Ryan entró a su departamento, constaba sólo de una habitación que compartía con Clint y una cocina/sala en donde aún se veían algunos rastros de la pelea que había tenido con su amigo aquella mañana. De ser sinceros su amigo podía pagar un mejor lugar para vivir, posiblemente no un complejo con estacionamiento subterráneo como el de Mr. lunes, pero si un lugar para sí mismo. Él sabía perfectamente, aunque su amigo jamás se lo dijese, que si se quedaba ahí era como un pretexto para ayudarle con la renta. El trabajo de Stripper dejaba una considerable ganancia, era un trabajo que le permitía conseguir buenos ingresos en un corto tiempo, dejándole tiempo libre para la escuela, pero sin ser un trabajo de tiempo completo aún tenía problemas para manejar sus finanzas. Él podría ofrecer un par de servicios algo más “cercanos” pero era un área peligrosa a la que no deseaba entrar, el tipo de trabajo que había escogido ya era bastante peligroso como para agregarle leña al fuego.
Podría sin duda arreglárselas sin su amigo viviendo con él, pero compartir gastos de comida, renta y demás ayudaba bastante. Vio la hora en el reloj de pared, era ya de madrugada, sería mejor irse a dormir. Al día siguiente tenía que regresar un par de libros a la biblioteca de la escuela.
Sus vacaciones de invierno habían iniciado hacia dos días…. En cinco días seria Noche vieja, Ryan se había marchado cuatro noches antes de lo esperado, pensándolo con cabeza fría era mejor así, podía irse acostumbrando a estar solo en esas fechas. Sin preámbulos, más que los de su aseo personal, Ryan se fue a dormir y un par de horas después la mañana llego; fría y solitaria, pero llegó, lo que ya era ganancia.
Ryan se levantó de la cama perezosamente, bostezó y en automático se calzó, se aseó, tomó su reproductor, sus audífonos y salió a correr. Pasados los minutos, mientras corría y entraba en calor fue poco a poco despertando, sintiendo la agradable sensación de sus músculos estirando y contrayendo. Sabía que debería calentar un poco antes de correr, sabía que algún dia le pasaría factura pero de momento era un poco difícil salir de la costumbre.
Para cuando Ryan estuvo cerca de volver a su edificio se encontraba cansado y de buen humor, correr siempre le ponía de buen humor, relajaba su cuerpo y eliminaba cualquier rastro de stress. A poco más de media cuadra de la puerta de su edificio comenzó a trotar, después a caminar mientras se quitaba los auriculares. Su visión se encontró con una de las mas desagradables que conocía, se replanteó volver a ponerse los audifonos y seguir corriendo, pero el orgullo se lo impidió.
Parado entre su ahora tan lejana puerta y él se encontraba uno de sus molestos vecinos, el sujeto tenía su edad. No estudiaba, se había dedicado desde varios años atrás al “modelaje y la actuación”, había salido en algunos comerciales locales y participado en un par de campañas publicitarias de baja categoría, incluso había estado como extra en varias producciones grandes de la televisión nacional. El vecino vivía en el edificio de enfrente, en un departamento considerablemente más costoso que el suyo. Por lo poco que había podido ver del sujeto aprovechaba su atractivo relacionándose con gente más influyente que él, lo había visto por casualidad con algunos de sus amantes, el hombre no respetaba género o edad.
—Debe ser difícil levantarse después de una de tus noches de puta— El sujeto sonrió de forma despectiva al verlo. Ryan le escucho pero, siguió caminando tranquilamente mientras se arrepentía nuevamente de haberse quitado los audífonos, demasiado tarde como para hacer como que no le había escuchado tuvo que aceptar que tendría que aguantarlo.
—Y justo me preguntaba si ya te habías conseguido una vida— comento despreocupadamente y rodó los ojos. Su interlocutor no se molestó y en cambio se alineo a su lado para caminar junto a él.
