculpes muchacho, yo simplemente no quiero que termines como yo y si de mí cabe no serás un prisionero nunca— las palabras no sonaron extrañas pero si le pareció extraña la situación ¿qué clase de prisionero era aquel hombre? Era claro que lo que le apresaba no eran cadenas físicas, nuevamente se preguntó con qué tenían atado a un hombre como él. El caballo comenzó el galope y Desya se agarró de la cintura ajena permitiendo que lo llevara, colocó su rostro contra la espalda ajena y sonrió dando gracias al cielo por haberlo encontrado, había algo familiar en el hombre que le gustaba y le hacía sentirse cálido a su alrededor.

—¿Por qué no escapa conmigo señor?— le preguntó después de un rato— Está tomando tantos riesgos ¿por qué no escapa conmigo? ¿Qué le detiene?— cuestionó y Miller no contestó inmediatamente ¿qué lo detenía? Posiblemente que sin Alastor a su lado, sin la posibilidad de volver a verle, de volver a escucharle, de volver a tocarle, moriría de dolor y tristeza, pero ¿no valía la pena? Si podía vivir tres semanas con su hijo ¿no valía la pena acaso?

—Ahora mismo… ya nada muchacho. Iremos al reino del este, te acompañaré hasta allá— aseguró y Desya sonrió en su espalda.

Mientas tanto, cabalgando por el bosque se encontraban Rey y príncipe, padre e hijo en dirección al camino que daba al reino del este.

— ¿Estás seguro que debemos ir por aquí?— preguntó el más joven.

—Es la ruta que Miller tomaría sin duda, aunque no sé si se arriesgaría a tomar el camino principal o arriesgarse más tomando rutas alternas, como sea podemos seguramente verlo en el puente que está a unas horas saliendo del bosque, ellos tendrán que pasar por ahí pero tenemos que llegar antes. Los soldados pueden intentar encontrarlos por el pueblo o el bosque pero no creo que encuentren nada— aseguró y Maximilian maldijo por lo bajo.

— ¿Por qué estaba el padre de mi mascota ahí? – Apretó las riendas en las manos —Era tu amante ¿cierto? Sabía que tenías uno desde hace años pero me preguntaba dónde le tenías, tu maldito amante se llevó a mi cachorro— renegó. El rey le vio solo por un segundo antes de volver la mirada al frente con la rabia escrita por todo el rostro.

—Le he tenido controlado por años, es tu cachorro el que se ha llevado a mi amante, si no fuese mi único seguro me importaría un comino tu tonto capricho por él— y ambos se quedaron en silencio. A Maximilian no le venía bien pelear ahora con su padre, no cuando era el que mejor sabía cómo se movía su amante.

Pasaron las horas y llegaron al puente que buscaban, no había huellas recientes de algún caballo ni pies humanos así que probablemente aun no llegaban hasta ahí.

—Ellos debieron tomarse su tiempo evadiendo a los soldados que andaban por el bosque, no es posible que llegaran antes que nosotros— murmuró el rey.

Maximilian vio a su padre desmontar y encaminó su caballo a unos altos arbustos cerca del puente, era mejor si no los veían, desgraciadamente no podían borrar las huellas que habían dejado pues tendrían que ir prácticamente todo el camino de vuelta, pero sí podían engañarlos. Encaminó su caballo al puente y los subió sobre la madera pero lo hizo regresar escondiéndolo en los arbustos y borrando solo las huellas que habían quedado del regreso del puente, su padre hizo algo similar y cada uno se escondió a un lado, no pasó en realidad demasiado cuando el caballo que habían estado esperando se acercó, en medio de la neblina de la madrugada se veían dos figuras sobre el animal, estaban cubiertos con capuchas por lo que aunque no estuviese la niebla no podrían verlos pero Maximilian sabía que eran a quienes buscaban.

Sobre el caballo, Desya sintió el peligro al acercarse al puente, viendo al suelo vio pisadas de caballos dirigiéndose al puente, podrían ser solo mercaderes o viajeros cualquiera ¿verdad? Pero ni él lo creía, miró atrás viendo las huellas de su caballo y las ajenas, eran idénticas, eran herraduras de la guardia real del rey.  Eran dos caballos… vio al frente y pasó duro, estaban por llegar al puente, si uno los distraía quizás el otro podría escapar… como estaban sentados no solo lo más practico era que él se quedara sino que también era lo más justo.

Estaba ya muy cerca del puente y la niebla era espesa, sabía que estaba tomando la decisión adecuada cuando saltó del caballo y golpeó su costado.

—No se detenga— gritó y el caballo salió a todo galope, él se quitó la capucha para que quien sea que estuviese por ahí pudiese verlo, se quedó parado y vio a Maximilian salir de un alto arbusto.

—Así que al final entendiste que tenías que entregarte ¿cierto?— el rostro de Maximilian decía que no estaba para nada feliz y Desya sintió la respiración agitarse ante las posibilidades de lo que le esperaba, miró a todos lados y vio a un lado del puente la pendiente que llevaba al río, apretó las manos moviendo los dedos, tomando la decisión y sin contestar salió corriendo dispuesto a lanzarse, pero a Maximilian el camino le quedaba más corto y logró interceptarlo sujetándolo de la capa, el rubio se removió y siguió avanzando zafándose de la tela como podía y casi alcanzando la pendiente, pero Maximilian le sujetó por el brazo jalándolo y lanzándolo dos metros atrás, quedando ambos tras el arbusto donde había estado escondido antes LeRose— ¡¡Basta de escapar, te he atrapado, ríndete y vuelve a tu sitio!!— le gritó y Desya se levantó del suelo frunciendo el ceño, humillado, desesperado, frustrado y demasiado afectado para ser razonable.

—¡Tu no serás mi dueño!¡no voy a ser tu juguete nunca!— Desya le señaló y Maximilian apretó la fusta del caballo que aún tenía en las manos, Desya supo que pisaba terreno peligroso y levantó el rostro, dispuesto a enfrentarse a la ira del castaño, le vio dar un paso adelante levantando el pequeño látigo y apretó los puños casi cerrando los ojos esperando el golpe, pero no fue lo que sucedió. Maximilian lanzó la fusta contra el suelo en un gesto de exasperación.

