domingo, 24 de diciembre de 2017

Antología Navideña 2017

Hola, chicos :D Muchísimas gracias para los que nos siguen leyendo. Estaba trabajando en las portadas así que no actualicé, pero ya me pondré a trabajar más D:
Esto es en agradecimiento a ustedes lectores, así que espero lo disfruten :3











lunes, 20 de noviembre de 2017

+Money Capítulo 12



Capítulo 12

La mañana del quince de febrero Nabil despertó rodeado por los brazos de Theo, la sensación le gusto y volvió a cerrar los ojos acomodándose contra su pecho. El movimiento debió haber sido brusco pues sintió a Theo moverse, soltándolo y desperezándose.

Nabil sonrió y se acomodó en la cama tan solo deleitándose con la imagen que le ofrecía. La habitación aún estaba a oscuras pero de alguna forma sentía que distinguía claramente cada detalle de Theo.


-¿Cómo te sientes?-Theo se giro a él y le sonrió, su mano derecha buscó el rostro del pelirrojo y sus nudillos acariciaron sus pecosas mejillas.

-Bien- Nabil se sentía tímido, aún así su rostro buscó la tibia caricia de su amante.

-Qué bien, porque hoy vamos a salir juntos- le prometió. Con tres aplausos encendió las luces. Se giró a él moviendo las cejas- Tengo toda la mañana preparada para nosotros.

Nabil no tuvo tiempo a reaccionar cuando Theo lo levantó en brazos para llevarlo a la ducha para tomar un baño rápido.

-¿Estás seguro de que no prefieres usar algo de mi ropa?-Theo abrazó a Nabil por la espalda besando su cuello justo antes de que éste se colocara la chaqueta encima.

Nabil ya estaba bastante avergonzado de su ropa infantil. Pero que Theo le dijera eso lo había hecho sonrojar.

-No podría ni caminar con tu ropa, somos tallas demasiado diferentes. Además apenas y tuve puesto esto ayer- le recordó avergonzado por la cantidad de tiempo que habían estado en la cama. Pese a que ciertamente eso ya no era novedad entre ellos –¿A dónde iremos?- preguntó curioso girando el rostro hacia el del rubio, movimiento que él aprovecho para besarlo en los labios.

-Es una sorpresa, pero puedo decirte que es un lugar pensado en ti.

Pese a lo que Nabil había podido temer, la sorpresa de Theo lo había descolocado más de lo que había esperado, no por lo "maravilloso" de ella, si no por lo estupendo de su simplicidad.

-¿Entraremos ahí?-preguntó Nabil, intentando esconder su emoción, mientras veía el letrero en la entrada de un enorme complejo de videojuegos.

-Pensé que te gustaría, hace mucho que no vengo aquí, pero nunca ha dejado de parecerme divertido- Era por eso que él se había hecho cargo de la rama del grupo enfocada a éstos. Gracias a Dios sus padres no habían decidido ser una de aquellas parejas de un solo heredero. El grupo era demasiado grande como para que una sola persona lo llevara... bien, quizá el podría hacerlo, pero no pensaba usar su cerebro superior para dirigir semejante monstruo cuando podía usar su tiempo para hacer feliz a su genio pelirrojo.

-Es un poco vergonzoso... pero me encanta- y se notaba, la sonrisa de Nabil no parecía querer desaparecer. Aquella era una cita tan diferente a las que había tenido, que dicho sea de paso podía contar con los dedos de la mano.

-Venga, vamos a entrar- Theo lo tomó de la mano y lo guió dentro. Pese a que la gran mayoría de los presentes eran jovenzuelos, aún había por ahí un par de jóvenes mayores. Nabil ciertamente no desentonaba, aunque Theo era como una nube en un cielo despejado- Voy a conseguir algo de cambio- Theo le anunció y Nabil asintió viendo las máquinas. Él nunca había trabajado en juegos de ese estilo, tampoco los había podido jugar mucho. Desde pequeño siempre había sido delgaducho y cobarde así que ser intimidado no era ninguna novedad, por lo que Nabil había intentado en lo posible ir de la escuela a su casa y de la casa a la escuela, con un mínimo de tiempo libre en el que pudieran sorprenderlo-¿En qué piensas mi genio?- Theo se paró a su lado y le rodeó la cintura besando su mejilla- Tengo las monedas, ¿a cual subimos primero?- se sentía como un niño en una feria. Dado que iban a subir a juegos, no era muy diferente de las atracciones en ellas.


Nabil señaló el simulador de helicóptero de guerra, él era bueno en aquella cosa cuando era adolescente. Así lo hicieron y Nabil gritó al notar que esta versión era muy diferente a la que él había jugado, esta máquina se movía arriba, abajo, de lado, simulando el vuelo del helicóptero. ¡Como no lo esperaba le asustó muchísimo, pero también le pareció increíblemente divertido!

