sábado, 17 de noviembre de 2018

Cinderella 17


Capítulo 17



Volvieron a Palacio en silencio y Desya fue sintiendo el cansancio de la agitada noche caer poco a poco en él, para cuando llegaron a palacio Desya dormía contra el pecho del castaño y éste le sostenía con una mano mientras dirigía las riendas con la otra.

Era media mañana, los sirvientes comentaban y cuchicheaban de la forma en la que el príncipe trataba a su pareja y lo "enamorados" que parecían a pesar de que se suponía apenas se conocían, todos pensaron que volvían de un paseo mañanero y la búsqueda de la noche anterior se cubrió con la de aquel ladrón que había entrado hacia poco a Palacio, desgraciadamente no lo habían encontrado.

Unos días después encontrarían alrededor de 100 monedas de oro robadas en casa de la excondesa Freggs, ambas mujeres madre e hija fueron sentenciadas en silencio y enviadas como esclavas fuera del país.

Cuando Desya despertó era ya media tarde, despertó desconcertado sin saber dónde estaba, se talló los ojos perezosamente y sonrió un poco sintiendo la comodidad de la cama, había un peso extra sobre su vientre y al bajar la mirada se encontró con un brazo rodeándole, se mordió el labio inferior y giró la vista encontrando a un sexy castaño durmiente a su lado, se paró con cuidado de no despertarle y vio la cuerda que llamaba a servicio, él estaba acostumbrado a hacer las cosas por sí mismo pero le sería útil que le trajeran agua para el baño, se encaminó a la cuerda y se detuvo a medio camino, viendo atrás la imagen del castaño dormido plácidamente entre las sábanas le hizo torcer el rostro y corrió las cortinas de la enorme cama de dosel antes de retomar su idea de llamar a los sirvientes, cuando estos atendieron les pidió lo que necesitaba y vaya que si eran eficaces, en unos cuantos minutos tenían todo listo, había agua caliente en el enorme baño y los pétalos de rosa aromatizaban toda el agua, el lujo de Palacio definitivamente no se comparaba en lo más mínimo con el de su casa, muy a pesar de que habían sido una familia acomodada, el baño del príncipe era como ver una enorme fuente con cabida para unas 15 personas sin problemas, los grifos llevaban directamente el agua caliente y la presión bastaba para llenarla en minutos ¿cuantas personas estarían dedicadas solo a ese baño? se dijo que no discutiría contra la vida y aceptaría lo bueno que venía. Volvió a la habitación y corriendo nuevamente las cortinas se trepó sobre su pareja mordisqueando su hombro para despertarlo.

—Hey, príncipe engreído... despierta ¿quieres tomar un baño? Es demasiado grande para mí solo— lo llamó, Maximilian comenzó a despertar y sonrió al escuchar la parte del baño.

—¿El ladronzuelo tiene miedo de entrar sin su amo?— preguntó y Desya movió las caderas sobre las ajenas.

—Este ladronzuelo quiere atención— bromeó logrando que el cuerpo de Maximilian despertara por completo pero, antes de que pudiese hacer un movimiento Desya se levantó caminando hacia el baño, dicho sea de paso, quitándose la ropa despreocupadamente en el camino.

El príncipe no tardó en levantarse y deshacerse de sus propias ropas, al entrar vio a Desya ya dentro del agua, había algo de vapor por todos lados y ladeó el rostro sonriendo con arrogancia, Desya ya era suyo por completo esta vez, sin trucos ni trampas.

—Gírate para mí— ordenó, el rubio parpadeó y levantó una ceja interrogativa sonriendo, pero obedeció girándose y dándole la espalda. Maximilian entró al agua y caminó hasta llegar a él rodeándolo por la cintura con una de sus manos pegando su espalda a su torso.

—Me gusta que mi ladronzuelo sea obediente como un adorable cachorro— susurró mordisqueando su oreja, tomó algo de agua y comenzó a dejarla caer por la piel blanca de su amante, aprovechando para mordisquear su piel, tenía un especial gusto por aquella espalda blanca, dejó una mordida en medio de ella y apenas el quejido salió le levantó en brazos caminando a los escalones del baño, poniendo a Desya a una altura en que el agua llegase justo por debajo de sus glúteos. El castaño sonrió arrogante y comenzó a besar nuevamente su espalda, descendiendo hasta sus nalgas— voy a beberme tu cuerpo por completo... voy a tomarte y a hacerte disfrutar como jamás en tu vida...— dio un mordisco en uno de los firmes globos y lamió uno de sus dedos comenzando a acariciar su fruncido agujero, sus besos iban por toda su piel y cuando le sintió estremecerse por completo, temblar hasta tener que apoyar sus manos contra los escalones frente a él, solo hasta que lo sintió removerse como buscando una caricia más atrevida, aquel dedo le penetró acariciándolo por dentro, se paró y mientras aquel dedo entraba y salía de su amante usó la mano que tenía libre para acariciar la punta del necesitado miembro de su cachorro— No sabes cómo te he imaginado abriéndome las piernas cachorro— le habló inclinándose para que el susurro llegase cerca de su oído— Entrando en ti...justo aquí— casi gimió metiendo un dedo más y Desya no contestó, tenía los ojos llorosos y la boca abierta por lo mucho que le costaba respirar.. él...él no se había imaginado hasta ahora que pudiese sentirse tan... tan abrazado por el placer.