— ¿Ese es tu maldito problema? – estaba exaltado pero lo que impresionó a Desya no fue eso, lo que le dejó descolocado fue el repentino sonrojo que cubrió sus mejillas— ¿De verdad crees que si soy tan engreído como dices me casaría por…— tragó, Desya sabía solo con verlo que le estaba costando hablar— …molestarte? Usa ese cerebro que tienes en la cabeza por una vez, maldito cachorro malcriado, date cuenta de una vez de lo que hay entre nosotros…
Desya mostró un gesto de confusión y desconcierto y Maximilian bufó exaspoerado. Aun así tomo un profundo suspiro antes de declarar con vehemencia.
— Estoy seria… y profundamente… enamorado de ti – confesó y si a Desya le hubiesen presentado en ese momento a un unicornio wachiturro cantante de calle y ayudante de Robin Hood no le habría sorprendido más.

—Tu…tu ¿qué?— estaba incrédulo, se levantó con cuidado del suelo y dio un paso lejos del hombre que se le acababa de confesar sin poder creer que aquello estuviese pasando.

—Creí que los perros tenían buen oído— renegó y Desya se hubiese ofendido de no ser por el sonrojo que se intensificó haciéndolo sonreír.

—Entonces… tú me amas— aseguró y el castaño frunció el ceño mirándolo.

—Si lo entendiste entonces no lo repitas— y a Desya se le escapó una risita de los labios, estaba feliz…oh por dios, maldita sea, él también estaba estúpidamente enamorado del hombre…
-Si es cierto tienes que volver a decirlo- alegó cantarinamente y el príncipe le vio con cara de pocos amigos.
-No tienes a tu suerte Miller- le amenazó y Desya se encogió de hombros.
-Ya llegue hasta este punto ¿a qué tengo que tenerle miedo?- amenazó y Maximilliam lo apresó en sus brazos con fuerza.
-Voy a darte una lección cuando volvamos a casa y a enseñarte modales ladronzuelo- amenazó nuevamente y Desya ni siquiera intentó liberarse.
-Si no me complaces escaparé de nuevo, una y otra vez, no tendrás paz a menos que me encadenes.
-No me tientes…- gruñó. Desya se encogió de hombros indiferente.
-…- el castaño guardó silencio y Desya lo ignoró tranquilamente- te amo..- cedió el príncipe en un murmullo.
-¿Qué?- fingió no oír.
-Te amo ladronzuelo insolente- Desya sonrió ampliamente.
-¿Seguro?- lo picó y el príncipe gruñó y le tomo del pelo besándolo con fuerza, mordiendo sus labios, metiendo su lengua y barriendo por completo su interior.
-Muy seguro- murmuró contra su boca y Desya asintió acalorado y perdiendo por completo su actitud pícara.
—Entonces…¿ahora qué?—pregunto tímidamente  y el castaño se agachó a tomar su fusta.

—Volvemos a Palacio antes de que nuestra ausencia parezca sospechosa— habló intentando recuperar la compostura y Desya rio acercándose a él y jalándolo por la parte superior de su ropa.

—Nadie dirá nada cuando nos vean, no te preocupes— aseguró y Maximilian levantó una ceja viéndolo.

—Y ¿por qué no?— preguntó y Desya se levantó a sí mismo en punta para mordisquear el labio inferior de su príncipe engreído.

—Porque es normal entre recién casados ¿verdad?— y Maximilian le rodeó por la cintura pegándolo a su cuerpo bruscamente, no contestó pero sus labios devoraron los ajenos. Desya estaba nuevamente en sus brazos, donde pertenecía y el no podía estar más satisfecho.






domingo, 22 de julio de 2018

+Money - Capítulo 17

Capítulo 17

Dos horas después cuando bajaron de la mano, Theo tenía una enorme sonrisa en los labios mientras Nabil miraba resignado la arrugada ropa que tanto le había constado escoger para dar la mejor primera impresión posible.

-No te quiebres la cabeza pensando en la ropa- Theo le consoló rodeando los pequeños hombros con su abrazo- La primera impresión no es algo que puedas controlar- después de todo seguramente sus papás hacia mucho sabían de Nabil, o al menos su padre debía saberlo.

Nabil suspiró resignado y acurrucó la cabeza contra Theo encontrando consuelo en su cariño.

Un singular porsche azul los esperaba después de aterrizar. El chofer saludó cortésmente a Theo y después les abrió la puerta y les llevó a la mansión. A Nabil le impresionó lo indiferente que aquel sujeto permanecía ante las obvias muestras de afecto que Theo tenía a lo largo del corto viaje de apenas poco más de media hora. Poco sabía Nabil que aquel pobre hombre estaba más que acostumbrado a que el padre de Theo hiciera lo que le diera la gana en la parte de atrás del auto con su pareja desde hacía poco más de veinte años.

La "casa de campo", como Nabil esperaba, estaba lejos de poder ser descrita simplemente como una "casa", a pesar de que Nabil a estas alturas esperaba una impresionante construcción, aun así la belleza de los jardines, la extensión de la tierra y la exquisitez de la preciosa mansión blanca lo dejó impresionado.

Nabil se quedó embobado viendo la preciosa construcción, Theo estaba dando instrucciones al mayordomo que los esperaba sobre dónde llevar las maletas cuando una rica voz le llamó desde la entrada de la mansión.

-¡¡Theo!!- la alegre voz dibujó una sonrisa en los ojos de Theo y giró el rostro al hombre de mediana edad que venía saliendo del edificio. Nabil se quedó quieto observando al apuesto caballero. Era un hombre alto, rubio, de ojos verdes. Debía estar en sus cuarenta aunque era difícil adivinar su edad con un rostro tan atractivo y aquellos ojos tan brillantes y llenos de vida.

-¡Papá!- Theo exclamó alegre y Nabil se atragantó con su propia saliva ¿Papá? ¿Eso quería decir que aquel hombre debía estar rondando los cincuenta años? ¿Era posible verse tan bien? Siempre creyó que esa clase de privilegio solo estaba reservado para las estrellas del cine. Sin embargo... que hombre tan suave y apuesto...

Theo abrazó efusivamente a su papá e incluso lo levantó en el aire mostrando su emoción de verlo.

-¡Deja de hacer eso!- el papá de Theo le regañó y éste lo bajó entre risas.

-¡Aguántate! – reclamó- ¡Hace más de un mes que no te veo!- Theo se quejó- Tu y padre se pudren en dinero, ya dejen de trabajar- renegó. El hombre mayor rodó los ojos.

-Denegado- dijo simplemente y luego volvió la mirada a Nabil.

-Él es...- indagó aunque su rostro decía que ya sabía quién era. Theo asintió indicándole que era quien creía y se adelantó a presentarlos.

-Nabil, el es Basil Denakis, es mi papá. Papá, él es Nabil, es mi amante- lo presentó orgulloso y Basil saludó a su yerno con una enorme sonrisa, parecía que sus dos hijos tenían una debilidad especial por los pelirrojos. Aquel pensamiento no sólo pasó por la cabeza de Basil.