—Qué gracioso— rio— estaba llegando de un trabajo cuando te vi bajar de un auto que en tus sueños podrías tener—, se apresuró al punto que le interesaba— ¿qué pasó? ¿Una clienta generosa?—se burló. Ryan iba a contestarle cuando escuchó la risilla del otro— oh espera, fue en realidad un cliente generoso ¿no es así? – el sujeto parecía de repente haber notado algo, Ryan capto que su pesadilla miraba hacia el frente y siguió su mirada, ahí, parado junto a su auto como si el mundo le perteneciera estaba Mr. Lunes. Aun había algo de niebla matutina, lo suficiente como para que el vecino de Ryan no distinguiera nada más aparte de un auto y una silueta masculina, pero Ryan frunció el ceño sintiendo que una vez que entraba en tus ojos, era imposible apartar la silueta de aquel hombre de su memoria ¿qué demonios hacía ahí?
Ignoró a su acompañante y se siguió de largo acercándose al que suponía era su visitante, es decir estaba parado justo frente a su edificio.
—¡hey!— le saludó y este se giró hacia él, joder, realmente era aún más apuesto a la luz del día. Escuchó un sonido extraño tras él y se giró a tiempo para ver a su vecino trastabillar viendo como un imbécil al sujeto. Ya, en serio, ¿era posible que el hombre impresionara incluso a esa clase de sujetos? Notó a su vecino darse cuenta de que le observaba, recomponerse inmediatamente y mirarle aún con aquel desdén y desprecio acostumbrado antes de retirarse a su casa. Aunque sospechaba que cual vecina cotilla estaría espiándolo entre las cortinas de su ventana. Había que ver que en realidad el sujeto no tenía vida. Volvió la mirada donde su visitante y este le miraba con una expresión interrogativa
— ¿Puedo suponer que no se trataba de un amigo?— pregunto y una sonrisa fácil afloro en sus labios…ahhh Ryan era guapo pero ese hombre era simplemente demasiado!
Apartando sus pensamientos sobre el soltó de aquel demonio tentador Ryan sonrió con suficiencia echando el cabello atrás.
—¿Qué puedo decir? causo envidias— afirmo juguetón— pero tú debes de saber de envidias— le provoco y el hombre levantó una ceja.
—espero eso sea un halago— comento genuinamente desorientado. Ryan rodó los ojos.
—Lo es hombre, pero dime qué te trae por este humilde barrio— el sujeto ladeó el rostro.
—Olvidaste algo en el auto, o creo que sería más correcto decir que se te cayó— Ryan frunció el ceño intentando recordar si había perdido algo, no lo logró y cuando Mr. Lunes puso frente a él su celular, notó que ni siquiera se había percatado de que lo había extraviado.
—joder, no había notado que no lo tenía— debía haberse caído cuando salía del auto, tenía recordar no ponerlo en el abrigo que cargaba la próxima vez. En sus pantalones estaba bien— gracias— suspiró mientras tomaba el aparato— que dices si te invito a de…— torció la boca antes de terminar la frase— debes tener cosas que hacer ¿cierto?
—desayunar sería un placer— respondió con aquel tono calmado, aquella sonrisa cautivadora y aquella seguridad que logró que Ryan sonriera y pasando a su lado le pisara uno de sus finos zapatos. Mr Lunes hizo un gesto de dolor.
—Disculpa— sonrió Ryan, se sentía mucho mejor, ese pisotón era justicia divina tomada por la fuerza— Anda, sígueme, te invitaré a desayunar. Por aquí hay un lugar pequeño, no creo que sea a lo que estés acostumbrado pero la comida es buena.
Mr. Lunes entrecerró los ojos y Ryan supo que sospechaba que lo había pisado a propósito, el conocimiento extrañamente solo le hizo sonreír más.
—¿No vienes?— Pregunto con una sonrisa aún más amplia, de alguna manera ser descubierto lo lleno de un poco más de arrogancia. Mr. Lunes soltó una risilla resignada y asintió.
—anda, vamos—. El comedor al que entró no era nada más que un restaurante familiar, el desayuno del día era económico y tenía un buen gusto. La mesera era una chica bastante mona que siempre le atendía con especial atención. Sabía que su buena apariencia abría puertas, pero cuando la chica le vio entrar y desvió la mirada al sujeto tras él inmediatamente tropezó enviando todas las tazas de café que llevaba al suelo. Ryan levantó una ceja volviendo la mirada a su acompañante.