Disparó zombies como en los viejos tiempos y jugaron un par de partidas de hockey de mesa, Theo era condenadamente bueno en ello y en los tiros. Nabil seriamente comenzaba a preguntarse si había algo que aquel sujeto no hiciera bien. Estaba cansado después de casi tres horas recordando viejos tiempos cuando Theo se detuvo frente a una máquina de baile.

-¿Qué dices?- Theo observo a Nabil con una sonrisa deslumbrante y traviesa- ¿nos subimos?- preguntó señalando con la cabeza la máquina que milagrosamente estaba vacía en ese momento.

-ah, no... No, nono ¡no! no voy a subirme a eso- le advirtió echándose atrás, como poniendo espacio ente él y el aparato, levantando un dedo. Theo se giro a verlo con una sonrisa que decía que claro que lo harían.

-Venga, solo una partida ¿qué no eres un experto en videojuegos? – preguntó tomándolo del brazo y arrastrándolo fácilmente hacía la maquina pese a que el delgaducho chico se resistía.

-¡No! Yo los programo, además me has ganado en casi todo lo que hemos jugado. ¡Es más! ¡estoy seguro que las veces que gané, me dejaste hacerlo!- aseguró acusadoramente, esperando que el argumento le diese un punto de ventaja.

-Por supuesto que no lo hice, soy un hombre muy competitivo- aseguró con una sonrisa, aunque bueno... quizá él había sido un poco suave. Sin embargo era difícil no ser hábil en algo cuando tenía una memoria de alto rendimiento, excelente desarrollo psicomotor, un coeficiente muy por encima del promedio y además de eso era arrolladoramente atractivo ¿Que podía decir? Cosas como la derrota no eran con las que conviviera.

Theo cargó a Nabil y lo dejo sobré la superficie del juego, sacó un par de monedas del bolsillo de su pantalón y las colocó en las ranuras.

Sobre la máquina, la expresión de Nabil era la de un pequeño niño castigado. Con la cabeza gacha y los hombros tensos.


-Vamos, será divertido- le aseguró poniéndose a su lado. Con un dedo le acomodó las gafas que se deslizaron ligeramente por el puente de su nariz- Venga, levanta la cabeza ¿Qué canción quieres?- preguntó mientras bajaba la mano al brazo ajeno y lo acariciaba para tranquilizarlo.

Nabil suspiró y con resignación vio la pantalla.

-No conozco ninguna de éstas...- se llevó las manos al rostro- Me siento tan obsoleto, soy una ruina, no programaré nunca más- lloriqueó.

Mientras se cubría el rostro, Nabil escuchó la música cambiar y separó los dedos observando la imagen en la pantalla moverse hasta aparecer la imagen de Beethoven.

-¿Qué tal ésa?- Theo sonrió viendo a su pequeño y dramático amante- Todo el mundo debe conocerlo ¿cierto?.

-Yo la conozco- Nabil le vio con un puchero- pero solo la jugué en mi computadora o en mi 3DS cuando era joven- confesó.

Theo negó con una sonrisa ¿cómo podía ser tan dramático?

-Venga ¿qué es lo peor que puede pasar? Nadie va a correrte de tu empleo por esto- le aseguró.

Nabil no estaba tan seguro, si sus jefes lo vieran quizá no querrían volver a comprar uno de sus juegos jamás. Claro que no sabía que el jefe de sus jefes estaba justo a su lado pidiéndole bailar.

-¿Nivel fácil?- Theo preguntó y cuando Nabil asintió movió los pies iniciando la canción.

Aunque debería haber sido más fácil con ese nivel, lo cierto es que lo lento que era no estaba funcionando tan bien. Theo convenció a Nabil de ir por el siguiente y sorpresivamente era un tanto más sencillo de jugar. Nabil se encontró pronto realmente disfrutando de aquello, se equivocaba todo el tiempo y la cantidad de "perfect" que aparecían en la pantalla debía ser de dos o tres.

Cuando las calificaciones aparecieron en pantalla Nabil tenía una preciosa E, mientras Theo recibía una horrible A+

-Seguro nadie en la escuela te quería- Soltó Nabil nada más ver las calificaciones en pantalla, mirando después de reojo a su compañero.

-En realidad siempre tuve muchos amigos- aseguró Theo.

Y Nabil no lo dudaba, Theo seguro era aquel niño rodeado de amigos, del que todas las niñas estaban enamoradas.

-Señor ¿va a tardar mucho? ¡Nos queremos subir también!

Nabil volvió la mirada y notó al grupo de niños de primaria esperando cerca de la máquina.

-¡Ya lleva mucho tiempo!