-¿Un amante pelirrojo? Theo, deberías dejar de imitar a tu hermano al menos en esto- un hombre moreno, de aspecto fuerte, cabello oscuro e increíbles ojos grises salió de la casa. Nabil no había soltado palabra desde que aquellas personas comenzaron a aparecer. Simplemente la apariencia de aquel hombre no fue inferior al anterior en absoluto, parecía llevar un aire frío e inalcanzable con él. Nabil estaba simplemente demasiado abrumado. ¿Cómo podía haber gente tan guapa y encima verse tan joven a tal edad?

-Padre, tu sentido del humor es horrible, no digas esas cosas frente a Nabil ¿qué haré si cree que hablas enserio?- reclamó Theo y su padre rodó los ojos.

-¿Qué clase de hombre eres si no puedes hacerte cargo de algo tan sencillo?- preguntó. Theo suspiró y se resignó.

-Nabil, éste es Jason Lakis, mi padre. No escuches mucho de lo que dice, tiene el sentido del humor de una roca y no es divertido para conversar- se quejó. Basil se rió al verlos.

Nabil podría haberse puesto a pensar sobre la relación de padre e hijo, pero no había terminado de digerir el nombre que acababa de escuchar por lo que no pudo ponerse a pensar en nada más.

¡Jason Lakis!

¡El multimillonario! ¡¡El genio entre genios!!

-Señor...- a Nabil se le enredó la lengua- Yo...ah...- tartamudeó, Jason levantó una ceja y Nabil se las arregló para terminar de hablar-. Señor ¡lo admiro tanto!- la emocionada expresión dejó sin habla a los tres presentes. El primero en recuperar su ingenio naturalmente fue Jason.

-Una buena elección – aseguró y sonrió arrogantemente, como solo Jason Lakis podía hacerlo, pero todos podían sentir que este yerno tan particular tenía ya su aprobación.

-Papá, haz algo, padre no puede robarme a mi pareja- Theo se quejó con Basil como un niño pequeño haría.

Basil soltó una risita y le acarició la mejilla.

-Tranquilo bebé, no te van a quitar nada- aunque mientras hablaban Nabil ya seguía a Jason casa adentro hablando de todo lo que admiraba del hombre.

Jason escuchó las alabanzas de Nabil encantado, más que por que le gustara ser alabado porque notaba que la emoción en el pequeño pelirrojo era genuina y más aún, se notaba que sabía de lo que hablaba. Theo se había conseguido un muchachito capaz como pareja. Él sabía de los logros laborales del chiquillo pero escuchándolo hablar podía notar claramente la mente ágil que tenía en materia de programación y tecnología.

Habían entrado al vestíbulo cuando Basil se detuvo y automáticamente Nabil también lo hizo viendo al frente. Una voz gruesa y suave llamó su atención. Él había visto a ambos padres de Theo y no le cabía duda de donde había venido el increíble atractivo de su pareja, pero sencillamente todo el asombro anterior quedó relegado ante la imagen frente a él.

El hombre alto de cabello rubio largo atado en una coleta estaba parado de perfil mientras hablaba por teléfono. Tenía los ojos grises como los de Jason, la nariz recta, la piel perfecta, un rostro tallado por los dioses, hermoso y masculino. Aquel hombre era el primero que Nabil podía decir era un poco más guapo que Theo, algo que hasta ayer no había podido concebir.

-Andreass, cuelga y ven a conocer a tu cuñado- Jason ordenó. Aquel símbolo de perfección se giró a verlo y Nabil ahogó un suspiro. ¡Tan guapo!

Andreas movió su mirada de su padre a Nabil y ladeó el rostro. Se despidió rápidamente en el teléfono y obedientemente colgó. Con una ligera sonrisa se acercó con pasos ligeros a Nabil y le tendió la mano. Al instante su sonrisa se volvió aún más devastadora cuando se presentó.

-Andreas Lakis-Denakis, un placer, ¿cómo es que una cosa tan bonita terminó en las garras de mi hermanito?- preguntó.

-Tuve suerte... ahora deja de tocarlo o llamaré a Gael- contestó Theo que venía entrando.

Andreas miró a su hermano tras Nabil y si la sonrisa que le había dedicado le había parecido a Nabil devastadora, cuando Andreas vio a Theo y sonrió más cálido notó que apenas y había tocado la superficie del encanto de aquel hombre.

Andreas se adelantó a Theo y de un solo movimiento lo abrazó fuerte y lo levantó del suelo cortándole la respiración.

-Pequeño bribón ¿hace cuánto que no te veo? ¿Cómo estás? ¿Qué tal la empresa?- preguntó alegremente, Theo tuvo que golpear su hombro para que lo bajara y lo dejara respirar. Aun así no se veía en absoluto molesto.

Poco después apareció la pareja de Andreas, un precioso pelirrojo lleno de encantadoras pecas y ojos azules llamado Gael Botsari.

En el transcurso del día Nabil fue familiarizándose con aquellas personas. Se la pasaba la mayor parte del tiempo observado. Aunque se acostumbró rápidamente a la belleza de la mayoría gracias a su prolongada exposición a Theo, el atractivo de Andreas era tal que aun costaba observarlo sin quedarse encantado observándolo como memorizando cada parte de él. Simplemente era demasiado guapo, tanto que costaba sentir que era una persona, se sentía más como una especie de ídolo inalcanzable.

Nabil aprendió en poco tiempo que Theo era más afín a Basil, mientras que Andreas era más cercano a Jason, sus personalidades parecían ser mas similares entre sí, lo que les dejaba más temas de conversación en común. Pese a ello tampoco necesitó mucho ingenio para notar que aunque ambos padres se desvivían por sus hijos el favorito de Basil era Andreas mientras que Jason mostraba predilección por Theo. Probablemente por la similitud que aquellos hijos mostraban con sus respectivas parejas.

Gael extendió una mano amiga a Nabil ayudándolo a incluirse y acostumbrarse a la familia. Después de todo él era parte de aquella familia desde hacía mucho años y ya estaba acostumbrado.

Nabil también aprendió que Jason era partidario de los nietos y que Gael había sufrido sus insinuaciones los últimos años sin mucha ayuda de Andreas quien no parecía reacio a la idea y mucho menos a las sugerencias de boda.

-Nabil ¿qué dices tú? ¿Te interesa casarte y tener hijos?- Gael lanzó el problema al campo de Nabil y éste se quedo pasmado ¡su aliado acababa de apuñalarlo por la espalda!

Theo observó interesado a su pareja.

-Si Nabil ¿qué te parece la idea?- al instante toda la familia centró su atención en él y Nabil se sonrojó encogiéndose en su silla.