—de casualidad ¿no es ley de tránsito que solo puedas usar vidrios polarizados?— Mr. Lunes no pareció entender y él rodó los ojos— olvídalo, anda, por aquí hay una mesa —El sujeto le siguió sin protestar y se sentaron uno frente al otro en una mesa en una de las esquinas del lugar— entonces, ¿no trabajas hoy?— mr. lunes miró la carta que se encontraba fija en la mesa.
—los martes son mi día libre, por eso salgo los lunes, así no me cuesta levantarme al día siguiente— así que por eso es que solo asistía al pub los lunes.
—Debe gustarte el lugar para ser un cliente tan regular—indago, Mr. Lunes se encogió de hombros.
—Tengo un amigo ahí y me atienden bastante bien— explico, a Ryan le dio la sensación de que en realidad el sujeto era simple.
—Eres más sencillo de lo que esperaba—sonrió feliz por el descubrimiento, a él le gustaban las personas simples. El sujeto se rio de buena gana volviendo la mirada a él.
— ¿Qué clase de imagen tenías de mí?— pregunto algo divertido, Ryan se encogió de hombros con una sonrisa burlona.
—Del tipo chimenea, bata, copa de vino en una mano y un cigarro en otra—dijo con sinceridad. Mr. Lunes soltó una carcajada.
—Demasiadas películas para tí, por no decir una visión bastante poco saludable.
—Así que ¿eres un tipo de vida sana?
—Bueno, soy médico, soy consciente de mi cuerpo—explico como si fuese algo obvio. Ryan se preguntó si era también consiente de lo que su imagen provocaba, por lo poco que lo conocía tenía el presentimiento de que no. Lo que esperaba fuera un desayuno corto, en realidad se convirtió en una larga charla, agradable y fluida que le mantuvo en aquella mesa unas tres horas. Pasaron del desayuno a un jugo de frutas y después a una taza de café, como si solo estuviesen buscando algo que hacer mientras hablaban. El ambiente conocido y ver a su acompañante tan adaptado a un lugar humilde había bajado las defensas de Ryan, tenía que admitir que el sujeto le agradaba, de no parecerle tan agradable lo maldeciría por no tener defectos notables. Cerca de medio día el teléfono de Mr. Lunes sonó permitiéndole a Ryan volver la mirada al reloj de pared notando el tiempo que había estado ahí. Había ido a correr y se había saltado su ducha mañanera. Él era un hombre de hábitos, se sintió raro al notar lo fácil que había salido de uno de ellos. Cuando Mr. Lunes colgó Ryan le sonrió.
—Ha sido agradable charlar contigo pero creo que me es necesario un buen baño y sin duda tu debes tener cosas que hacer— llamó a la mesera con un gesto y pidió la cuenta— hoy invito yo— le recordó y Mr. Lunes no protesto.
—está bien, pero la siguiente correrá por mi cuenta.
—Por supuesto— Ryan se encontró esperando una siguiente vez al tiempo que se repetía que no debía haber una siguiente. Ryan tomó la nota de la cuenta y cuando iba a buscar su cartera Mr. Lunes sujetó su mano llamando su atención. Ryan levantó la mirada interrogante hacia su acompañante.
—Come conmigo mañana—Los ojos de Ryan se abrieron un poco más de lo normal con la sorpresa y aunque inventó una excusa inmediatamente su boca traidora decidió actuar por su cuenta.
—Claro, será un placer—respondió y casi al tiempo de terminar de decirlo se regañó mentalmente por aceptar. Mr. Lunes sonrió y su rostro mostró una especie de alivio que Ryan no entendió.
—Perfecto, vendré por ti cerca de las dos— y soltando la mano de Ryan se levantó, no dándole tiempo a éste de renegar— hasta mañana— y a paso seguro salió del lugar. Ryan le observó salir en silencio, no pensó en nada, sólo lo contempló marcharse encontrando la visión de su espalda agradable y la perspectiva de la partida desoladora.
