Sinopsis: Terminó con
una relación que jamás fue lo que esperaba, se siente especialmente abatido porque
el sujeto por el que se esforzó tanto lo dejó pese a que ni siquiera le
importaba tanto.
Cuando sus amigos le
ofrecen una cita de año nuevo para pasar el bache. Al principio no se siente
interesado, pero cuando descubre quién es la cita… decir que está emocionado es
un eufemismo, desgraciadamente su cita no parece compartir su emoción, este
podría ser el peor inicio de año hasta la fecha. Pero tú y yo sabemos que no
será así.
Denis se mordió el labio inferior y sonrió al
espejo, sus amigos aún no venían a recogerlo y cada segundo que pasaba se
sentía un poco mas emocionado.
Hacia un mes y medio había terminado una relación
de año y medio que solo podía ser definida como desastrosa.
En ese tiempo le era difícil encontrar una
pareja, sus conocidos decían que era demasiado exigente o que no ponía de su
parte, al principio sentía que los demás estaban equivocados y no había nada de
malo en saber lo que quería, pero conforme pasaban las relaciones infructuosas
una tras otra sintió que quizá si era él el del problema.
Jesús Mora era un compañero de trabajo, era increíblemente
atento y dulce con él y todo el que los conocía le decía que debería darse una
oportunidad, que Jesús estaba loco por él y finalmente se convenció de que sería
un tonto si no lo intentaba.
Desgraciadamente él y Jesús no eran
compatibles, no se sentía cómodo compartiéndole sus gustos, tampoco se sentía cómodo
expresando su opinión y además se sentía culpable siempre que estaban juntos. Jesús
siempre lucía feliz y emocionado a su lado y él no lograba sentirse igual. A
menudo deseaba que sus citas terminaran para poder separarse y los pocos
momentos en que la pasaba genuinamente bien a su lado se estropeaban cuando su
pareja intentaba intimar. Simplemente no se sentía a gusto con el sujeto pero
no podía dejarlo, siempre que pensaba en tocar el tema y deseaba abordarlo la
actitud de su pareja lo hacía sentir culpable.
Después de medio año de salir la culpa llegó al
punto en que termino yendo a la cama con su pareja, la verdad había sido desagradable,
había dolido y después de terminar se había sentido infinitamente incómodo
compartiendo la cama. Recordaba todavía que le había colocado una alarma a su teléfono
para fingir que le habían llamado y disculparse antes de marcharse. Había sido
una experiencia horrible, no solo por lo doloroso sino por la incomodidad que
le surgió, tuvo casi todo el día náuseas y se sentía sucio y usado. Jesús no parecía
darse cuenta de su dolor y él tampoco se lo reprochó, después de todo su pareja
parecía emocionada, ansiosa y feliz… sería un imbécil si le decía que no se
sentía igual y lo lastimaba.
La relación que comenzó “dándose una
oportunidad” se convirtió en algo de lo que solo se sentía responsable, sentía
que le debía a Jesús por el cariño e interés que le profesaba, sentía que debía
acostarse con él, sentía que debía callarse si dolía, que debía salir cuando se
lo pedía, comer lo que él prefería, ir a los sitios que le gustaban, todo se
volvió una deuda de gratitud por el amor que no había pedido. Sin darse cuenta
se volvió es esclavo del remordimiento.
La gente a su alrededor le decía que había
hecho bien al aceptar al sujeto, que si no se alegraba de haberse dado la
oportunidad, Denis nunca contestaba, solo sonreía pero la verdad… es que no se
alegraba. Deseaba romper pero no quería herir a su pareja. Entre más pasaba el
tiempo, más atado estaba.
Un año después de comenzar a salir las cosas
comenzaron a empeorar, Jesús comenzó a pedir más tiempo, más cariño, comenzó a
sentirse insatisfecho con lo que obtenía de él y a reclamarle por su falta de
aprecio. No es que antes no lo hiciera, pero era más sutil… ahora había comenzado
a ser algo asfixiante, se quejaba de su desempeño en la cama, de su actitud al
comer, de su actitud al salir, de no ayudarlo en el trabajo, de no cederle
oportunidades o de no sentir interés por lo que a él le importaba.
Denis se volvió poco a poco en la sombra de lo
que una vez fue. Una día regresó entrada la noche a la oficina por un USB que había
olvidado. Por suerte lo conocían, quiso llevarle un café a su pareja que
trabajaba horas extras y descubrió que era bastante apasionado en sus horas
extras… especialmente con su asistente semidesnuda sobre su escritorio.
No supo definir como se sentía en esos
momentos, vio a Jesús vestirse apresuradamente y comenzar a poner excusas, el
estaba paralizado, como si no pudiese procesar lo que acababa de ver, hasta que
las palabras de su pareja que tanto lo “adoraba” lo trajeron a la realidad.
“¿Qué haces aquí de todos modos? ¿Ahora me espías?
¿Sabes cómo me haces sentir? Siempre es lo mismo a tu lado. Me haces sentir
poca cosa, nunca tomas la iniciativa en la cama, esto… solo necesitaba sentir
que lo hago bien… tu jamás me haces sentir así”
A menudo aquella clase de argumentos hacían que
Denis se sintiese responsable, pero ni siquiera él era tan idiota. Escuchando
el mismo tipo de diálogo incluso en aquella situación lo despertó. Se sintió
indignado por lo que recibía a su esfuerzo, enfadado porque lo tratara como un
idiota, arrepentido por todas las oportunidades de trabajo que le había cedido
y finalmente feliz… por que por fin tenía una excusa para alejarse de él.
-Está bien entonces, me alegro que encontraras
a alguien que te hiciera sentir mejor- sonrió de medio lado, enfadado y
ofendido- diviértete- le deseó y se dio media vuelta para irse.
-No, espera mi amor ¡espera!- Jesús entró en
pánico al ver que su novio se iba e intentó sujetarlo del brazo.
Denis destapó el café que llevaba en las manos
y se lo lanzó mojándole todo el torso y parte del rostro.
-Nunca, jamás en tu vida me vuelvas a tocar-
exigió- escúchame y escúchame bien porque solo lo voy a decir una vez. Hemos
terminado, no quiero volver a verte fuera del trabajo jamás en mi vida, a menos
que sea absolutamente necesario no me hables, no me mires ni siquiera respires
cerca de mí. ¿Está claro?
-Estas sacando todo de proporción, Denis, ¿cuando
no he perdonado tus desplantes? Siempre es así, solo piensas en ti.
-Entonces ¡alégrate imbécil!- Denis sintió en
aquel momento que se liberaba de las cadenas que poco a poco lo habían ido
envolviendo en el último año y medio-. No tendrás que soportarme NUNCA más.
Jesús intentó volver a sujetarlo del brazo pero
Denis lo evadió, tomó su brazo y le aplicó fácilmente una llave, su primer
novio le había enseñado a defenderse ya que era constantemente intimidado en la
escuela.