-Yo...no sé...- respondió sinceramente. El no había pensado en eso pero... de alguna forma no le desagradaba la idea- creo...- miro a Theo y se sintió sumamente avergonzado ante su inquisidora mirada- Bueno...me gustaría...pero es una cuestión de pareja... esas cosas no se pueden forzar- afirmó con poca fuerza hablando cada vez más bajito. Theo sonrió ampliamente ante la respuesta. El cariño con el que Theo lo vio dejó a Nabil prendado de su mirada. En ese momento ni siquiera el impresionante atractivo de Andreas podría distraerlo.

El fin de semana pasó tranquilamente y Nabil descubrió que la familia de Theo no era tan intimidante como había creído, de hecho el conocer a su ídolo era un factor bastante importante en todo aquello. Después de todo Jason Lakis era el principal perro guardián de la familia, si no le agradabas al hombre bien podías despedirte de estar cerca de cualquiera de los miembros de su familia. En este sentido Nabil llevaba un camino bastante suave.

-¿Por qué parece que le agrada más que yo?- Gael se quejó mientras veía a Jason hablar de su último trabajo con Andreas y Nabil.

Theo que les veía desde una mesa de jardín con Gael mientras se bebía una naranjada se rió.

-Calla, yo trabajo de casi lo mismo que ellos y aún así estoy excluido. Además no puedes quejarte, aun eres el pelirrojo favorito de papá- se burló refiriéndose a Basil y Gael sonrió ampliamente.

-Tu papá tiene el mejor gusto- A Gael realmente no le importaba demasiado la atención robada. De hecho estaba bastante satisfecho de que Nabil tuviese distraído al ogro de la casa.

El domingo en la tarde todos se despidieron y Theo llevó a su pequeño amante directo a su casa. Se querían, estaban juntos y nada podría arruinarlo, ya no más. 







hola, este es el último capítulo de esta historia. Hay un epílogo, que estará incluído en la versión impresa en la que estamos trabajando ahora (y que tendrá muchas más imágenes que esta versión online). Esperamos les haya gustado y pronto pondremos información acerca de lo que acabo de mencionar. 

Que tengan un bonito día. Perdonen por la espera, las cosas no estuvieron de nuestro lado.




viernes, 20 de julio de 2018

+Money -Capítulo 16

Capítulo 16

Theo tenía a Nabil en sus piernas y había dejado el trabajo de lado por completo para dedicarse a besar y acariciar a su pareja, en su estado actual probablemente podría competir contra cualquier adolescente sobrehormonado con su primera novia.

-Quiero que me acompañes a un lugar- le susurró entre un beso y otro y Nabil asintió e hizo un leve sonido de aceptación sin siquiera abrir los ojos.

-Está bien- murmuró entre el beso que le prosiguió y el siguiente a ese. Theo se rió por lo bajo.

Aunque sería divertido llevarlo a casa de sus padres sin decirle a donde iban probablemente Nabil moriría de nervios e inquietud pensando en las cosas que podría haber preparado para ese día.

-Mis padres celebrarán su aniversario, me gustaría que conocieras a mi familia y ésta es una excelente oportunidad. ¿Qué dices? ¿me acompañarías?- preguntó mientras metía una mano en la camisa de Nabil acariciando su espalda baja.




-¿Qué?- Nabil dio un respingo saliendo del trance en el que Theo lo tenía- ¿tu-tu-tu tus papás?- preguntó tartamudeando.


-Bueno, me parece justo... yo conozco a Bill y Adele que son como tus padres ¿no es así?- Nabil asintió lentamente, la relación con su familia biológica se había cortado cuando apenas era un adolescente, Bill y Adele siempre habían estado ahí desde que era un bebé así que sencillamente para él eran como sus verdaderos padres-. Entonces creo que es justo que tu conozcas a los míos- aseguró, Nabil no podía imaginar qué clase de padres podrían haber dado a luz a semejante perfecto hombre.

Nabil se quedó pensativo e hizo una mueca mientras pensaba. Después de lo sucedido Theo no tenía que ser un genio para adivinar lo que Nabil estaba pensando.

-No tiene caso que lo ocultemos de cualquier forma; conociendo a mi padre probablemente él sabe de nuestra relación desde hace mucho- su padre era un genio de aquellos que nacían cada quinientos años, su manejo de la red y la información no era pequeña en absoluto. Especialmente después de que su hermano mayor decidiera estudiar en el extranjero y pasara muchos años lejos de casa antes de volver. De aquella época a ahora su padre tenía un control de información sobre la vida de sus hijos que haría avergonzar a la CIA.

-No crees...que... ¿que les desagrade?- si el papá de Theo sabía ya de él, seguramente sabría qué clase de relaciones tenía antes de Theo. ¿Qué padre quería a alguien así cerca de su perfecto hijo?

-Dudo que le importe, papá es del pensamiento 'si quieres algo, tómalo'; por lo que naturalmente estará orgulloso de que dado que quise tener a este precioso pecoso para mí lo tenga como es debido- afirmó orgulloso y pese a ello Nabil no se ofendió en lo más mínimo, por el contrario se sonrojó, poco acostumbrado a ser querido de aquella forma.

-Te amo Theo- susurró y Theo le acarició la mejilla.

-Es lo único que papá quiere para su hijo- al asegurarlo Theo recordó que aún tenía que confesar un par de secretos a Nabil si no quería sorprenderlo y dejarlo hacer el tonto después- hay cosas que tienes que saber de mi antes de conocerlos- le aseguró y Nabil ladeó la cabeza con curiosidad.

-¿Qué cosas?- cualquier cosa referente a Theo le interesaba.

-Bueno sabes de los niños de probeta ¿no?- preguntó y Nabil asintió- bueno, yo nací así- confesó y aunque Nabil parpadeó varias veces no se mostró demasiado afectado.

-¿Tus papás no podían concebir?- preguntó. El sabía que Theo tenía un hermano mayor al que admiraba muchísimo así que las posibilidades eran que o bien el mayor era adoptado, o quizá también era de probeta o quizá las dificultades habían aparecido después del nacimiento de éste ¿O tal vez eran solo medios hermanos?

-Bueno, en realidad ese es el caso- sonrió nerviosamente- mis papás son ambos hombres...- confesó- Padre en específico es bastante ammm... determinado. Él decidió que un hijo de ambos era bueno y ya que la ciencia lo apoyaba... bueno... nací- se rió un poco y Nabil sonrió con él. Aunque la tecnología de los niños in vitro no era exactamente nueva, aun así, teniendo en cuenta la edad de Theo uno podía decir que para la época en que había sido concebido, los papás de Theo no eran gente común. Los recursos no eran pocos.