—Maximilian...— jadeó y giró su rostro a su amante mostrándole la expresión más dulcemente erótica que el castaño esperó poder ver— ¡¡creo...creo que moriré, ah!!— gimió más fuerte cuando el castaño comenzó a mover sus dedos más rápido dentro de él, sacando los dedos lo giró y lo sacó del agua a un área donde apenas había unos dos centímetros de profundidad, solo lo suficiente como para mantener el piso tibio, lo recostó y su cachorro se dejó encogiéndose un poco, removiéndose como si la desnudez le incomodara y el recuerdo de que era virgen volvió a Maximilian haciéndole regodearse de orgullo, era un malnacido patán, lo sabía muy en su subconsciente, pero justo ahora era uno muy feliz.

—No cachorro... aún no— sonrió y se hincó agachándose y lamiendo la punta de su miembro, apenas una caricia que hizo arquear la espalda del rubio soltando un quejido necesitado, una queja ante lo superficial de la caricia.

Maximilian aprovechó y metió nuevamente sus dedos en el interior del otro y los movió haciendo que a Desya la vista se le nublara, el castaño tomó su miembro por completo en su boca y un cosquilleo se apoderó de su vientre haciéndole mover las caderas buscando más de aquello.

—Maximilian...Maximilian...no puedo... no puedo soportarlo— la voz se ahogaba y creía que estallaría en llanto, el placer era tan intenso que no creía poder contenerlo en su pecho, pero entonces todo paró, Maximilian retiró sus dedos y su cuerpo protestó, su entrada se sentía vacía, movió las caderas y apretó las piernas intentando calmar la necesidad que lo recorrió pero no pudo hacerlo, su rostro mostró su frustración y Maximilian sonrió.

—Tranquilo, cachorro— Maximilian se acomodó entre sus piernas y sonrió clavando la mirada en el rostro de su consorte, entró en él lento y avanzó hasta llenarlo por completo, se deleitó observando como el rostro del rubio se iba transformando de una mueca de necesidad a una de completo placer, casi soltando un grito al tenerlo completamente dentro.

—No...no... no, por favor sal— se removió con los labios abiertos y los ojos llorosos— No podré con esto Maximilian...Maximilian— las manos del joven recorrieron su propio pecho en un intento por calmar todas aquellas sensaciones, creía sinceramente que se volvería loco, pero Maximilian no lo dejó escapar, lo sujetó por las caderas y colocó una de sus piernas sobre su hombro, sonriendo y sintiendo el más increíble placer que había sentido antes arremetió dentro de él, el cuerpo delgado y hermoso de su cachorro le recibió abriéndose para él en cada embestida y él se movió completamente sumido en un placer que le incitaba a ir más rápido...más profundo mientras un cachorro rubio gritaba hasta casi perder la voz, su cuerpo se desmoronaba y se volvía a hundir en cada embestida y el orgasmo le sobrevino casi interminable, sintió que se venía por horas perdiendo el sentido y todo rastro de razón, cuando el castaño se derrumbó sobre él, se sentía pleno, cansado, satisfecho y avergonzado, pero inmensamente feliz— te...te amo.

—y yo a ti cachorro— susurró, el nuevo apodo sabía dulce en sus labios, Maximillian abrazó a su amante y le llenó el cuello de besos.

A diferencia de Desya, Maximilliam había dejado de ser virgen hacía mucho tiempo, el sexo no le faltaba y las bellezas que habían pasado por su cama no eran pocas, pero jamás se había sentido tan conectado a alguien. Tan ansioso por mimarlo, tan desesperado por abrazarlo y reacio a soltarlo, jamás había sentido su corazón hincharse de aquella forma en su pecho llenándolo de una felicidad que casi lo ahogaba.

Pasó mucho rato antes de que Maximilliam se levantara a regañadientes, habían ensuciado el agua así que simplemente la dejó ir y se dedicó a lavarse y a su pareja con el agua caliente de los grifos. El príncipe los seco a ambos e incluso los vistió, llevando a Desya de vuelta a la cama. Desya saciado como estaba se dejó hacer no pudiendo creer que cayera dormido tan pronto después de haber despertado, pero así fue, cuando despertó para la hora de la cena el palacio entero se enteró del inmenso apetito del nuevo consorte, pero más tarde cuando la luna era su única compañera fue Maximilliam quien descubrió lo verdaderamente grande que podía llegar a ser el "apetito" de su cachorro.