Denis empujó al sujeto al suelo y no pudo
evitar rematar con una patada directo al estómago. Estaba indignado y se obligó
a marcharse antes de romperle la cara por completo al imbécil. Tomó el elevador
al estacionamiento y se largó. Nada más llegar a su departamento cambó la clave
de acceso a la original. En algún momento Jesús lo había convencido/coaccionado
a que la cambiara por su cumpleaños, después de todo él tenía la de Denis en su
puerta.
Cundo restauró su contraseña lo hizo tan fácil
que la nostalgia lo invadió. Esa había sido la contraseña para todo lo que
pudiese durante mucho tiempo. Si no fuese con números, lo haría con letras.
777-666-6-2-66
Era la secuencia de números para escribir el
nombre de su ex en su primer teléfono móvil.
777=R
666=O
6=M
2=A
66=N
Había sido la contraseña de su celular, de sus
correos, incluso de su computadora, con el tiempo usar Román se había vuelto
costumbre. Cuando las contraseñas exigieron ser más complejas agregó su cumpleaños
al nombre y algo así… lo cierto es que había sido su primer amor y había sido
intenso y nunca había tenido un cierre adecuado. Quizá por eso lo idealizaba
tanto.
Denis y Román se habían conocido en el examen
de admisión de la secundaria, habían comenzado a salir al año de conocerse y habían
durado toda la escuela secundaria. Nadie sabía desde luego que estaban saliendo
aunque muchos bromeaban con el asunto. Ambos estaban en el closet en aquel
tiempo y cuando se tuvieron que separar para ir a preparatorias diferentes comenzaron
a verse menos, sus encuentros comenzaron a ser más apasionados de los que ya
eran y finalmente en cuarto semestre llegaron al final, su relación era cada
vez más intensa y más evidente y eso los asustó, cuando fueron a la universidad
dejaron de comunicarse por completo. Estaban demasiado asustados y en silencio
se separaron. Denis lo había lamentado siempre, en un par de ocasiones quiso
llamarle pero su número de teléfono ya había cambiado, no era algo raro él también
había perdido un par de teléfonos y su número no era el mismo, así que si Román
lo había querido llamar, era algo que no sabía. También le habían bloqueado su
cuenta de facebook y con el tiempo se rindió a la idea de contactarlo. No era
demasiado difícil hacerlo, sabía dónde vivían sus padres, pero no se atrevió. Le ponía demasiado nervioso buscarlo y después
sintió que había pasado demasiado tiempo.
A media carrera salió del closet por fin y sus
papás no lo tomaron bien al principio, aunque con el tiempo lo fueron
aceptando, en la actualidad solo le pedían que “actuara como hombrecito” y dado
que solo los visitaba en navidad y unos días en vacaciones de verano no le
importaba demasiado fingir un poco por unos días.
El siempre creyó que cuando volviera a ver a Román
quizá este estaría casado y con tres hijos, estaba por cumplir los 30 y todos
sus compañeros de secundaria ya estaban casados.
Pero no era así, cuando sus amigos más cercanos
se enteraron de lo que había pasado con Jesús se culparon por alentarlo a salir
con esa basura. Denis notó con ironía como el hombre perfecto había pasado a
ser basura de la noche a la mañana en la boca de sus amigos.
José y Martha eran sus mejores amigos LGBT, José
era gay y Martha era Trans, ambos tenían novios maravillosos y éstos se
ofrecieron a presentarle a su perfecto amigo soltero.
Denis estaba harto de los amigos
“perfectos” y no quería saber nada de
ninguna recomendación de sus amigos por mucho que los amara, sencillamente no volvería
a seguir sus consejos amorosos. Quería estar solo, de hecho se sentía
maravilloso solo, odiaba a Jesús, no creyó que pudiese tenerle tanto rencor
pero lo manejaba bien, había logrado encontrar un equilibrio en el trabajo y
estaba disfrutando muchísimo su soltería, pasar el tiempo nuevamente consigo
mismo le había recordado lo mucho que de hecho le gustaba hacerlo. Se sentía
libre y satisfecho con su vida, no quería volver a ver a Jesús, no quería que
le hablara o se le acercara, le causaba una repulsión que jamás creyó sentir o
que quizá había reprimido demasiado, no quería JAMÁS tener que volver a
soportar algo así.
Fue solo poco antes de navidad que Martha le
enseñó de la nada una foto en su celular.
-¿Qué te parece?- le preguntó de pronto y Denis
rodó los ojos.
Sabía que aquello era un truco y estaba por
ignorarla cuando vio de reojo una sonrisa que le pareció familiar, sin poder
evitarlo centró su mirada en la foto y se quedó paralizado viéndolo… ese… ¿ese
no era Román? Había pasado mucho tiempo pero no había cambiado tanto como para
no reconocerlo… estaba… estaba tan encantador como siempre… la misma sonrisa
fácil, el mismo cabello castaño suave que le hacía querer hundir los dedos en
él y casi el mismo rostro hermoso… pero lucia más maduro, también había
crecido… estaba tan sexy…
-¡Ah… mira como te has quedado pasmado!- Martha
celebró- mi novio dice que está interesado en conocerte, ¿qué dices? se que la
regamos la última vez pero aunque sea para el rato no estaría mal conocer a
este bombón ¿o sí?- le guiñó un ojo.
Denis salió de su trance ante la burla y pasó
saliva intentando parecer indiferente.
-¿Cómo se llama?- preguntó solo para
asegurarse, aunque por dentro estaba muy seguro de quién era… ¿él quería
conocerlo? ¿Lo recordaba?- Él… le pidió a tu amigo lo de la… ¿cita?- preguntó
intentando que no se le notara el interés y el nerviosismo, pero era difícil
cuando la sangre se había agolpado en su rostro y su corazón no dejaba de
martillar en su pecho.
-Si suertudo, él se lo pidió. Se llama Román Saldívar.
Denis que estaba cocinando en ese momento cortó
las papas sin pelar con una sonrisa idiota en su rostro, Román… era él.
Martha y José pasaron
a buscar a Denis a su departamento y tomaron un Uber al lugar de la cita, era
año nuevo y no iban a escatimar en alcohol así que ninguno llevo su auto. Denis
pensó incluso para sus fantasías más
profundas que no estaría mal no volver a dormir… nunca se había sentido mejor
durante el sexo que con Román, él siempre lo había hecho sentir deseado y extasiado
con solo unos roces, lo que le hacía sentir en la cama era algo que nunca había
vuelto a repetir.
Una vez se lo había
contado a José, aunque no le había dicho el nombre de su ex, y éste le había
explicado que era el efecto de la adolescencia, era una época en la que todo
era mucho más intenso e incluso alguien que no te gustaba demasiado podía hacerte
sentir bien, mucho más alguien que te tenía todo embobado y enamorado, habría
tenido un orgasmo aunque el sujeto no supiera qué carajo estaba haciendo. Con
el tiempo y tras diferentes experiencias Denis le dio la razón, debía ser algo
que solo se podía vivir en esa época.
Pero si era así… ¿por
qué se sentía como un adolescente en su primera cita? ¿Por qué se sentía como
la primera vez que Román lo había invitado a salir? Cuando solo habían ido a
comprar un par de tenis nuevos? ¿De verdad había sido la adolescencia?