-Así que tu padres son gay- Theo se encogió de hombros.

-No sabría decirte, son más como indiferentes al resto de los hombres, creo que de hecho a ambos les gustan las mujeres más que los hombres- frunció el ceño. Sus papás eran raros-. Ya podrás conocerlos, la reunión es este fin de semana- Sonrió. Nabil volvió a ponerse nervioso en el acto, pero asintió.

-¿Qué... qué debería vestir?- preguntó preocupado y Theo le dio un piquito en los labios.

-Lo que quieras ponerte está bien, vamos a pasar el fin de semana en la casa de campo de papa así que no le prestes demasiada atención a la ropa.

La nueva información dejó a Nabil aún más nervioso ¡¡un fin de semana completo!! ¿Cómo iban a resistir sus nervios eso?

Nabil jamás rechazaría conocer a los padres de Theo, en primer lugar porque era un honor enorme que su pareja quisiera presentarlo y en segundo lugar, a él ya le había costado mucho hacer que Theo lo perdonara, nunca, jamas, ni en sus más locos sueños pensaría en negarle algo en ese momento.

Como tal, con todo decidido la mañana del sábado Theo pasó a recoger a Nabil a su departamento. Esta vez a su departamento real y salieron de la ciudad hasta el hangar privado de la familia. Ahí Theo abordó su jet privado.

-Tu familia realmente tiene dinero ¿no?- Nabil observó el lujoso interior del jet y se avergonzó profundamente de haber malinterpretado a Theo. El rubor en sus mejillas lo delató, pero ya que se habían reconciliado la anécdota de haber sido confundido con un arribista ya era algo gracioso para Theo.

-Estoy seguro de que me presente como el presidente de la empresa cuando nos conocimos- le aseguró- ¿cómo pudiste confundir mis intenciones?- preguntó divertido y Nabil se sonrojó aún más.

-Yo...- dudó en confesar la verdad.

-¿Tu...?- Theo se acercó a él dándole un vaso de refresco buscando su rostro- Vamos, dímelo- sentía bastante curiosidad. Nabil tomó su vaso y jugueteó con el girándolo en sus dedos.

-Estaba demasiado embobado viendo lo guapo que eres como para escucharte- confesó bajito. La respuesta dejó momentáneamente a Theo sin palabras. Sonrió y le quitó el vaso a Nabil poniéndolos en el descansabrazos de sus asientos privados y lo atrajo hacia él.

-Son dos horas de vuelo... creo que de repente quiero hacer buen uso de este jet- murmuró con voz ronca. El Jet tenía una habitación en la parte de atrás, con una amplia cama para que Theo descansara en sus viajes de ser necesario, sin embargo lo que menos quería en ese momento era descansar.

Theo levantó de un solo movimiento a Nabil y le llevó en brazos a la parte de atrás y lo lanzó a la cama ante el asombro de Nabil. Él tenía dinero, pero no se comparaba a la riqueza de su pareja.




-Theo- suspiró al verlo comenzar a quitarse la ropa. La visión nunca dejaba de quitarle el aliento, su pareja era un sueño.

Theo sonrió coquetamente y a Nabil le dio un vuelco el corazón.

-¿Me has extrañado Nabil?- preguntó y Nabil asintió tímidamente. Theo gateó sobre el cuerpo de su pareja y comenzó a mordisquearle el mentón- Desvísteme...- susurró y Nabil pasó duro, con manos temblorosas comenzó a sacar la ropa, sintiéndose tímido como nunca.

Cuando la ropa superior fue a dar al suelo Nabil soltó un suspiro de anhelo. 





viernes, 13 de julio de 2018

Cinderela 14

Me faltaba el capítulo 13 aquí, no lo noté, pero entonces acabo de recordar que el día que se descompuso la computadora fue el día que estaba publicando. Perdón por la demora!


Capítulo 11



— Buenas noches— Desya habló con tono avergonzado, Miller por su parte se quedó helado en su sitio, ese era su hijo ¡Dios! tenía grabado su rostro en su mente, su preciosa cara después de todos aquellos años sin verlo, era imposible que no lo reconociera así solo hubiese podido verlo de lejos en la iglesia — Yo… como ve, no estoy armado ¿podría pasar?— el muchacho volvió a hablar con el mismo tono y se frotó los brazos, la antorcha le iluminaba de lleno el rostro y podía ver sus mejillas rojas y los labios ligeramente amoratados, la ropa que tenía ni siquiera era lo suficientemente abrigadora como para estar en un lugar techado, mucho menos a la intemperie. Miller quitó rápidamente la cadena y abrió la puerta.

—Entra hijo – la palabra se le salió en automático pero el menor no pareció darse cuenta del verdadero significado de la palabra, pues sonrió agradecido pasando al interior. Solo estar dentro cerró la puerta nuevamente y le guió a una silla cerca del fuego que se extinguía en la chimenea y lo avivó esperando que su muchacho pudiese entrar pronto en calor— Espera, te traeré una manta— anunció y Desya se preguntó qué clase de guardabosques era aquel hombre, se veía fuerte pero no era del tipo que intimidaba, más aún, el sujeto parecía demasiado amable. Aceptó la manta que le llevó y sonrió cuando el otro la acomodó sobre sus hombros, estaba devastado hasta hacia unos instantes y de repente se sentía como si hubiese llegado a su hogar… realmente debía estar muy afectado.

—Gracias— se abrigó pensando qué diablos iba a hacer de ahí en adelante.

—Pero jovencito ¿qué haces a estas horas caminando por el bosque?— ¿qué era lo que hacía ahí? ¿Por qué no estaba con su pareja en Palacio disfrutando de la celebración? Acaso… ¿acaso no era como Alastor le había dicho? Desya por su lado sonrió, se veía nervioso, le vio girar los ojos y ver el techo antes de volver a verlo… aun tenía aquel hábito cuando mentía, lo tenía desde pequeño.

— Bueno. Yo solo salí a dar un paseo y me perdí en el camino, en realidad no sé cómo es que terminé por aquí, usted podría indicarme… ¿cómo salir del bosque?— Miller se sentó en una silla frente a él y le sonrió, era lógico que en la situación en la que estaba Desya no quisiera decirle la verdadera razón de cómo había llegado hasta ahí pero necesitaba saber…

—Claro muchacho, conozco el bosque, puedo sacarte cerca de Palacio, cerca del pueblo o al camino que lleva al reino del este.