Confundido, Ryan pagó la cuenta y aunque pensó en alguna forma de cancelar la cita a comer del día siguiente, sin un número de teléfono ni forma de contactarlo, tuvo que resignarse a seguir con su día normalmente. Después de aquel desayuno regresó a su casa, se encontró con su vecino, que parecía bastante contento de verlo regresar solo ¿en verdad temía que trajera a aquel pedazo de perfección pegado a él todo el día? Desde su perspectiva no entendía a aquellos que soñaban con poder presumirlo, a él le molestaba más que otra cosa el que lo opacara, Dios no había sido justo al crear semejante hombre. Mientras las horas pasaban con él haciendo reclamos a dios sobre la justicia y la equidad humana también tuvo otras actividades: salió a la biblioteca, entregó sus libros, saludo a algunos amigos, incluso salió a comer con un par de chicas antes de volver a su casa, ver una película e irse a la cama. Esa noche sintio que el pequeño departamento era de repente demasiado grande para sí mismo.
Al día siguiente, Ryan se levantó como cada día, por alguna razón miraba constantemente el reloj y por alguna extraña razón también la mañana pasó tortuosamente lenta. Curiosamente estaba bañado y vestido desde la una de la tarde y cuando Mr. Lunes tocó a su puerta, el día se sintió algo más agradable, notó por primera vez que en el frío del invierno los rayos del sol eran más hermosos, que la gente parecía más contenta y que el cielo despejado tenía un azul maravilloso. Mr. Lunes le llevó a un bonito restaurante frente al parque central de la ciudad, no era un lugar exclusivo pero tenía muy buena pinta, lo suficientemente bueno para notarlo y no tanto como para que Ryan se sintiese incómodo. El evento fue muy similar al del día anterior, tardaron mucho más de lo que debían en la mesa y sin duda fue muy parecido a la comida del día siguiente y el siguiente a ese y el que le seguía. Y en el día que seguía la comida fue cambiada por una cena, al parecer porque a pesar de que en los días anteriores Mr. Lunes se había escapado tiempo de más en su trabajo, ese día le había sido imposible hacerlo. Ryan aceptó acompañarlo a cenar, no por que deseara verlo con urgencia si no simplemente porque le había dado pena la voz del sujeto disculpándose por teléfono y pidiendo dejarlo compensarlo en la cena.
La cena de aquella noche no fue como las comidas anteriores, debió ser la oscuridad en el cielo o la privacidad de las calles, tal vez que el restaurante era diferente, quizá porque los ligeros roces de los días anteriores fueron terriblemente evidentes, pero Ryan no logró sentirse tranquilo en toda la noche y finalmente cuando la hora de despedirse llegó y Mr. Lunes depositó casualmente un beso ligero en sus labios no supo que hacer. En silencio le dejó marchar y al ver las luces alejarse descubrió para su desgracia que el sentimiento fue aún más desolador que el de ver su espalda marcharse en aquel viejo restaurante.
¡Maldición! ¡Al parecer le gustaban los hombres! ¿Un momento ¿le gustaban los hombres? ¿podía imaginarse besando a otro hombre? ¡Joder que no podía!... Solo le gustaba ese hombre…
Esa noche entró a la casa pero no logró conciliar el sueño con facilidad, era ya dolorosamente evidente que se había enamorado en tiempo récord de aquel sujeto e irónicamente no le temía al hecho de amar a un hombre… no, era el solo hecho de estar enamorado lo que lo tenía aterrado, él sólo había amado a dos personas tras la muerte de sus padres; a Clint, a su madre y ahí terminaba la lista… Que Mr. Lunes se hubiese colado tan fácilmente en su corazón y en tan poco tiempo lo tenía temblando contra la pared. Estaba angustiado.
Hola!!!
ResponderEliminarMuchas gracias por el capi!...tengo una duda, Mr Luner y Ryan han aparecido en algúna de sus otras novelas, es que me suenan pero mi cabeza de chorlito no se acuerda jeje
Linda tarde, besosss
Lu Malandro
Te invito a visitar mi biblioteca y comiteca! :)
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