Román por su lado aún
estaba en su departamento preparándose
para un maratón de Netflix, tenía ya la bebida, la comida y se había puesto
ropa de casa elegante para pasar la noche. Y con elegante se refería a unos
pantalones casuales muy cómodos, un sweater de cuello redondo azul y sus gafas
de montura gruesa, tenía el cabello en su forma natural, lucía
arrebatadoramente atractivo pero no era difícil con su apariencia. Estaba
descalzo y la sombra de las cinco ya era notoria en su mandíbula. Lejos de
lucir descuidado lucía muy seductor. Estaba colocando los bocadillos en la
mesita de su sala cuando el sonido del timbre lo llamó. Curioso caminó a la
puerta, no tenía pensado recibir visitas.
Se asomó por la
mirilla y vio a dos de sus amigos esperando fuera. Sin recordar lo que éstos le
habían dicho antes les abrió con una sonrisa.
-¿Qué tenemos aquí? ¿Qué
hacen mis muy no solteros amigos aquí a
esta hora? No me digan que los plantaron y vienen por consuelo-. Ambos hombres
lo vieron frunciendo las cejas.
-¿Por qué no estás
listo? Vamos a llegar tarde- le reclamó uno.
-Román de todos los días ¿tenías que ponerte
perezoso hoy? Martha va a matarme si no llego a tiempo hoy.
Román frunció el ceño
ante los repentinos reclamos.
-Paren el auto ahí, ¿cómo
por que tendría que estar listo? ¿para qué?
-Román, te dijimos que
te habíamos arreglado una cita para hoy- le recordó uno y entonces Román
recordó el asunto.
-Ahhh si- se recargó
en el marco de la puerta- y yo les dije que no tenía pensado pasar mi noche consolando
a nadie- soltó fácil.
-Amigo, no seas así-
le rogó uno de ellos- los chicos ya le dijeron a ese muchacho que tú querías
conocerlo, no me quedes mal.
-¿Cómo por qué querría
conocer a un sujeto inestable emocionalmente que acaba de salir de una relación
de mierda? Que ustedes estén completamente dominados por su pareja no es mi
problema.
-¿No puedes ir aunque
sea un rato? Después puedes inventar que te buscan o algo así, es más, le diré
a mi hermana que te llame y se haga pasar por tu hermana y te saque de ahí ¿ok?
Román solo rodó los
ojos no dispuesto a cooperar con aquello.
-Vamos Román, ten algo
de empatía… al pobre chico lo acaba de engañar su novio y ahora le dijeron que
tu quieres conocerlo, si lo plantas se sentirá horrible-. Apeló a la empatía de su amigo.
Román frunció el ceño
pero tras meditarlo gruñó y entró a la casa.
-Me pondré unos
zapatos- renegó.
-No podrías… no se… ¿cambiarte un poco también? -Román era guapo
siempre pero no lucía exactamente como alguien interesado en conocer a alguien.
-Lo tomas o lo
dejas-amenazó el castaño
-Ya pues, ya solo ponte
los benditos zapatos- se rindió su compañero.
Por su parte cuando
llegaron al sitio de la cita Denis se sorprendió un poco, aquello era un club
de baile del tipo que tenía algunas mesas,
una barra amplia y sitio para bailar, la música era estridente y había
que gritar para que tu compañero te
escuchara. Comenzó a sentirse confundido… ese era el ultimo tipo de lugar que Román
escogería para una cita, al menos el viejo Román.
“El cine aún está bien,
pero prefiero un sitio en el que podamos hablar sin gritar, donde pueda verte
claramente y que mi mundo se centre solo en ti aunque sea solo por ese instante”
Recordaba sus palabras
tan claras… aunque se desconcertó un
poco, había pasado mucho tiempo, las personas cambian. Entró al sitio y
buscaron una mesa, Denis miró a su alrededor y notó que en la pista las parejas
se hablaban al oído para escucharse… eso no parecía tan mal… frunció el ceño,
aunque Román no bailaba ¿había aprendido con los años? Porque él no…
Pasaron los minutos y
Martha llamó a su novio para preguntar en dónde estaban, su excusa fue que
había mucho tráfico y que pronto estarían ahí, ya había pasado media hora
cuando Martha llamó y Denis comenzó a tener una mala sensación de la situación,
el Román que conocía jamás había llegado tarde a una de sus citas, ni una sola
vez….
Y lo cierto es que al Román
actual tampoco le gustaba llegar tarde incluso si no le importaba la cita, pero
dado que había sido una decisión de última hora le tomó su tiempo ponerse los
zapatos. Regresar todos sus bocadillos
al refrigerador, colocar las alarmas y revisar que todo quedase en orden, pese
a que no fue mucho fue lo suficiente como para llegar casi cuarenta minutos
tarde.
.¡Ya están aquí!- José
divisó a su novio y sus compañeros y los señaló cuando estos entraron al club,
de inmediato Denis buscó a Román y se desconcertó al verlo… lucía muy guapo
pero… no lucía como si fuese a una cita, ¿quizá habían cambiado sus gustos?
Bajó la mirada y
desbloqueó su teléfono, abrió su facebook, Martha se lo había dado y revisó las
fotos subidas… en todas lucía con el cabello arreglado y la ropa impecable,
zapatos de vestir lustrosos y sin gafas.
Y lo cierto es que Román
no necesitaba gafas, pero las usaba de protección para la computadora y la
televisión, se le había olvidado quitárselas al salir.
Pesimista como se había
acostumbrado a ser el último año y medio, Denis no tardó en deducir lo que
pasaba… Román no estaba interesado en reencontrarse con él.
Los hombres caminaron
hacia su mesa. Román era un cotizado abogado y recientemente había comenzado a
dar algunas clases en una universidad de prestigio como un favor especial a su
mentor. Algunos alumnos lo reconocieron y se detuvieron a saludar. Sus amigos
se adelantaron y llegaron primero a la mesa.
Tras disculparse se
presentaron con Denis y le dijeron que Román vendría pronto es solo que lo habían
interceptado y le era difícil deshacerse de las miniplagas.
Denis asintió con una
sonrisa, aunque no tenia deseos de sonreír, no era la primera vez que Román se veía
rodeado de chicas que querían su atención, cuando salían de la escuela a menudo
era así…pero el jamás lo había hecho esperar.
No hay daño si no hay
comparación. Denis notó enseguida que el Román de sus recuerdos ya no existía,
y que el chico que había sido su príncipe solo habitaba en su cabeza.
Denis bajó la cabeza y
se vio en el reflejo del líquido en su vaso. Se sintió tan patético y estúpido,
había pasado horas escogiendo su atuendo, arreglando su cabello e intentando
decidir si delinear ligeramente sus ojos o no,
se había arreglado las uñas y rasurado con cuidado y no solo hablaba del
rostro ¡maldición! Se sintió tan
avergonzado de sí mismo.
Creyó que no podría
sentirse peor hasta que una voz similar a la de sus recuerdos gritó por encima
de la música, se estaba disculpando por la demora, Denis levantó la mirada por
reflejo y cuando se encontró con la de Román deseó no haberlo hecho. La sonrisa
de su ex se congeló al verlo, inmediatamente lo analizó y su confusión fue
evidente en todo su rostro.