—Al este, al reino del este, es ahí donde quiero ir— Desya contestó tan efusivamente que el mismo notó lo raro de su reacción— es decir soy de ahí y seguramente mis compañeros tomarán ese camino… —no hubo tiempo de que nadie dijera nada más pues los fuertes golpes en la puerta hicieron saltar a Desya y fruncir el ceño a Miller.

—¡Soldados del Rey!¡Abra la puerta!—la voz alta y firme era completamente militar, Miller supuso que estarían ya buscando a la novia perdida y al parecer una que no tenía ganas de regresar, bien , no sería él quien le llevara de vuelta.

—Escóndete tras la cama. Rápido— le indicó al rubio y este obedeció en automático asintiendo y obedeciendo, Miller se aseguró que no fuera visible desde la puerta y después abrió con una actitud bastante diferente a la que había tenido hasta ahora, aunque simplemente abrió a medias como lo había hecho con Desya en un principio.

— ¿Qué buscan soldados aquí?— su voz se escuchaba irritada, muy diferente al tono que usaba al hablarle a Desya y esto sorprendió al rubio escondido, uno pensaría que hablaría con más diligencia a los soldados del rey.

—Estamos buscando a un joven rubio…— comenzó a hablar el soldado y Desya escuchó como lo describirían, altura, color de piel, color de ojos, complexión, su descripción era tan malditamente detallada que sería imposible que el sujeto no se diera cuenta de que a quien buscaban estaba escondido tras la cama— Esconderlo u ocultar información sobre su paradero será merecedor de la pena capital— Miller no pareció inmutarse, Desya levantó un poco la cabeza viendo por encima del borde de la cama. Estaba seguro de que lo entregaría y aunque le hubiese gustado correr no tenía a dónde, ellos estaban en la única salida de la cabaña.

—No he visto a nadie con esas características por aquí —respondió Miller. Desya no podía ver al soldado que hablaba con el hombre pero se quedó anonadado ante su respuesta, se quedó tan sorprendido que su atención se centró solo en el sujeto que lo estaba escondiendo, no supo bien qué fue lo que el soldado le dijo porque lo siguiente a lo que prestó atención fue a la risa despreocupada de su actual protector— Lo tendré en cuenta – había cierto tono en su voz que le decía que realmente se estaba burlando del hombre mientras le cerraba la puerta en la cara. Desconcertado, salió lentamente de su escondite. Parecía obvio que el sujeto sabía que era a él a quien buscaban… ¿o no? ¿Tal vez se había creído su historia y no quería que lo confundieran?

“Claro Friggs, y los cerdos vuelan”

—Parece que ya han salido a buscarte muchacho, no puedes quedarte aquí— indicó, Desya lo vio rebuscando en un viejo baúl y agradeció al menos que lo cubriera, aunque al parecer estaba a punto de echarlo de ahí— Tienes que cambiarte rápido, te llevaré al camino hacia el reino del este, conozco el bosque mejor que los soldados, si nos apresuramos podremos evitarles— le habló. Desya se quedó observándolo ¿qué cosas estaba diciendo?— Aquí están, tengo algo de ropa que seguro te queda, es apropiada para un largo viaje— lanzó sobre la cama ropas e incluso un par de botas de cuero— debo tener algo de comida que pueda aguantar unos dos días— murmuró más para sí mismo que para el muchacho, éste no se movió y el hombre le vio frunciendo el ceño— ¿Qué pasa, hijo? comienza a cambiarte que el príncipe no va a estar tranquilo hasta que vuelvas, créeme— lo regañó y Desya abrió grandes los ojos.

—Usted… usted sabe quién soy— aseguró y Miller suspiró asintiendo.

—Lo sé muchacho. Estuve presente hoy en tu boda… no sé qué sucedió pero si huiste tus razones debes tener— no sería el quien enviaría a su hijo a vivir una vida como la suya, primero muerto, él ya estaba perdido, su hijo no.

—Pero usted… ¿qué pasa si lo descubren?— preguntó preocupado y Miller le sonrió pero se encogió de hombros.

—Correré el riesgo, ahora apresúrate a menos que quieras volver a palacio— Desya asintió y comenzó a cambiarse rápidamente. El cuerpo había entrado en calor pero cuando comenzó a pelear con la ropa notó lo lastimadas que tenía las manos, el salvar la vida rompiendo ramas en la caída y sujetándose de lo que pudiese parecía que no le saldría gratis, los golpes de su caída habían comenzado a formar ya moretones en su pecho, no sabía cómo se veía pero no debía ser bueno, ya suficiente tenía con el rasguño en su mejilla. Tras terminar de cambiarse al levantar la vista vio a su protector observándole con una bolsa de cuero en la mano, le veía fijamente y al parecer lo había visto mientras se cambiaba.

—Todas esas heridas… te las hizo…— el hombre se veía consternado, con el ceño fruncido, parecía como si cada golpe fuese su culpa, no entendió su reacción pero se dio cuenta rápidamente sobre la conclusión que había llegado y negó apresurado.

—No— dijo tal vez demasiado alto, ¿a él que diablos le importaba que pensaran mal del idiota aquel?— Quiero decir, desde luego que no, todo este daño me lo hice mientras escapaba, el príncipe no me puso una mano encima – sonrió orgulloso— Y aunque lo hubiese intentado jamás habría logrado dejarme así sin que lo dejase peor— alardeó, la seguridad en la voz de su hijo tranquilizaron un poco a Miller.

—Bien dicho, muchacho— y le lanzó la bolsa que sostenía, tomó una capa para él y le dio una a Desya encaminándose a la puerta— Ahora es tiempo de irnos— el hombre mayor salió de la cabaña de lo más normal asegurándose de que no hubiese nadie cerca— sal ahora, no hay nadie y hay que apresurarse.

Desya asintió y le siguió, el hombre caminaba por el bosque como si se tratase de la sala de su casa, de verdad parecía conocer cada sitio a la perfección.

—Conoce bien el bosque…— dijo en una afirmación y el hombre se quedó en silencio unos segundos antes de hablar, murmuraban en realidad, pues temían que en el silencio del bosque sus voces llamaran a sus perseguidores.

—Me separaron de mi familia hace años, yo ya conocía este bosque por aquel entonces, pero luego de ser confinado comencé a conocerlo aún más— Por supuesto, que eso había sido casi dos años después de ser recluido en aquella cabaña. Sus primeros dos años no había tenido permiso siquiera de poner un pie fuera de ella, al principio le había dado miedo salir, a pesar de tener el permiso de su rey, temía que le estuviese probando y sus fallas fueran pagadas por su pequeño— A veces… me acerco a las fronteras… es… es tonto pero siento que estoy un poco más cerca de…— él no quería que Desya sospechara que era el padre que lo había abandonado— ...de aquellos que amé – para su suerte Desya ni siquiera había reparado en la posible similitud con su padre, aunque todos decían que había desaparecido, Desya hacía mucho que había aceptado que su padre estaba muerto, para él no había otra explicación que justificara que su amado progenitor no volviese a casa, por lo que ni siquiera pensó en la posibilidad.