Reclamó un segundo niño, cuando Nabil volvió la mirada a Theo este ya se había bajado y caminaba hacia ellos.

-Bien bien, ustedes ganan- metió la mano en su bolsillo y sacó las monedas que le quedaban. Después tomó su cartera y sacó cincuenta dólares de ella- Aquí... disculpen a estos viejos que se apropiaron del juego.

-¡¿Cincuenta?!- el pequeño que había hablado primero vio el dinero sin poder creerlo y parpadeó varias veces, los demás niños lo rodearon y se quedaron viendo el billete- Mi... mi mamá dice que no tome cosas de extraños.

Theo se sorprendió de la respuesta y ladeó el rostro sin saber que decir. Nabil se acomodó las gafas y sonrió.

-Ok, eso está muy bien, tu mamá tiene mucha razón- Theo se guardó el billete y volvió a la máquina metiendo todas las monedas que le quedaban- Solo me iré y dejaré este crédito aquí para nadie en especial. Es como encontrarse dinero en la calle- Theo le tendió la mano a Nabil para ayudarlo a bajar, como si no estuviese a menos de quince centímetros de altura.

-Mamá dice que si encuentro algo en la calle tengo que devolverlo... o llevarlo a un policía- Theo se quedó parado y se rascó el lóbulo de su oreja.

-¿Ustedes vienen seguido?- preguntó y el niño asintió- Bueno, entonces yo le regalo este crédito a la tienda. Como ustedes son clientes, por su preferencia la tienda les regala este crédito ¿Qué tal?

El niño se lo pensó.

-Creo que está bien- aseguró después de pensárselo unos segundos.

Theo sonrió y asintió alejándose de ahí con Nabil de la mano. Estaban ya varios metros lejos cuando Nabil se comenzó a reír y Theo le siguió en ello.

-Eso me pasa por intentar quedar bien frente a niños de primaria- se quejó.


-¿Quieres una hamburguesa?- preguntó.

-¿Qué es esto? ¿vas a invitarme?- le provocó Theo soltando su mano y abrazándolo por la cintura de nuevo.

-Lo haré, siéntete afortunado- sonrió, no recordaba hacia cuánto había sido tan feliz.



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lunes, 2 de octubre de 2017

Convocatoria Antología Navideña 2017

Hola!!!!!!!!!!!!!
EDIT: Aún estamos aceptando si alguien está interesado! Pueden enviar un mensaje~ Hasta que estemos recibiendo las portadas tendrán oportunidad.

Ya estamos en los últimos meses del año~. Como los años anteriores, estaremos haciendo la antología navideña, esto lo iniciamos como un agradecimiento a los lectores y esperamos seguir haciéndolo todos los años y que cada vez sea mejor.

Para los que nunca han participado ¿por qué abrimos a estas fechas? Bueno pues simplemente porque una historia, aunque sea corta, no se hace de la noche a la mañana y desde luego las ilustraciones tampoco (daremos una a cada participante como portada de su relato).

Pero centrándonos en la convocatoria, esta es una invitación a todas las escritoras(es) del genero homoerótico de habla hispana. En años anteriores hemos tenido buena respuesta ¡esperamos que muchos se animen esta vez!. Sin mas les dejamos las bases.  



Esta es una Antología de historias navideñas BL, gay, homo, yaoi. Esta antología se distribuye de manera GRATUITA (un regalo para los lectores) en este blog y los blogs o sitios de los autores participantes, cada relato incluirá los datos del autor, así como dónde puedes encontrar su trabajo (blog, web, wattpad, amor yaoi, etc)

Nosotros como organizadores regalaremos una portada a cada historia, esta será ilustrada y a petición del autor con las especificaciones que este desee.

Ejemplo:

Autor: quiero un cupido dándole duro contra el muro a un súcubo rodeados por un listón rojo.

Nosotros: vale, dame color de cabello, ojos, piel, tipo de ropa y cualquier detalle extra que quieras :D

Para esto, debo decirles que por favor sean lo más específicos que puedan, porque casi siempre tenemos problemas porque no dejan muchos datos acerca del físico de los personajes.

Las fechas y actividades son las siguientes:

*Los autores que deseen participar tendrán hasta el 25 de Octubre para inscribirse. Para hacerlo lo único que tienen que hacer es dejar un mensaje en esta entrada diciendo que quieren participar y enviarnos un correo a la cuenta yamatononadeshiko@gmail.com con su nombre de autor y cómo comunicarnos con ustedes (si el correo esta bien o prefieren Facebook, Google+ etc).

*Después de inscribirse, tienen hasta el  15 de noviembre para enviarnos la descripción de su portada al siguiente correo: vampire_siberian@hotmail.com

*La entrega del escrito completo sería máximo el 30 de noviembre, éste contendrá los siguientes apartados.