-Lo lamento- Denis no
soportó la incredulidad de Román al verlo vestido para una cita, probablemente
adivinando que había mal interpretado y había asistido con un interés romántico
a aquella reunión- tengo que irme, tengo una cita a ciegas pronto así que solo quería
disculparme en persona- mintió como jamás había sentido la necesidad de hacer. Podía
aceptar que su novio lo engañara, que creyera que no buscaba citas porque no
podía olvidarlo, pero cuando se trataba de Román, simplemente no pudo soportar
la idea de que supiera lo patético que era. Le dedicó un asentimiento a su ex y
se dio media vuelta sin dudarlo y se marchó.
Denis sintió que le
temblaban las piernas mientras se marchaba y para sentirse más seguro hizo sus
manos más pesadas, comenzó a acelerar y para cuando cruzó la pista estaba casi
corriendo, quería llorar de rabia consigo mismo, de frustración y de desilusión
pero no podía permitírselo donde aún pudieran verlo.
Lo que Denis no notó es que justo su otro ex también estaba ahí. Jesús
vio a Denis cruzar la pista como si estuviese a punto de llorar y rápidamente
buscó de dónde venia, como intentando averiguar qué pasaba. Casi enseguida vio
a Martha y José sentados cerca de la baranda en la segunda planta, desde ahí podía
verse directamente en su dirección.
Jesús estaba con su
asistente esa noche, principalmente porque era la compañía más a la mano y ya había
perdido mucho como para soltarla también, sin embargo, ver a Denis salir así lo
cambiaba todo, Denis seguramente lo había visto con la chica y no había podido
soportarlo, aunque fingiera ser indiferente en el trabajo Denis aún lo amaba,
no cabía duda. Sonrió para sus adentros y no se molestó en avisarle a la joven
con la que estaba a dónde iba, solo le pidió un minuto y se marchó tras su ex.
La mujer con la que
estaba era guapa e indudablemente era deliciosa en la cama pero no era lo que
buscaba para pasar el resto de su vida, una mujer tan fácil servía solo para
pasar el rato. El prefería a alguien recatado y obediente como Denis, el hombre
era seguro y poderoso frente a los demás pero con él siempre era sumiso y
tranquilo, lo escuchaba en todo, era justo lo que quería para una pareja. Además
su carrera había ido cuesta abajo desde que terminara con él, llevaban menos de
dos meses separados y ya sentía la carga del trabajo como algo casi
insoportable, su amante desde luego quería ayudar pero no era tan capaz como
Denis, aunque la intención era aceptable no valía nada una vez que recuperara a
Denis.
-¡Denis!- llamó a su
ex en cuanto lo vio parado junto a una farola, masajeándose los ojos,
seguramente intentando parar de llorar. Sonrió comprensivamente al verlo y se
acercó con paso suave, como lo haría con una animalito lastimado- ¿estás bien?-
preguntó con voz suave.
Denis vio al sujeto y
frunció el ceño confundido- ¿Qué haces aquí?- su tono sonó algo duro y Jesús lo
confundió con celos.
-¿Dónde más estaría si
no? Te vi salir y me preocupe, ¿estás bien?- volvió a preguntar.
Denis rodó los ojos y
bufó antes de extender la mano ahuyentándolo.
-Estoy bien, lárgate,
eres la última persona que quiero ver- gruñó.
-Sé que te lastime… pero
también sé que aún me quieres, también te amo ¿de verdad tenemos que hacernos esto?- sonaba
tan apesumbrado.
-¿Puedes dejar de
poner tus fantasías sobre mi? No quiero tener nada que ver contigo. Y si no te
largas tu ¡perfecto! ¡me largo yo!- e hizo el intento de marcharse pero Jesús
le sujetó por el brazo.
-¡¿Por qué tienes que
ser tan necio?!- se exasperó, no estaba acostumbrado a un Denis que no lo
escuchaba.
-¿Y tu por qué eres
tan imbécil?- jaló el brazo zafándose del agarre ajeno- ¿tienes algún problema
de atención o retraso? Te estoy diciendo claramente que no quiero tener nada
que ver contigo ¿qué tan difícil es de entender?- gruñó golpeando la mano que
intentaba alcanzarlo de nuevo.
-¿Quién va a creer
eso? Salimos por año y medio, nadie te conoce mejor que yo, sé que me amas, si
no ¿por qué saliste conmigo por tanto tiempo?- se burló.
-Por idiota, por eso,
no hay otra respuesta, porque sentía lastima por ti. Nunca me gustaste y me
sentía culpable por eso, jamás disfruté estar a tu lado y sinceramente es un
alivio al fin sacarte de mi vida, ¿eso te basta o comienzo a hablar de la
tortura que fue compartir la cama contigo?- Denis, era muy empático, fue eso lo
que lo mantuvo en aquella relación tanto tiempo, también era lo que le había
impedido decirle aquellas cosas antes aún cuando lo había engañado, pero en ese
momento estaba tan afectado por Román que no le importó, sintió por primera vez
la pérdida, porque incluso cuando se separaron siempre sintió que podrían
volver a verse en cualquier momento, que quizá
aún pensaba en él, ahora se estaba enfrentando a la pérdida y al luto.
Jesús abrió grandes
los ojos con la respuesta ajena y cuando mencionó su intimidad sintió que veía
rojo de lo ofendido que estaba. Levantó la mano con intención de golpear el
rostro de Denis y éste podría haberse defendido, pero no tuvo oportunidad.
Antes de que Jesús pudiese hacer nada alguien más le sujetó el brazo y le
golpeó directo en la boca del estómago
con la rodilla, fue un movimiento rápido, fluido y preciso. Jesús cayó al suelo
de rodillas completamente sin aire y luchó por recuperarse sin lograrlo.
Denis se quedó pasmado
viendo al hombre parado frente a él, como cubriéndolo, como protegiéndolo y
Denis sintió que veía un reflejo del pasado.
-¿Román…?
Román se giró rápidamente
al escuchar su nombre y su atención que estaba centrada en el extraño se volcó
completamente en Denis.
-Hey- le susurró- ¿estás
bien? – preguntó despacio tomándolo por los hombros, viéndolo en todas
direcciones como buscando algún rasguño-. Tranquilo, estoy aquí- lo consoló al
ver sus ojos húmedos y el delineador ligeramente corrido. Levantó una mano y
retiró los residuos debajo de los ojos ajenos con su pulgar, suave, muy
suavemente.
Denis se sintió tocado
por su preocupación y aunque estaba desilusionado le era imposible desquitarse con
Román.
-No soy yo el que está
en el suelo- sonrió amigablemente, tomó las manos ajenas y las separó
suavemente de él, era difícil pero no quería un contacto tan “cercano” con un
Román que no iba a tener.
-¿Es cierto?- Román
sonrió torpemente y se giró a ver al hombre que le miraba con ira mientras se
recuperaba de a poco- marchémonos de aquí- gruñó y lo rodeó por los hombros
guiándolo a la calle principal a la vuelta de la esquina, donde la urbe era más
ajetreada y la gente iba de aquí para allá.