—Si conoce el bosque y como salir… ¿por qué no va con ellos?— el hombre bajó la cabeza, en la oscuridad Desya pudo ver la capucha de su capa descender un poco mientras lo seguía guiando, a esas alturas debían estar cerca de medianoche.

—No puedo hacerlo, es complicado hijo, pero no puedo hacerlo— murmuró con un tono de voz extraño, avergonzado, culpable y algo más que Desya no pudo identificar.



Desya se preguntó qué clase de cadenas atarían al sujeto al que no le importaba arriesgar el cuello para sacarlo del bosque, para ayudarlo a él, un desconocido ¿qué clase de cosa podría ser suficiente como para asustar a semejante hombre?





Cinderella 13


Capítulo 13


En palacio la noche había caído, la celebración continuaba en el exterior y continuaría así por al menos una semana, después de todo era el príncipe quien se casaba, a Desya le habían llevado a una de las torres para que se preparase para su noche de bodas. Los sirvientes habían querido "prepararlo" adecuadamente, pero él se había rehusado, sintiéndose tocado, vestido, expuesto y analizado, escuchando cada consejo acerca de cómo debía comportarse o sobre las tradiciones de Palacio Desya fue de repente consciente de en lo que se había metido, el miedo lo estaba asaltando a cada segundo que pasaba. Se había unido a un hombre en un momento de debilidad, qué decir de debilidad, en un momento de total estupidez.

—Oh, claro que si, Desya Friggs, sí que la has hecho buena esta vez, algunos comen para vencer la depresión y ¿qué haces tú? Vas y te casas con el primer príncipe engreído que te encuentras, sí que eres original— se dijo a sí mismo mientras se paseaba por la habitación y había que decir que el castaño tenía sus puntos de mérito, la torre en la que lo habían puesto era tan alta que el árbol en el que podría saltar para escapar debía estar unos 10 metros abajo. Estrujándose los dedos se asomó a la ventana comprobando nuevamente que efectivamente era esa la distancia, más o menos— demonios, demonios, demonios....— murmuró asustado. Justo en ese momento escuchó pasos en el exterior y el golpeteo en el pecho le dijo que no podía quedarse ahí, definitivamente no podía quedarse ahí ¿qué iba a hacer? ¿Tirarse en la cama y abrir las piernas dulcemente? Al carajo si iba a hacerlo. Miró las sabanas que cubrían la enorme cama preparada para los recién casados y se preguntó cuántos metros de tela podría haber ahí, sonrió ante la oportunidad y sin dar tiempo a más, comenzó a jalar las telas y a romperlas por la mitad atando las piezas con nudos fuertes, si lograba hacer una cuerda de unos 10 mts sólo tendría que saltar uno o dos metros abajo hasta las ramas más fuertes del árbol ¿qué era lo peor que podía pasar?— solo puedo romperme el cuello— se dijo mientras seguía amarrando la tela, cuando terminó la amarró de la pata de la pesada cama que era lo más cercano a la ventana y la dejó caer por esta, Esperaba que nadie estuviese viendo hacia aquella torre, aunque con lo borrachos que estaban todos aunque lo vieran dudaba que le prestaran atención. Escuchó ruidos y se sobresaltó temiendo que no tuviese tiempo de escapar, pero nadie entró, seguramente Maximilian habría puesto guardias en la puerta para que cuidaran a su dulce noviecita, pues estaba a punto de comprobar que no era tan fácil contenerlo. En un golpe de valor y por qué no decir, también de estupidez, salió por la ventana sosteniéndose de su improvisada cuerda, descendió dando pequeños saltos esperando que la tela no cediera al roce y lo mandase a una muerte segura, cuando llegó al final de la cuerda notó que aún le faltaba un tramo para poder estar cerca de las ramas gruesas. Pasó duro y apretó más las sabanas en sus puños ¿qué iba a hacer? ¿Regresar arriesgando a que la sabana por fin cediera? ¿Y para qué? ¿Realmente estaba dispuesto a ser el juguete de cama de LeRose? No...no lo haría, saltar a las ramas sonaba mucho más atractivo, respiró hondo y se encomendó a todos los dioses, santos, ángeles y protectores espirituales que recordó.

Desya comenzó a balancearse de un lado a otro, se meció rozando las paredes de la torre hasta sentir que iba acercándose más y más a su objetivo pero en el último instante cuando pensó que en el siguiente impulso podría saltar, las sábanas dieron un tirón rompiéndose desde arriba, la tela se rasgó y él se impulsó hacia el árbol en un acto de reflejo y la tela fue rompiéndose lanzándolo directamente a las ramas. Sintió en esos momento que el corazón se le detenía, que el cuerpo se le paralizaba pero no fue así, sus reflejos hicieron acto de presencia y se agarró de lo que pudo, rompiendo un par de ramas antes de poder sostenerse de una que lo resistió. Se quedó varios segundos colgado de ahí, apenas sintiendo el calor de la sangre en su mejilla pues la adrenalina impedía que el dolor lo atormentase, se quedó ahí recuperando la respiración, regulando cada bocanada que el susto le había robado, cuando sintió que su cuerpo podría responderle de nuevo intentó subir sobre la rama pero notó que era inútil, las manos le temblaban, aún estaba temblando del susto que acababa de pasar y los dedos estaban agarrotados alrededor de la madera.

—Vamos...tranquilo...tranquilo...tienes que calmarte Desya, tampoco estuvo tan mal— se dijo a sí mismo y la voz le temblaba— solo casi mueres, nada del otro mundo, todos corremos ese riesgo— se decía mientras se empujaba para ir subiendo, cuando lo logró se abrazó al tronco del árbol— has trepado árboles muchas veces Desya, aquí ya es terreno seguro, tranquilo...tranquilo...— se dijo mientras comenzaba a descender por las ramas, recuperando una tras otra la confianza, finalmente saltando. Para cuando llego abajo las piernas aun le temblaban— No me fallen piernas, tenemos que correr.

En la cabaña del bosque Alastor se dio cuenta de que no podía seguir ahí, en primera instancia ni siquiera debía estar ahí pero después de ver a Miller en el pueblo había sido inevitable que corriera a la cabaña a asegurarse de que hubiese regresado. El rey vivía con el temor constante de que un día, Miller simplemente decidiera escapar, pero las cadenas que le había puesto eran pesadas, como el elefante que sin poder escaparse de las cadenas de pequeño, al crecer aún cree que una débil cuerda podría detenerlo.

