viernes, 1 de enero de 2021

La Voluntad del Alfa - Extra Parte 2

 



La habitación entera se rió de la broma de Regina y poco después estaba llena de risas mientras como si fuera Santa Anton repartía los regalos entre la familia.

Había relojes para los caballeros y pulseras para las damas, los modelos eran diferentes pero venían al parecer de colecciones similares. Carlo vio con sentimientos encontrados como su manipuladora pareja compraba a toda su familia.

Desde luego los regalos más extravagantes aún eran los de sus padres, su abuela, su hermana, sus sobrinas y su cuñado. Él sabía desde luego que Anton era rico pero al parecer la realidad había estado bastante lejos de su imaginación.

-¿Qué sucede?- Anton se acercó a preguntar con una sonrisa al verlo serio observando la situación.

-Acabas de comprar a toda mi familia- le medio reprochó, aunque no podía decir mucho cuando todos estaban tan contentos.

-¿Te molesta que les diera regalos?- preguntó y Carlo se incomodó, no quería sonar mal agradecido.

-Carlo, ¿por qué no llevas a Antonio a descansar a su cabaña?- Regina los interrumpió- me aseguré de encender la calefacción con anticipación para que esté cálida cuando lleguen- les sonrió y Carlo aceptó, incluso si seguían aquella conversación era mejor tenerla en privado.

Anton llevó las maletas de ambos a la cabaña a la que Carlo los guió y cuando entraron las dejó en el suelo, junto a la chimenea y miró a su pareja que lo ignoraba como concentrado en otra cosa.

-¿Qué ocurre? No pensé que mi detalle pudiese molestarte…

-No me importaría si solo fuera un detalle- Carlo suspiró y volvió su mirada culpable a Anton, no quería enojarse con él por darles regalos pero no le gustaba-. Anton, una buena relación se forja con el tiempo, con esfuerzo, con interés, no solo lanzándole dinero a la gente- de alguna manera sentía que había menospreciado a su familia. Como si quisiera comprarlos y ahorrarse el esfuerzo.

-Cariño yo lo sé- Anton lo consoló rodeándolo por la cintura pegándolo a su cuerpo- estoy dando mi mejor esfuerzo, pensé que un regalo podría ser una buena entrada, no quiere decir que no tenga intención de tratarlos, conocerlos y formar una relación de verdad, vamos a ser familia. No los estoy menospreciando…- aclaró creyendo adivinar lo que su pareja pensaba y hacerlo.

Carlo levantó la mirada como un cachorrito triste y buscó seguridad de verdad en sus ojos.

-¿Lo dices en serio?- quiso asegurarse-. Algunos son muy raros pero todos son buenas personas… son mi familia.

-Sé que valoras la familia y te prometo que voy a valorarlos también- le aseguró y solo entonces Carlo apoyo la mejilla en el pecho de su pareja y se abrazó con fuerza a él.

-Gracias por esforzarte- su inicio no había sido el mejor, pero le aliviaba ver que Anton lo estaba intentando y no solo habían sido promesas vacías. Ellos podían tener un futuro juntos, estaba seguro.

-No soy el único que se esfuerza- le acarició el cabello, entendía ahora que conocía mas a su pareja, el shock que su primer encuentro le había causado. No iba a mentir, desgraciadamente no se arrepentía, había disfrutado cada minuto de tenerlo para él, pero si hubiese deseado guardarse todo aquello para cuando hubiese más confianza entre ambos, evidentemente su pareja aún no estaba lista para aquellos juegos.

Carlo se separó de él tras un suspiro y le dio unas palmaditas en el brazo para alejarse y desempacar. Antonio vio la cabaña mientras dejaba que Carlo desempacara, era pequeña, perfecta para dos personas, acogedora e increíblemente privada.

Tomó su propia maleta y comenzó a desempacar en un cómodo silencio. Cuando todo estuvo listo atrajo a Carlo por la cintura y lo sentó en sus piernas comenzando a besarlo sin más. Carlo no se negó, lo rodeó por el cuello y respondió a sus besos activamente.

Metió una mano bajo la sudadera y lo sintió estremecerse.

-No… tenemos que bajar…- murmuró.

-¿Cuánto tiempo tenemos?- preguntó sin parar, siguiendo los besos por el cuello.

-Nos esperan en una hora- suspiró cerrando los ojos.