Cuando Román vio a
todas las parejas caminando juntas o las familias camino a algún sitio sintió
que él era igual, con la persona correcta a su lado. Miró de reojo a su ex y
sonrió tontamente, aunque enseguida notó la apariencia. Estaba tan arrepentido
de no haberse preocupado más por su apariencia. Cuando levantó la mirada notó
que Denis lo observaba.
-Normalmente no luzco
así- se defendió sin que nadie lo acusara- los chicos me fueron a buscar de la
nada para completar los números y no tuve tiempo de cambiarme de ropa- Mintió sin ningún remordimiento- no habría
venido así si supiese que iba a verte- murmuró lo último y Denis bajó la mirada
y sonrió con la sangre golpeando sus mejillas y sonrojando sus orejas.
-Parece que los años
no han hecho nada con tu boca dulce- se burló, pero estaba sonriendo.
-Je…- rió nervioso,
pero no olvidó lo que lo tenía más preocupado- no tenía pensado beber así que
traje mi auto…- comenzó la plática- te llevaré a tu cita- propuso aunque no dio
espacio al rechazo.
-¿A mi cita?- Denis se
desconcertó, no tenía ninguna cita, tarde recordó que lo había mencionado al
marcharse- ah…ya, mi cita- se rió nervioso- amm no creo que se vea bien que
llegue a una cita en el auto de mi ex…- desvió la mirada.
-¿Por qué no? Te
conozco desde hace tanto años, puedo ir y te daré mi opinión del sujeto-
nefasto, incompatible, arrogante, desaliñado, maniaco, sospechoso, el podía ir
enumerando los defectos que tendría sin duda que mencionar a Denis sobre su
potencial pareja.
-En realidad ya no
estoy de humor para una cita a ciegas- mintió, sin atreverse aún a ver a su ex
al rostro.
-¿Y qué tal una cita
con un viejo amor?- Román golpeó mientras el hierro aún estaba caliente.
-¿Qué? ¿Quieres que
regrese con el idiota de antes?- Denis bromeó un poco, movido también por la
timidez y la vergüenza del momento, como un adolescente enamorado.
-Tú no tienes tan mal
gusto- Román se quejó.
-Te sorprendería, salí
un año y medio con él- bufó.
-Y fue espantoso, lo
escuché- completó.
-¿Tu escuchaste…?- se
avergonzó más- ¿qué… qué tanto?- bajó la mirada.
-La parte donde ponías
a ese idiota en su lugar-. Notó que Denis se avergonzaba mas- estaba
malditamente orgulloso de ti.
Denis levantó la
mirada tentativamente, buscando los ojos ajenos y pudo decir que no le mentía,
sonrió y volvió a bajar la mirada.
-Gracias… lo tragué
mucho tiempo, creo que si lo hubiese callado más me habría ahogado.
-¿De verdad… no
sientes nada por él?- preguntó con el corazón en la garganta.
-No- Denis respondió
fácilmente y sin dudas- jamás sentí nada por él, nada positivo al menos. Me
cuesta creer como pude estar con él tanto tiempo… obligarme a estar con él
tanto tiempo.
-Lo importante es que
ya no está en tu vida- tomó la mano ajena y entrelazó sus dedos con los de la
mano pequeña y ésta le regresó el gesto. Perfecto… tenía oportunidad ahí.
-Entonces… cuando
hablabas de un viejo amor…
-Bueno… espero que no
te moleste pero me estaba postulando…- sonrió con aquel gesto coqueto que hacía
que a Denis le temblaran las piernas- Soy un excelente partido, te lo aseguro,
que no te engañe mi atuendo poco festivo…
Denis rió divertido.
-No… no me engaña,
luces guapo y sexy con lo que te pongas- se atrevió a coquetear.
Denis había sufrido un
fuerte golpe en su autoestima después de lo de Jesús, pero estar con Román era
como volver en el tiempo, volver a ser el mismo joven que no pensaba demasiado
las cosas, el que tenía al chico que adoraba frente a él y solo podía pensar en
eso.
-Gracias- Román sonrió
como un idiota.
-Si te interrumpieron
para traerte ¿qué estabas pensando hacer para fin de año?- preguntó curioso.
-Bueno, no es
imposible decirte, pero tienes que prometer que no te vas a burlar.
-Promesa de scout.
-Tú nunca fuiste scout-
reprendió.
-¿No? ¿Aún es tarde? ¿Te
gustan los uniformes? Puedo ponerme uno para ti- Denis no recordaba haberse
sentido tan desinhibido en mucho tiempo y Román no sintió que hubiese nada
raro, era ese el Denis que él recordaba.
Román se rio todo
nervioso e idiota ante el coqueteo y pasó saliva.
-De hecho… creo que
comienzan a gustarme…
-¿Entonces?
-¿Entonces? Es difícil
decidir, puedo pensar en muchos- tenía la mirada fija en su acompañante y Denis
se sonrojó a todo lo que daba su piel golpeando ligeramente el brazo ajeno.
-Me estabas diciendo cómo
pensabas pasar el fin de año.
-Ah sí… eso…- recuperó
el rumbo de sus pensamientos de los nada santos a donde se habían torcido- hice
una lista de las películas que tenía pendientes, preparé bebidas, comida
chatarra y estaba listo para hundirme en la completa autocomplacencia cuando
vinieron a buscarme- se rió.
Cualquier persona que
lo conociera de poco tiempo encontraría la imagen incompatible con el perfecto
abogado y profesor que era, pero a Denis le calzaba bastante bien. Sonrió y
abrazó el brazo ajeno pegándose a él.
-Suena genial… ¿me
invitas?- ladeó el rostro chupando su labio inferior.
-A donde quieras
cariño- respondió en automático pero a ninguno de los dos le molestó.
Fueron por el auto de Román
y se embarcaron a la casa del mayor, hablaron sobre la música de Román y aunque
había pasado mucho tiempo, era como si nunca hubiesen dejado de verse. Algo
maravilloso de su relación era que eran como mejores amigos que se tenían más
ganas que un mendigo a un trozo de carne. Estaban cómodos juntos casi en
cualquier ambiente.
Román le abrió la puerta
cuando llegaron y se alegró de tener todo en orden, vio a todos lados no sabiendo
si ir primero por las bebidas, la comida, encender la televisión o ¡cambiarse
de ropa por algo que lo hiciera ver mejor!
-¿Crees que puedas
prestarme algo de ropa?- la pregunta de Denis sorprendió a Román y se giró a
verlo extrañado.
-Si claro… ¿qué… qué
quieres?
-Cualquier cosa más cómoda,
esta no es ropa como para maratón de Netflix – se rió divertido. Román asintió
y lo guió a su habitación, abrió el armario y le mostró dónde estaba la ropa.
-Puedes tomar lo que
más te guste y te acomode… iré a preparar lo demás mientras te cambias- Denis
asintió y Román salió a paso rápido. A menudo recordaba a su primer gran y
único amor, tenerlo ahí en su habitación estaba superponiendo muchas fantasías
que habían pasado por su cabeza a lo largo de los años.