-Historia, mínimo de 8 páginas (Arial, 12 puntos, interlineado sencillo)
-Notas del autor y datos del autor (máximo de una cuartilla, páginas, Facebook, wattpad, etc)

*Una vez recibidos los escritos armaremos un solo archivo y lo enviaremos con portada y datos incluidos el 20 de diciembre, de forma que puedan preparar su entrada o publicación y publicarlo el 24 o 25 de diciembre, según su preferencia.


Eso es todo, cualquier duda pueden dejarnos un mensaje o enviarnos un correo electrónico :D esperamos que se animen.


Por favor, comprométanse a entregar los relatos. Ya nos ha pasado más de una vez que alguien se arrepiente a último momento cuando su portada ya está terminada. Queremos evitar eso para poder dedicar a las ilustraciones el tiempo necesario para que queden lo mejor posible. En caso de que crean que necesitarán un par de días más para entregar los archivos de texto, envíen un mensaje, pero tengan consideración de nosotros D: también traten de evitar enviarlo un día antes, es justo cuando tenemos un caos porque ya debería estar terminado y enviándose en esas fechas. Haremos todo de nuestra parte para que todo quedé bonito  <3

En cuanto a las portadas, la primera es del año pasado y la segunda es la de Cinderella Boy's Escape, que estamos aún por seguir publicando en wattpad. Queremos que queden con esa calidad o mejor, pero para ello, voy a rogarles que cuanto envíen sus datos sobre la portada especifiquen al menos el color de cabello, estaturas, complexión, color de ojos, piel y cualquier detalle de la ropa que crean necesario u otras características importantes de los personajes. Igualmente en caso de tener dudas nos estaremos comunicando y enviando el boceto previo por si necesitan hacer correcciones.

 


Participantes Inscritos:
Daniel Richards
EmiRose
Celeste G
Nina Küdell
Choi Hinata
Belucarmer
Bárbara Vitória
Paloma Caballero




jueves, 27 de julio de 2017

Cinderella Boy's Escape II


Capítulo 2



Desya se quedó paralizado unos segundos tras la afirmación del príncipe.

-Su... ¿yo?-parpadeó varias veces- ¿co-co-mo un esclavo?- tartamudeó.

-Si lo analizas bien,ladronzuelo, es un trato bastante conveniente- le explicó caminando hacia él mientras Desya retrocedía buscando el mejor camino hacía el balcón-Siempre sabrás dónde está el dinero y si te atrapo te convertirás en mi esclavo. El castigo por hurto a la corona, ofensa y daño físico al príncipe es despojo, flagelación pública y muerte por desmembramiento. Además toda tu familia se vendería como esclavos; en cambio si aceptas sólo tú te volverás el mío ¿No te parece un buen trato?- preguntó burlón, ladeando una sonrisa.

-¿Y si no acepto?- preguntó pasando duro.

El príncipe se rió de buena gana.

-Por favor, deja de jugar al hombre digno. Una vez ladrón, siempre ladrón. ¿No gastaste quince monedas de oro en una semana y volviste ansioso de más?- dio un par de pasos atrás y extendió la mano al balcón.

-¿Qué pretendes?- se preguntó si le estaba tendiendo una trampa ¿lo atraparía en cuanto intentara correr al balcón?

-Estoy haciendo una apuesta ladronzuelo. Puedes irte, toma ese dinero como un regalo de bienvenida a nuestro juego. No me decepciones.

Desya le observó un par de segundos y sabiendo que era su mejor oportunidad corrió a todo lo que le daban los pies hacia el balcón, volvió la mirada justo antes de saltar y pudo ver al príncipe de pie en la habitación, desde esa posición la luna iluminaba su rostro y notó que sonreía.


-Vuelve, ladronzuelo- no escuchó la voz, leyó sus labios mientras se dejaba caer del balcón hacia el árbol más cercano y su corazón se aceleró, sus mejillas se encendieron y cuando golpeó contra las ramas del árbol no sintió el dolor. Con el pulso corriendo más rápido que las gotas de lluvia en una tormenta bajó del árbol lo más rápido que pudo y corrió dentro del bosque, lejos del área custodiada por los guardias, directo al centro de éste.

Corrió por varios minutos y solo cuando vio el camino a su casa visible disminuyó el paso, notando que apenas y podía hacer que llegara el aire a sus pulmones.

-¿Qué... qué demonios ha sido eso? – jadeó notando que las piernas comenzaban a fallarle tras la pesada carrera.

Como un rayo la imagen del príncipe observándolo lanzarse del balcón volvió a su mente, pasó duro y se apretó el pecho.

-Qué demonios...- no podía entender su propia reacción. Se dejó caer en la entrada trasera de su hogar y se llevó las manos al rostro ardiente, confundido y emocionado- ¿por qué? ¿por qué siento que quiero volver ahí?- murmuró entre jadeos, apenas audible.