-Entonces tendrá que ser rápido- lo levantó en brazos y lo colocó en la cama jalándole los pantalones y subiéndole la sudadera para besar su vientre y morder sus pezones al tiempo que lo masturbaba.

-No…espera…- renegó pero la verdad es que no se negó y de hecho comenzó a mover las caderas.

-Mentiroso… no quieres que espere- Anton le sonrió buscando su boca y terminó de sacarle la parte baja de la ropa y metió un dedo en su interior- no tienes idea de las cosas que quiero hacerte- le susurró al oído, con voz cargada de deseo.

-Puedo… puedo hacerme una idea- Carlo aceptó abrazándolo fuerte avergonzado de las imágenes que volvieron a su cabeza.

-¿Quizá después?- preguntó metiendo un segundo dedo dentro de él abriéndolo en tijeras, acariciando su punto bueno dentro de él.

-Qui…quizá…- aceptó, no creía que fuese imposible, de hecho la idea le excitaba bastante.

Hicieron el amor rápido y sin mucho preludio, solo lo suficiente como para quitarse las ganas temporalmente, asearse y bajar a la casa principal para iniciar la celebración de año nuevo.

En el camino se encontraron con un par de primos “divirtiéndose” entre los arboles con su novio compartido…  Carlo hizo lo posible para fingir que no los veía y seguir de largo y Anton entendió un poco más los complejos de su pareja, aunque a ser sinceros uno pensaría que en ese ambiente sería un poco más liberal en la cama.

La celebración comenzó y al poco tiempo el trío de los árboles se unió como si nada pasara. Lo cierto es que por ahí todos eran bastante abiertos con las demostraciones públicas de afecto aunque parecían contenerse por la presencia de las nenas de Regina. Lo que le hacía preguntarse cómo eran cuando estaban desinhibidos.

Independientemente de eso, Anton se la pasó bien en compañía de la familia de su pareja. Eran gente bastante simple y lo aceptaron sin problemas. Su propia pareja comenzó a sentirse mas cómodo al demostrar su afecto en público y para cuando el año terminó no tenía problema en sentarse en sus piernas y dejar que lo besara frente a los demás. Lo que ya era bastante teniendo en cuenta lo recatado que Carlo era, en algún momento de la noche Carlo se separo de él para jugar con sus sobrinas, cargando a la menor y ayudando a la mayor con sus bengalas.

Anton estaba observando a su pareja con una sonrisa, quizá podrían adoptar una pequeña en algunos años, estaba contemplando la idea cuando su suegro se sentó a su lado.

-Ustedes llevan poco tiempo juntos ¿verdad?- su suegro comenzó la conversación y Anton asintió.

-Nuestra relación es muy reciente, pero también muy seria – le aseguró, sentía que era algo que era importante que supieran.

-Muchacho, de toda la familia Carlo es la persona con el mejor juicio- sonrió orgulloso de su hijo- también es la persona más recta y limpia que jamás conocerás- le explicó aunque Anton ya lo sabía- es sincero, fiel y solidario. Es alguien que siempre estará ahí para ti y que no teme confiar ciegamente en alguien en quien ha decidido creer- Anton asintió a las palabras de su suegro, era evidente que conocía muy bien a su hijo- Y no importa lo rico que seas o que llenes a toda la familia de regalos caros- el tono del hombre se volvió algo más serio- no podrás pagar jamás lo que ese muchacho vale- le miró a los ojos y Anton asintió.

-Lo sé- aceptó y su suegro asintió con el dándole un par de palmadas en el hombro antes de ponerse de pie.

-Es bueno que lo sepas.

Fue todo lo que su suegro le dijo esa noche, Anton sabía que la familia podia tener muchas opiniones sobre él, aunque lo aceptaban resaltaba bastante entre la familia normal. Quizá muchos tenían sus reservas pero respetaban la decisión de Carlo de estar con él y le dieron la bienvenida con los brazos abiertos.

Hay que mencionar que un par se ofreció a recibirlo con las piernas abiertas también pero rápidamente entendieron que era más del tipo exclusivo, al menos ahora. Hacía unos meses aquello sería una fiesta.