Fue a la cocina y
calentó el queso de los nachos, sacó las bebidas, el resto de la botana y
sintió que aquello no era suficiente. Tomó el teléfono decidiendo qué comida
pedir para que Denis cenara cuando la voz de éste le llamó.
-Román….
Cuando este se giró y
vio a Denis con aparentemente solo una de sus camisas puesta se le cayó el
teléfono de las manos.
-Ah…eh….- ¿estaba
fantaseando? ¿Se había escapado de la realidad? ¿Qué traía puesto Denis? ¿Había
algo bajo la camisa? Cálmate Román, cálmate ¡no puedes dar un paso en falso!
Denis vio la respuesta
pasmada de Román y se mordió el labio.
-Entonces… ¿me
invitaste a un maratón de Netflix y realmente pensabas ver algo en netflix?-
preguntó bajito.
Roman asintió
lentamente sin lograr articular palabra, pero a medida que asentía le fue
cayendo la realidad de lo que estaba pasando y comenzó a negar efusivamente-
no- aseguró y dio un par de zancadas grandes y apresuradas hacia su pareja, sin
perder el tiempo lo rodeó por la cintura y buscó su boca con el hambre que había
acumulado a lo largo de los años- definitivamente no…
Román bajó la mano a
los glúteos ajenos y gruñó en el beso al sentir que efectivamente no había nada
debajo de la camisa. Entre besos caminaron hacia el sillón y cayeron sobre él,
Denis sobre Román, pero no por mucho tiempo pues éste lo giró dejándolo bajo su
cuerpo. Comenzó a despuntar los botones de la enorme camisa sin parar de
besarlo.
Denis le rodeó el
cuello con los brazos y sus piernas también lo rodearon dejando que se hiciera
cargo de la camisa como pudiera, ocupándose únicamente se restregarse contra el
cuerpo ajeno, disfrutando de cómo se encendía con cada gesto.
Román le sujeto por
las nalgas en un arranque y lo levantó pegándolo a su cuerpo como si pudiese
penetrarlo por encima de la ropa. El movimiento hizo que golpearan ligeramente
la mesa de centro cerca y los bocadillos y bebidas temblaran en ella.
-Lo lamento, parece
que haré que desperdicies tus bocadillos- sonrió coqueto, enredando los dedos
en el cabello ajeno de forma insinuante.
-No te preocupes, no
serán un desperdicio, tendrás hambre cuando termine contigo, lo prometo-.
Sonrió y Denis se mordió los labios esperándolo, su miembro presionó contra el
vientre ajeno demostrando lo mucho que la idea le gustaba. Román lo sintió y sonrió-
siempre has sido travieso- lo acusó y Denis se encogió de hombros sin decir
nada pero aún sonreía y Román amaba verlo sonreír, buscó su boca una vez más.
Cuando terminó de
abrir por completo la camisa de su ex, Román dibujo un surco de besos por su
cuello y su vientre, deteniéndose y volviendo a sus pezones, sabiendo lo mucho
que le gustaba que los lamiera, sus dedos ágiles juguetearon con la punta del
miembro ajeno y Denis simplemente se dejó hacer sintiéndose en la gloria, parecía
como si la lengua de su pareja pudiese enviar ondas eléctricas que se conectaban
a sus dedos porque había un hormigueo conectando ambos puntos, haciéndolo
agitarse y sentir como si no pudiese alcanzar suficiente aire.
Se abrazó al castaño y
buscó su boca con desesperación, sintió la lengua ajena empujar dentro de su
boca y sintió que se venía solo de la intrusión, la lengua de Román saqueó su
boca hormigueándola por completo. Empujó su lengua y como recompensa la ajena
jugó con ella, la forma en que Román se hacía con su boca lo tenía hecho
gelatina, sintió entonces un dedo empujándose en él y gimió sin poder controlar
su parte baja. Siempre era así, cuando hacía el amor con Román perdía por
completo el control sobre su cuerpo.
-Házme tuyo Román-
rogó contra la boca ajena, su cuerpo entero gritaba que necesitaba más de aquel
hombre.
-No hay forma de que
escapes de mi hoy- contestó sujetando la nuca ajena con su mano libre y
volviendo a violar aquella boquita exquisita que tanto había anhelado.
Parecían un par de
adolescentes embriagados por la lujuria y cuando después de prepararlo Román
por fin entró en él, el sentimiento de
ser abierto y expandido fue simplemente
maravilloso, su miembro goteaba y sentía que le temblaban las puntas de los
pies, le hormigueaban las plantas y no tenía fuerza alguna en las piernas. Como
un muñeco fue tomado por su pareja, empujando una y otra vez en su cuerpo sin
que pudiese hacer otra cosa que gemir de placer y llorar por más. Se aferró al
cuello ajeno y lloró de lo malditamente feliz y dichoso que estaba.
Dos horas después,
cuando Denis sintió que su cuerpo no daba para más y Román se vino en su vientre
recordó lo malditamente alucinante que era estar con aquel hombre, su
resistencia no era humana, de adolescente había apenas podido seguirle el
ritmo, actualmente sentía que desfallecería en cualquier momento y lo peor es
que le encantaba.
-¿Qué demonios comes?-
se quejó aunque su cuerpo entero estaba satisfecho.
-Duermo mis horas,
hago todas mis comidas, algo de ejercicio y listo, quizá deberías intentarlo-
se burló mordiéndole la oreja.
-¿Me estás llamando
gordo?- se ofendió.
Román soltó una
carcajada de buena gana y lo acurrucó contra su cuerpo
-¿Qué parte de ti es
gorda? Lo digo por tu resistencia, si tuvieses un poco más de fuerza- paseó los
dedos por su espada- podríamos seguir…
-¡Eres un mounstruo!-
se quejó pero también sonrió restregándose contra él, su piel firme y lisa se
sentía tan bien-. Y hablando de eso… tenias razón, tengo un hambre monstruosa-
se quejó.
-¿Quieres darte un baño?-
no esperó respuesta y se levantó lentamente tomando a su pareja en brazos para
llevarlo al dormitorio.
-¿Qué es esto, caminata
al recinto nupcial?- se burló por como lo llevaba cual princesa.
-Si fuese así hicimos
esto en el orden equivocado.
-A quién le importa un
carajo el orden – Denis renegó tomando la oreja ajena entre sus dientes jugueteando con ella.
-Gmmm- Román gruñó
moviendo la cabeza y cerrando levemente los ojos-. Para ahí travieso o vas a
ensuciarte más en vez de bañarte.
-Ya estoy sucio de
todos modos.
Román no necesito mucho,
lanzó a su pareja a la cama y levantó una de sus piernas penetrándolo de lado.
El ángulo de la posición llevó a Denis a un nuevo nivel de placer y no tardó en
llorar y rogar que parara. Aunque el sexo siempre era increíble justo esa
postura lo hizo sentir que perdería la razón.
-No… no… no, por
favor…. Román ahhh ahhh- gimió por aire y se aferró a las sábanas, el orgasmo
que le sobrevino fue tan intenso que lo dejó llorando un buen rato. Román lo
levantó con cuidado y lo llevó al baño y lo acunó hasta que se calmó.