El pobre Desya, inexperto, joven e ignorante de pasiones carnales se quedó confundido y ansioso en aquel sitio, dejando que el frío de la madrugada calmara las ansias de su piel, de su inmaduro corazón. Para cuando se calmó, estaba frío y le dolía todo el cuerpo, se había dado varios golpes con ramas al huir y había corrido unos cinco kilómetros a todo lo que le daban las piernas. Así que al pararse dolió de lo cansado que estaba.

Luciendo aun más lamentable de lo normal, el joven aristócrata caminó escaleras arriba en la solitaria casa, todos aún dormían a esas horas. Se desvistió, el recuerdo del príncipe era una pequeña aventura que resonaba en el fondo de su corazón, pero su cansado cuerpo pedía que descansara. Escondió cinco monedas de oro más, el antifaz y la ropa oscura bajo el piso y se dejó caer en la cama cubriéndose con la vieja manta que llevaba años sin renovar. 


Sentía que apenas y había cerrado los ojos cuando alguien lo movió bruscamente para despertarlo.

-¡Desya! ¡Desya inútil! ¡despierta!- reconoció la voz de su madre en medio aún del sueño y entreabrió los ojos cansado.

-¿Qué desea madre? Estoy cansado- renegó quizá por primera vez en muchos años.

La condesa, escandalizada por la respuesta se llevó una mano al pecho.

-¿Cómo osas responderle así a tu madre? ¡chiquillo malcriado!- la respiración de la mujer se agitó de la sola indignación- ¡Levántate! El sol ya salió y tu hermana y yo necesitamos dinero para recoger su vestido nuevo.

Desya volvió a arroparse sumamente cansado y adolorido.

- El dinero está sobre la mesa, madre. Tómalo, ¿puedo seguir durmiendo?- preguntó a media voz.

La mujer buscó con la mirada el dinero y casi corrió a él antes de contestar. Revisó el contenido ¡había otras quince monedas de oro ahí! Sonriendo encantada volvió a cerrar la bolsa y camino a la puerta.

-Desde luego que si hijo, descansa, descansa. Tu hermana y yo vamos a arreglarnos para salir, buen trabajo muchachito- le felicitó saliendo de la habitación.

Mientras se quedaba dormido Desya escuchó decir que su hermana por fin podría renovar su anticuada joyería y algunas incoherencias más, entre sueños pensó que no tardaría en tener que visitar la habitación del príncipe de nuevo y por alguna razón... la idea no le desagradó del todo.

A medio día Desya se puso de pie y su madre aun no había vuelto a casa. Mentiría si dijese que eso no lo tenía más tranquilo. Se dio un baño y salió a revisar sus tierras. La cosecha estaba cerca y tenían que ser cuidadosos.

Cuando era un niño su madre no había querido vivir por más tiempo en un condado pobre, lejos de los bailes del palacio y las atracciones de la ciudad. Así que había terminado descuidando su tierra y mudándose a la capital. Actualmente Desya aún era "el hijo del conde", pues nunca habían podido confirmar la muerte de su padre. Sin embargo sus tierras habían sido recogidas por la corona y ellos apenas y tenían algunas y un par de decenas de siervos.

-Buen día, Austin- Desya se bajó de su caballo y entró a la pequeña casucha junto a los viñedos. El siervo sujeto su caballo y lo llevó a su sitio, en donde tenía agua y comida.

-Buen día señor, creímos que hoy no vendría- el hombre entrado en los cincuenta usaba ropa vieja, demasiado delgada de lo gastada que estaba.

-Si descuido este lugar un día terminaremos muriendo de hambre Austin.

-El cielo ha sido bueno con esta tierra desde que el señor está a cargo- Desya suspiró. Era cierto, sus tierras eran pocas y eran parte de la mansión que su padre le había comprado a su madre a las afueras de la ciudad que tanto amaba. Pero sin embargo tenía la mejor cosecha de los alrededores. Su vino podía ser vendido a un excelente precio pero su madre gastaba más de lo que él podía producir. Necesitaba hacer rendir cada moneda de oro que se quedaba.

Lo primero que hizo fue cambiar una de las monedas de oro por monedas de cobre para repartirlas entre sus siervos. El tenía que darles una parcela para cada uno para su uso personal, pero sabía perfectamente que ellos no tenían ni para comprar semillas. Al menos podía darles eso.

-Llama a todos. Tengo algo que darles- le indicó con un ademán de mano.