Alastor notó que Miller aun dormía a su lado, se le veía miserable pero al menos estaba ahí, le acarició el cabello diciéndose que tendría que traerle algo la próxima vez, algo que compensara su comportamiento, era increíble que el rubio no lo odiase después de todos aquellos años. El rey dejó una última caricia en la mejilla ajena y se levantó, tenía que regresar al festejo, su hijo seguramente ya se había retirado a disfrutar de su festín personal y los embajadores de otros países podían sentirse desatendidos.

En realidad no era como si hubiese algún tipo de peligro real, pero Alastor prefería evitar cualquier enfrentamiento, cualquier situación que le impidiese concentrarse de lleno en el atractivo rubio que tenía confinado en aquella cabaña solo para su exclusivo deleite.

El rey salió de la cabaña y encendió la antorcha que iluminaba el frente de aquel refugio, monto su caballo y regresó a Palacio rápidamente, sin detenerse a contemplar su oasis personal, pues los deseos de quedarse un poco más podrían dominarle, no supo que a medio camino un rubio mucho más joven que el que tenía confinado le había visto pasar.

Desya vio pasar al jinete y supuso que lo estarían buscando ya, nervioso y exaltado de escondió entre los arboles hasta que todo rastro del hombre desapareció y entonces corrió bosque adentro, no se arrepentía de escapar pero sí que se arrepentía de no tener un plan concreto ¿a dónde se supone que podía ir? Tenía amigos pero no podía arriesgarse a que salieran perjudicados por encubrirlo, a su casa obviamente no podría regresar, dudaba que le regresaran a palacio pero también era seguro que no saldría bien parado, a aquellas alturas incluso dudaba de salir vivo. No quería arriesgar a sus amigos y a su casa regresar, ni pensarlo. Solo recordar lo que había pasado lo invadió una ola de tristeza que dio paso a la ira, aquellas dos llevaban su sangre, él lo había dado todo por ellas y a ellas sencillamente no les importaba nada más que el oro que pudiesen sacar de él, en lo que a él respectaba aquel par de mujeres no eran ni serian jamás parte de su familia nuevamente y aunque se decía que no le importaba la verdad es que la traición dolía como una maldita perra.

Cansado de correr siguió caminando a paso apresurado por el bosque, era de noche y aunque la luz de la luna filtrándose por las hojas le dejaba ver más o menos por donde iba lo cierto es que no sabía ni donde estaba, para donde mirase el paisaje era el mismo y el frío empezaba a hacerle difícil moverse, se acariciaba los brazos mientras avanzaba. Lo que llevaba puesto no ayudaba, era ropa ligera por no decir fácil de quitar, la que le habían hecho ponerse justo antes de que pudiese correr a todos aquellos sirvientes de la habitación, justo en el momento en que se había dado cuenta que no podía continuar con aquella farsa.

El matrimonio debía ser algo sagrado, debía al menos haber amor ¿cierto?¿cómo es que había terminado casándose con aquel hombre? ¿Cómo es que había estado incluso a gusto con aferrarse a su calor y a las migajas de cariño que le ofrecía? Él definitivamente no estaba bien...

Sus pasos se alentaron y aunque el frío apretaba sintió algo cálido recorrer sus mejillas para helarse a los pocos segundos, eran sus lágrimas... se sentía tan solo, estaba perdido y sin tener a donde ir, era frustrante pero Maximilian era mucho más poderoso que él y seguramente terminaría encontrándolo y poniéndolo en su sitio.

Caminando solo por el bosque en la situación en la que estaba casi deseaba seguir bajo la influencia del castaño, aun en aquella torre seguro de que todo estaría bien, sin las dudas que lo habían asaltado, sin recapacitar en la situación en la que estaba, seguramente podría haberse dejado llevar como hasta hacia unas horas, refugiarse en los brazos del castaño y sentir aquella seguridad que había sentido en la iglesia, aquella protección y aquel presentimiento de que ahora todo podía estar bien— Son tontos sueños Desya, solo hubiese sido peor— dijo a sí mismo y notó una luz a varios metros, su primera reacción fue correr hacia ella pero diciéndose que debía ser cuidadoso caminó despacio ¿qué hacía una cabaña en medio del bosque? Para empezar aquel, si no se equivocaba, era el bosque en el que se encontraban los siervos del rey, a nadie se le permitía entrar— cierto Desya, valiente idea la tuya huir aquí, eres el único en todo el bosque, tal vez debiste dejar un camino de dulces tras de ti— se regañó a si mismo pero la verdad es que aun con eso, no podía pensar a qué otro sitio podría haber corrido. Se acercó a la cabaña. La antorcha de afuera estaba encendida, debía haber alguien pero ¿quién? Todo estaba cerrado, las ventanas estaban cubiertas, miró arriba y alcanzó a notar que la chimenea estaba encendida. Pensó en tocar y pedir ayuda pero seguramente saldría alguna especie de guardabosques.... Podría decir que estaba perdido pero ¿qué tal si lo llevaba ante el rey? Entonces estaría perdido – o podrías congelarte aquí afuera, seguro que eso sería mejor idiota— murmuró para sí y diciendo que solo quedaba tentar a la suerte, tocó a la puerta, nadie respondió y volvió a tocar, seguramente a aquellas horas el residente estuviese durmiendo, se dijo que lo intentaría una vez más y cuando volvió a tocar una voz se escuchó desde el interior.

— ¿Quién toca?— Miller a aquellas horas sabía que Alastor se había marchado hacía rato pues al despertar con los golpes el lado contrario de la cama no se sentía tibia, si había regresado él podría abrirle sin pensarlo pero aquel no era su rey, no reconocía aquellos toques, el que alguien llegase hasta ahí era extraño.

—Disculpe es que... me he perdido y me estoy congelando... ¿podría pasar?— Miller escuchó la voz y sin saber bien porqué su corazón dio un salto en su pecho, se extrañó, aquel tipo de reacciones solo sucedían cuando su rey iba a verlo después de mucho sin ir, dejó la cadena puesta y entreabrió la puerta, lo que vio mandó un temblor desde su pecho a todo su cuerpo dejándolo helado en su sitio.



No me di cuenta de que no actualicé el capítulo 13 aquí en el Blog. Mi computadora temporal (porque sabía que no funcionaría como la que se descompuso) no está funcionando bien con ciertos programas y otras cosillas, así que estoy tratando de solucionarlo. En un momento más dejaré el siguiente capítulo.