-Lo siento… -le
murmuró cuando lo vio más tranquilo- Debí detenerme- lo sentía disfrutar, así
que no pensó que lo dijese en serio. Se sentía malditamente culpable- ¿cómo
estás? – murmuró preocupado.
-No digas tonterías-
murmuró Denis apenado por el mal entendido. Si había llorado era porque se había
sentido increíble, tan abrumador que no había sabido cómo expresarlo y se había
largado a llorar- me gustó…- murmuró dibujando círculos en el pecho ajeno- repitamos
después ¿ok?- pidió y Román sonrió encantado.
-No lo dudes.
Román le ayudo a
bañarse y cuando estuvieron limpios dejó a Denis en la bañera y le dijo que iría
a calentar y arreglar todo de nuevo.
Denis se tomó su tiempo en relajarse, se vistió con ropa de casa de su
ex y salió caminando despacio, no dolía en absoluto pero aún se sentía abierto
y húmedo. La idea morbosa de saberse así
y que Román podría entrar con facilidad si se le antojaba le avergonzó y la
alejó rápidamente.
-De verdad limpiaste
todo- sonrió sutilmente, ahora que había llegado a los límites de lo físico se
sintió algo avergonzado.
-Si…- Román no paró de
sonreírle, caminó hacia él y le guió a un asiento preguntándole qué deseaba,
como si estuviese preparado para darle de comer.
-Puedo comer solo- se
rió- no seas exagerado.
-Bueno, pero puedo
servirte ¿qué quieres en tu plato?- sin espacio a negociación, Denis le indicó
y cenaron en un cómodo silencio.
Denis miró el reloj de
pared, era casi la media noche, era un nuevo año el que se avecinaba y el
quería también una nueva vida, lejos de aquel ultimo año y medio fatídico.
-Román… tu… bueno… ¿te gustaría que siguiéramos viéndonos?-
preguntó descuidadamente y Román se quedo paralizado con una papita en la boca.
-¿Viéndonos? – frunció
el ceño- viéndonos como… ¿cómo?- por primera vez sintió que no sabía qué pasaba
por la mente de Denis.
-Solo decía…- intentó
no parecer decepcionado.
Román apartó su plato
y se acercó hacia Denis con suavidad.
-Tu… ¿no estás abierto
a iniciar una relación nueva?- preguntó con cuidado, un poco con temor.
-¿Como tú y yo?-
preguntó sin saber si se lo estaba proponiendo o si solo estaba midiendo la
marea.
-Si… no… no esperaba que esto fuese algo de una
noche…- aclaró.
Denis levanto la
mirada de inmediato y se humedeció los labios- yo tampoco- aseguró rápidamente
cuando se dio cuenta de que su silencio daba a entender que el sí.
-No creo que esto sea
apresurado… te he estado esperando mucho tiempo, tenías 18 y yo 19 cuando nos
separamos… se que sabía entonces lo que quería y lo sé aún, pero ya no tengo
miedo al qué dirán ¿y tú?
-Yo tampoco- murmuró.
-Entonces… quizá esto sea
algo anticuado pero…- se inclinó ante su pareja y tomó sus manos- ¿qué me
dices… quieres? – se ahogó un poco con su risa, aquello era vergonzoso y algo
ridículo- ¿quieres ser mi novio?- preguntó al fin. Casi al instante las
campanas del reloj sonaron marcando el inicio de un nuevo año.
-Si… si quiero…- era
el mejor inicio de año que jamás había tenido.
El primero de enero
Denis tuvo el día libre por feriado y después venía el domingo, así que
simplemente se quedó con Román hasta la tarde poniéndose al día sobre su vida y
en completa luna de miel. Incluso cuando ya tenía que irse a su casa Román lo
convenció de ir por un juego de ropa a su casa y quedarse a dormir con él esa
noche.
-Te haré la cena mas
deliciosa, ¿qué dices?- preguntó abrazando a su pareja por la cintura
impidiéndole moverse. Denis fingió
luchar e intentar liberarse pero finalmente aceptó quedarse.
Román lo acompañó a
casa, podría haber sido solo amable pero en cambio argumentó que no podía dejar
que se escapara. Así la escolta se volvió un entretenido juego de Rol en el que
Denis era “custodiado” por su carcelero para volver a su celda. Denis no podría estar más feliz.
Fueron en Uber a la
casa para poder regresar con el auto de Denis.
Pasaron el día juntos,
esta vez de verdad tuvieron un maratón de películas de Netflix y cenaron
temprano.
Eran la siete de la
noche cuando Denis se encontró en la cama con las caderas en alto sintiendo que
el placer le explotaba el cuerpo desde su trasero hasta la punta de sus
extremidades. Román podía ser muy dulce, pero en ocasiones también era
dominante y rudo parecía poder leer lo que le gustaba y en esos momento le
sujetó el cabello con firmeza. Tomó una porción grande de cabello de modo que
al jalarlo no lo lastimó y lo “obligó” a buscar su boca, Denis se estaba
derritiendo, era especialmente débil a los besos y la forma demandante en que
aquella lengua barrió con su boca simplemente terminó por derretirlo.
Terminaron
relativamente rápido, media hora después estaban jadeantes en la cama.
-Si sabes que
trabajamos mañana ¿verdad?- se quejó Denis golpeando sin nada de fuerza él
vientre de su compañero, simplemente dejando caer el brazo sobre él.
-Lo sé…- Román se rió
aún recuperando el aliento- por eso comencé temprano.
El argumento solo le
ganó otro manotazo, pero Román solo se rio. Cuando estuvieron recuperados se
bañaron por separado para evitar tentaciones. El dueño de la casa hizo la cama
y durmieron profundamente.
Como ambos entraban a
las nueve de la mañana al trabajo se despidieron en la entrada con un beso poco
casto. Denis intentaba entrar a su auto pero Román no parecía querer parar de
besarlo.
-Vamos a llegar tarde-
Denis se quejó riéndose divertido por el acto del otro.
-Trabajar está
sobrevalorado, no hay que ir.
-¿Y como se supone que
vas a cuidar de mi en la ancianidad desempleado?
La mención de una vida
juntos fue como miel para los oídos de Román que finalmente se comprometió y lo
dejó marcharse.
Esa mañana en el
trabajo fue diferente a su último año y medio, por primera vez en mucho tiempo
se sentía de buen humor al estacionar en el subterráneo del edificio de su compañía.
El dueño de la empresa era un buen amigo suyo, habían estudiado juntos en la
universidad en algunas clases pese a que eran de grados distintos. En cuanto se
graduó lo reclutó y había estado en la empresa desde su fundación hacía ya ocho
años.
La mayoría de los
empleados habían ido rotando con el tiempo, muchos de los que habían iniciado
se habían rendido en el camino y las personas con más antigüedad en ese momento
eran Denis, el propio dueño y Jesús. La
mayoría de los empleados creía que Denis y Jesús tenían un rango más o
menos similar, eran amigos del jefe y en opinión de los empleados habían
formado la empresa juntos desde su cimientos, aunque lo cierto era que Jesús había
entrado solo cinco años atrás. Justo cuando la empresa se había estabilizado y empezaba
a crecer.