El hombre salió preocupado, no era un secreto que el amo tenía problemas financieros. Las cosas habían mejorado desde que el joven había tomado las riendas del negocio familiar, antes de eso la señora de la casa se había dedicado a contratar administradores crueles a los que solo se preocupaba por pedir más y más dinero hasta que prácticamente tenían que pagar para trabajar en los viñedos. La llegada del nuevo amo había sido una bendición. Pero nada bueno duraba demasiado.

Austin se encargo de reunir a todos los trabajadores y llevarlos frente a la oficina del administrador.

-Señor, ya están todos afuera- Desya que había estado enfrascado en los últimos libros de cuentas asintió, los cerro y se levantó. Al ver los rostros preocupados de los hombres y mujeres frente a el sonrió.

-Cada uno de ustedes tiene una parcela para su uso personal, pero estoy enterado de que apenas y tienen algo sembrado en ellas- les habló.

Los presentes bajaron sus cabezas, preocupados de que el amo les quitase la poca tierra que tenían.

-Mi señor...- le habló humildemente Austin, quien era el mar cercano a él- las semillas son más caras cada día y trabajamos todo lo que podemos... hacemos lo mejor que podemos con nuestra tierra...- el hombre mayor retorcía su raída ropa con nerviosismo.


-Lo sé Austin, lo sé, no he sido el mejor señor para ustedes. Así que haré esto. Cada uno de ustedes pasará a mi oficina a lo largo de la tarde, Austin los llamara cuando sea su turno y me dirán qué semillas necesitan para su uso personal, incluso una pequeña porción de aceite es posible, siempre y cuando no rebase las diez monedas de plata por cabeza. Es todo, vuelvan al trabajo- Desya se dirigió a Austin- Mándalos conmigo en el mismo orden en que se les paga.

Austin asintió y devolvió a los sorprendidos y emocionados siervos de vuelta al trabajo, sin embargo entró a la oficina antes que los demás.

-Señor... ¿está seguro de esto? El equivalente a diez monedas de plata... Señor, eso es más que nuestra paga semanal. Si los nobles se enteran no estarán contentos con usted.

Desya suspiró. Ya lo sabía, ningún noble estaría contento con que él se mostrase tan "generoso" con sus siervos y esclavos. Pero ya había pensado en eso.

-Lo que reciben del almacén por su trabajo apenas y es suficiente, sé perfectamente que no les es suficiente para comer, mucho menos para tener fuerzas para trabajar. Así que vamos a solucionar eso. Espero que bien comidos puedan trabajar mejor.

Austin asintió.

-Gracias, señor...- el hombre parecía como si fuese a llorar en cualquier momento- Su padre estaría muy orgulloso de usted- aseguró con congoja antes de salir.

Desya se sorprendió por la afirmación... su papá... ya que lo mencionaba era cierto. Esa forma de pago se la había enseñado su padre.

"La gente que no está acostumbrada a tener dinero en sus manos puede ser cegada por la aparente fortuna y desperdiciarla en alcohol, mujeres y frivolidades. Para los siervos, que dependen de ti, es más adecuado brindarles sustento"

Desya suspiró, esa había sido la respuesta que le había dado su padre cuando le había preguntado porque a los siervos se les pagaba en especie y no con dinero.



-Papa, ojalá hubieses aplicado ese pensamiento en mamá... me pregunto si yo mismo debería hacerlo...






martes, 30 de mayo de 2017

+Money - Capítulo 11



Capítulo 11

La mañana de San Valentín Nabil se colocó una playera negra hasta la cintura, el estampado eran cuadros de vivos colores que simulaba la caída de las piezas del tetris y sobre ella una sudadera blanca que se cerraba hasta por encima de su cabeza simulando la parte el casco de un Storm Trooper. Llevaba sus gafas rojas y el cabello algo alborotado, unos jeans desgastados y sus botines de piel y agujetas favoritos. Estaba desanimado, no es que comer con Adele y Bill no le agradara; era sólo que Theo no lo había llamado, él tampoco lo había hecho, no quería abrumarlo con todo aquel asunto de San Valentín dando vueltas. Pero muy en el fondo, muy, muy en el fondo había esperado que quizá Theo le llamara, que lo invitara a salir. Pero Theo jamás lo llamaba... era siempre él quién lo buscaba.


-¿Me estoy volviendo demasiado exigente?- se preguntó al espejo.


Lo que él recibía de sus amantes de paso era una o dos jodidas y bonitas palabras. Theo era diferente, llevaban ya casi tres meses viéndose y Theo era tan encantador, actuaba como si fuesen una pareja de verdad. Quizá se había dejado llevar, debía recordar que él y Theo no eran una pareja de enamorados, ellos eran sólo un par de hombres con una relación de interés mutuo. A Theo le gustaban sus regalos y a él... a él le gustaba Theo. Si tan solo fuera más guapo, si tan solo fuera un poco más divertido, un poco más normal, quizá... quizá entonces Theo lo habría invitado a salir.