Por la madrugada volvieron a la cabaña cansados y solo durmieron sin más, fue hasta el día siguiente que tras el desayuno se sentaron a ver algo en el televisor y Anton “accidentalmente” metió la mano en la playera ajena. Carlo le miró de reojo pero no dijo nada, Anton subió la mano por su piel, hasta comenzar a torturar uno de sus pezones y Carlo simplemente apoyó la cabeza en el pecho ajeno, como si no lo notara sin dejar de ver la televisión, pese a que el bulto en sus pantalones comenzaba a crecer.

Anton se movió para sentarse tras de Carlo, dejándolo entre sus piernas y descaradamente metió una mano en la playera jugando libremente con sus pezones mientras le besaba el cuello, cuando solo obtuvo un suspiro por respuesta metió una mano en sus pantalones deportivos y comenzó a acariciar la punta húmeda de su miembro ya duro. Lo mantuvo así contra su cuerpo, acariciándolo suavemente, no lo suficiente como para hacerlo llegar y alargando el momento, no pasó mucho antes de que Carlo cerrara los ojos y comenzara a mover las caderas suspirando.

Anton dejó de acariciar el miembro ajeno para llevar su mano más abajo y juguetear con su agujero, metiendo la punta de su dedo medio para después sacarlo, girándolo y moviéndolo adentro y afuera, logrando que Carlo soltara los primeros gemidos. No pasó mucho tiempo y Carlo comenzó a empujar las caderas contra ese dedo y giro el rostro buscando la boca que dejaba mordiscos y besos en su cuello.

Tomó a Anton del rostro y lo guió a su boca para besarlo, empujando su lengua en la boca ajena, como si quisiera tentarlo lo suficiente como para aumentar la intensidad en su entrada.

El lobo lo obedeció y entre más intensos eran los besos más intenso era su dedo dentro de Carlo. Después de algunos minutos de aquel exquisito jugueteo Anton le jaló los pantalones y lo giró colocándolo hincado contra el respaldo del sillón y sin previo aviso lo penetró acompañado de un par de nalgadas que hicieron al humano gemir. Se apoyó del respaldo del sillón y echó el trasero atrás dejando felizmente que lo violaran a placer.

Anton intercaló caricias con nalgadas haciéndolo ver las estrellas y cuando estaba por venirse el lobo mordió la base de su cuello y al instante un orgasmo arrasador lo azotó dejándolo incapaz de siquiera sostenerse sobre sus rodillas.

Fue vagamente consciente de que Anton lo levantó y le llevó a la cama y el enorme espejo en la parte superior de la cama le hizo preguntarse al igual que la noche anterior si estaba en una cabaña de recreo o en la habitación de un motel. De cualquier forma, verse a sí mismo volviendo a ser penetrado, ver su propio rostro desfigurado por el placer y la espalda ancha sobre su cuerpo, sus piernas temblorosas aferrándose al cuerpo ajeno… fue una visión que le gustó y lo excitó por igual.

Cuando se vino por segunda vez estaba jadeante y felizmente se acurrucó contra su lobo pensando que quizá… el día en que se pusiera nuevamente ese collar no estaba tan lejano.

Paseó los dedos por el vientre ajeno, sintiendo las crestas formadas por sus músculos y se lamió los labios.

-El collar… aún es demasiado para mí- murmuró y Anton que aún saboreaba a su muy desnuda pareja en sus brazos buscó el rostro ajeno con la mirada al escucharlo.

-Lo sé, lo entiendo- ya se lo había dicho antes, sabía que Carlo tenía una naturaleza que sin duda armonizaba con la suya, pero estaba muy avergonzado como para aceptarlo, solo necesitaban tiempo para seguir experimentando y disfrutar y lo que les sobraba era tiempo.

-Pero las cuerdas y las cadenas…- la voz bajó un poco- no estarían mal-. El espejo en el techo le encantaba, tenía que encontrar una forma de poner uno en su habitación. Pero no lo diría en voz alta.

Anton sonrió ante el comentario y bajó la cabeza mordisqueando la oreja ajena.

-Tengo corbatas en la maleta- le susurró y Carlo se mordió el labio inferior con los ojos llenos de deseo- ¿Quieres intentarlo?

-Quiero…- aceptó y el lobo no se lo pensó dos veces antes de pararse a buscar la benditas corbatas que creyó no le servirían de nada en ese viaje, ahh qué equivocado había estado.

¡Era el mejor inicio de año! 

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