-Buenos días- saludó
al guardia junto al elevador, había varias empresas en el mismo edificio y su
compañía solo ocupaba uno de los pisos, pero después de ocho años conocía bien
a los guardias de seguridad- Feliz año nuevo.
-Parece que es
especialmente feliz para alguien- el guardia le abrió la puerta- ¿Cenamos bien
en noche vieja?- preguntó algo pícaro.
-Cenamos de maravilla
“matute”- le llamó por su apodo- pero no es asunto tuyo- lo regañó falsamente.
-Quizá no, pero no me
vendría mal que me pasara la receta con esa sonrisa que le puso en el rostro.
-Secreto de la casa- guiñó
un ojo justo en ese momento la puerta del elevador se abrió.
-¡No sea egoísta!- le
reclamó el guardia mientras el elevador se cerraba.
-¡Consíguete tu propia
receta!- alcanzó a responder antes de que se cerraran por completo.
Denis hizo una parada
en el primer piso donde había una cafetería para pasar a buscar su café
acostumbrado. Cuando se acercó al mostrador la chica tras este le extendió un
vaso térmico.
-Lo de siempre, justo
a la misma hora de siempre- le saludó.
-Gracias, feliz año-.
Sonrió sacando su cartera para pagar- ¿El vaso?- preguntó viendo que no era el
desechable acostumbrado.
-Regalo de año nuevo,
recuerde traerlo diario, hay que cuidar el medio ambiente- recordó la chica
cobrándole el café.
-Ok, seré un adulto
responsable este año, palabra de Scout- prometió y dejó una generosa propina.
-¡Por eso eres mi
cliente favorito cariño!- lo despidió tomando su propina.
Denis seguramente
estaba ganándose unas prominentes arrugas a futuro cerca de la boca, pues no había
parado de sonreír en los últimos dos días.
Parecía que nada
podría detener su buen humor, pero sin duda ver a Jesús a través de las paredes
de cristal parado en su oficina tuvo un efecto inmediato. Bufó, rodó los ojos y
tomó valor para entrar y dejar sus cosas en el escritorio.
-Tenemos que hablar-
fue la primera frase que Denis escuchó de los labios de su ex.
-Tengo que respirar,
comer, beber y sin duda defecar- comenzó a enumerar mientras organizaba su
escritorio- pero sin duda no tengo que hablar contigo- le dedicó un gesto
sonriente frío que enseguida eliminó y le señaló la puerta con un gesto casual-
ya conoces el camino, largo.
-¿Puedes dejar de ser
tan infantil? Llegue antes para poder hablar contigo y estoy seguro de que tu
también.
-¿Y tu puedes dejar de
ser tan ególatra? La hora de entrada son las 9 am, eso quiere decir que tienes
que comenzar a trabajar a las 9 am, no que llegues a las 9 am, así que si me
permites, tengo cosas que hacer- unas muchísimo más importantes, como tomar su
café, recordar su maravilloso fin de semana, revisar sus pendientes, enviarle
un mensaje caliente a su novio, organizar su agenda, llamar a su novio para decir
algo seductor, tener una reunión de principio de año con su equipo de trabajo,
ir a comer con su novio…en fin tantas cosas y tan poco tiempo.
-¿Y si no te permito?-
Jesús colocó ambas manos en el escritorio enfrentando a su ex. Denis estaba sentado
tras su escritorio y miró a su compañero de trabajo sin sentirse en lo más mínimo
intimidado pese a la postura del otro.
-Entonces tendré que
obligarte a salir. Te aconsejo que te ahorres la humillación y te largues, porque
el mejor de tus futuros es que llame a seguridad para que te saque de mi vista-
amenazó lento, bajo pero muy seguro.
-¿Y que si necesito
hablar de trabajo? La empresa X espera la propuesta para su gala de primavera
mañana pero he revisado tu propuesta y todas están fuera de presupuesto-
presionó, Denis estaba a cargo del equipo creativo de la empresa mientras Jesús
se encontraba a cargo del financiero.
Denis no se amedrentó
en lo mas mínimo y en cambio tomó su café y se echó atrás restándole
importancia al asunto.
-Regresa después de
las nueve, aún no estoy en horas laborales para atenderte, no me hagas
repetirme otra vez, largo.
Jesús frunció las cejas
pero tuvo que tragarse su enojo por el momento. No sabía como tratar con este
Denis, su ex había sido siempre algo inalcanzable para él desde que comenzó a trabajar
en la empresa, pero en el último año se había acostumbrado a tenerlo en su
control y se sentía jodidamente bien… ahora no sabía cómo regresar al punto de
partida… no, en realidad a un punto más bajo aún que el de partida.
-Y por cierto Jesús-
Denis le llamó cuando estaba en la puerta y Jesús sintió que seguramente se
estaba ablandando y se giró con aire de suficiencia.
-¿Mm?- levantó una
ceja.
-Mis propuestas
siempre, siempre están dentro del presupuesto, no te equivoques al pensar lo
contrario.
-Creo que te estás
extralimitando en tus funciones- apretó el pomo de la puerta en su mano.
-Y yo creo que olvidas
cuál es tu trabajo, pero no te detendré mas, shu shu- lo ahuyentó- largo,
largo.
Jesús salió de la
oficina con ganas de golpear a alguien,¿ Denis quería oponerse a él? Ya vería
cómo le iría sin su apoyo.
El equipo creativo que
ya había llegado a la oficina observó anonadado la interacción tan increíble a través
de los vidrios de cristal, también vieron a Jesús marcharse furioso, pero
cuando quisiera volver la mirada a su jefe para adivinar lo que pasaba este ya había
oscurecido los vidrios inteligentes de su oficina, aislándolo del resto.
Nadie sabía que había
pasado pero… se alegraban, muchos sabían desde hace tiempo que aquel idiota
engañaba a su jefe pero ninguno se había atrevido a decírselo. Ahora que habían
terminado y su jefe ya no era tan suave con aquel sujeto que creía los podía
mangonear como si estuviese al mando, naturalmente todos estaban muy felices.
Hacía un tiempo todos
tenían muy buena imagen de aquel hombre, amable, romántico, eficiente,
responsable y agradable, pero en algún momento había cambiado por completo o
mejor dicho había mostrado lo que realmente era. Con el apoyo de su jefe había
comenzado a tratarlos con condescendencia. A menudo como si fuesen idiotas o no
supieran de lo que hablaban, su jefe había tenido que trabajar extra para
ajustarse a sus exigencias y ellos sinceramente solo se lamentaban de haberlo
apoyado alguna vez.
Por suerte para todos
bien dice el dicho “no hay mal que dure 100 años”.
Muchas gracias por el regalito ❤️
ResponderEliminarLos mejores deseos para este año nuevo!!!
Buen fin de semana, besos 😘
gracias por el regalo, esperare tus publicaciones que las extrañaba, que este año sea mucho mejor para todos en salud. dinero,trabajo y amor, besos, bye
ResponderEliminar