El timbre del intercomunicador sonó y Nabil abrió la puerta después de ver a través de la pantalla de intercomunicación que era Bill.

-¡Estoy listo! disculpa por hacerte venir a buscarme, iré por mi cartera- le sonrió.

Bill no entró al departamento, le habló desde afuera, su jefe era un genio pero de verdad aún era un niño adicto a los juguetes, tenía tantas cosas en ese departamento.

-No se preocupe, yo fui quien insistió en venir por usted, luce bien ¿es una sudadera nueva?- preguntó cuando Nabil volvió a la puerta.

-Acaba de llegarme esta semana ¿no es genial?- preguntó.

A Bill el diseño le pareció vagamente familiar pero no logró ubicarlo y solamente asintió.

-Es muy bonita- respondió preguntándose si no debería haberlo engañado para hacerle creer que era algo un poco más formal. Lo había visto salir con ese muchacho que le gustaba tanto, siempre usaba esa ropa tan elegante pero como creía que estaría con ellos había elegido prendas que le gustaban más. En realidad quizá era mejor así, ése era el Nabil de verdad, si ese muchacho Theo hablaba con sinceridad, estaría contento de verlo también así.

-Gracias- sonrió intentando animarse- ¿Qué hay en el menú? Todo lo que Adele hace es delicioso, muero por probarlo- habló intentando sonar animado y no era tan difícil, era cierto que amaba la comida de Adele.

-Es... es una sorpresa- dudó Bill, él verdad no era muy buen mentiroso, jamás lo había sido- Incluye los dulces que le gustan- agregó y el nerviosismo increíblemente no se le notó.

Nabil vio por la ventana y como cualquier otro día sacó una consola del bolsillo de su pantalón y lo encendió, había estado pensando en un nuevo diseño de batería, quizá ahora que estaba desocupado pudiese trabajar en ello. La idea se fue rápidamente de su cabeza y comenzó a jugar sin prestar atención a su alrededor. Sin que se diera cuenta pasaron casi cuarenta minutos en el tráfico y para cuando el coche se estacionó y Nabil prestó atención ya estaban en un estacionamiento subterráneo.

-¿En dónde estamos?- preguntó curioso cuando Bill le abrió la puerta, metiendo el juego en su bolsillo de nuevo- ¿Comeremos en un restaurante? Creí que Adele cocinaría...- notó que quizá habían querido tener un detalle especial con él- No es que me moleste- sonrió enseguida y Bill le devolvió la sonrisa guiándolo al ascensor.

-Queríamos darle un bonito regalo de San Valentín- le aseguró y Nabil se enterneció siguiéndolo. Se preguntó curioso qué clase de lugar sería y se sorprendió cuando salió y solamente vio un par de puertas. Eso era extraño.

-¿Qué clase de lugar es?- volvió a preguntar pero Bill ya no le respondió, tocó el intercomunicador de una de las puertas, aquellos parecían departamentos ¿Por que habían ido a departamentos?

Nabil estaba por bombardear a Bill de preguntas cuando la puerta se abrió y Bill le dejó pasar primero. Adentro estaba oscuro ¿era parte de su sorpresa?

-Espero que tenga un buen día, joven Nabil- le deseó Bill y cerró la puerta. Nabil se sobresaltó y quiso volver pero ya con la puerta cerrada notó que había luz al final del pequeño pasillo de entrada. Caminó cuidadosamente y parpadeó varias veces al ver el hermoso departamento a oscuras, repleto de velas y el aroma a rosas y dulce. Se quedó quieto, anonadado y sorprendido y se giró preguntándose cuando entraría Bill.

-Él no va a entrar, esto es solo para ti y para mi- Nabil se sobresaltó al escuchar la voz conocida y buscó a su dueño en el lugar de donde venía la luz. Ahí estaba Theo con un traje azul marino a medida, a media luz lucía como una aparición, alguna clase de ángel moderno enfundado en Armani.


-Te... Te... Theo- tartamudeó y cuando notó que lo miraba de arriba abajo recordó lo que llevaba puesto y se avergonzó cruzándose de brazos.

Theo en cambio sonrió encantado parándose a medio metro de él.

-¿Así que así es como vistes normalmente? En verdad te arreglas para verme ¿verdad?- preguntó con tono dulce.

Nabil sentía que moriría de vergüenza en cualquier momento.

-Me alegra tanto, eso quiere decir que soy especial para ti ¿no es de esa forma?- preguntó acariciando los desordenados cabellos rojos que en esos momentos se le antojaban tan sensuales.

Nabil escuchó la pregunta y levantó la mirada rápidamente, "¿Especial?" claro... alguien como él que iba haciendo regalos por sexo no debía ser de fiar.

-Eres el único Theo- le aseguró, a pesar de que ya se lo había dicho cuando habían decidido hacerse los análisis, no quería que Theo lo dudara por nada del mundo.

-También tu lo eres, Nabil- y la voz a Theo le salió con aquel dejo de emoción - Eres el único- le prometió.

Era una desgracia que sus palabras tuvieran significados tan diferentes, aunque Nabil quería decirle que nadie más entraba en su cama, Theo estaba confesando que era el único en su corazón.


Nabil sonrió aliviado, la mano de Theo en su mejilla le hizo cerrar los ojos, no podía creer que Theo estuviese ahí. Cayó en cuenta entonces de la realidad.

-¿En dónde estamos?- preguntó abriendo los ojos y viendo a su alrededor, la bonita sala estaba llena de flores y velas- Son... son muchas flores.

-No sé cuáles son tus favoritas y Adele dice que te van bien las rosas.... Pero como no estaba seguro pedí al menos una flor de cada tipo y terminó en estos jarrones- sonrió y Nabil parpadeó varias veces sintiendo que le escocían los ojos y se le inundaban de lagrimas.

-Oh Theo...- Theo lo abrazó y besó sus mejillas, suavemente, como el aleteo de una mariposa en los pétalos de una rosa.

-Shhhhh- le consoló acariciando su nuca con las yemas de sus dedos, sintiendo su calor y por un segundo una calidez inundo su corazón, una tranquilidad invadió su cuerpo y el tiempo pareció detenerse para permitirle sentirlo. Theo y Nabil habían tenido sexo muchas veces... pero era la primera vez que Theo lo sentía tan suyo, era la primera vez que sentía que podía tocar su alma y que podía estar así, solo sintiendo su calor, embriagándose con el sutil aroma de su shampoo, de su piel.

-¿Hiciste esto para mí?- Nabil preguntó a media voz, su frente estaba contra el pecho ajeno y movió la cabeza como un gatito que quiere llenar con su aroma a su nuevo humano.

-Bueno, en realidad es más un regalo para ambos- Le aclaró y suavemente lo separo de él- Ven al comedor- pidió tomando su mano y guiándolo por el departamento hasta el área de la estancia donde la cena los esperaba.

Theo retiró la silla y Nabil se sentó sintiéndose tímido, el rubor en sus mejillas no era efecto de las velas. Su corazón era un alegre y emocionado festival de tambores en su pecho, interpretando las más locas y extrañas canciones de amor.

-Está.... está delicioso- expresó emotivamente y con una enorme sonrisa tras el primer bocado- Theo sentado frente a él estaba orgulloso de sí mismo, observó a Nabil comer cada platillo con emoción, deleitándose con sus rostros de aprobación cada vez que tomaba un trozo.

Llevaban una hora de cómodo casi silencio cuando Nabil terminó el último plato antes del postre. El pelirrojo levantó el rostro y con la más hermosa expresión de afecto observó a Theo con los ojos llenos de felicidad. La visión casi estalla el enamorado corazón de Theo.

-Gracias Theo- susurró casi sin aire, parecía que lloraría en cualquier momento.

Theo se levantó y caminó hacia él, afuera aún era de día pero con las ventanas selladas ahí dentro parecía de noche.

-¿Por qué me agradeces?- preguntó parándose a su lado y agachándose lo suficiente para besar su mejilla, con un roce tierno que terminó cuando sus cabezas estuvieron juntas, frente contra frente- Todo esto, me hace más feliz a mí que a ti, te lo aseguro- argumentó- Tengo el postre en la otra habitación ¿quieres venir conmigo?-preguntó bajito, a esa distancia no era necesario alzar la voz y su mirada en la ajena casi parecía hablar por sí misma.


-Sí, llévame- le pidió en un suspiro, Theo tomó su mano y lo levantó llevándolo a la habitación a través de un pasillo. Lo que encontró al abrir la puerta fue la alcoba con el mismo tipo de decoración que el resto de la casa, velas y flores, la cama en medio de la habitación era enorme. Y no solo la cama, la habitación por sí misma era grande, en lo que parecía una pequeña sala de estar; en la mesita de centro estaba un bonito pastel blanco en forma de corazón con una rosa de glaseado sobre él y varios tipos de dulces en platos pequeños.

El programador estaba impactado viendo todo el lugar cuando la sensación de ser rodeado por la cintura lo estremeció.

-Theo... Theo, de verdad que no sé qué decir...- murmuró y el rubio le dio un beso casto en el cuello, inundando de su agradable calor la espalda de Nabil.

-No tienes que decir nada Nabil, me encanta charlar contigo pero quizá hoy podríamos solo disfrutar de este tiempo juntos- Nabil se giró en sus brazos y le rodeó el cuello con la expresión de felicidad más radiante que Theo jamás había visto en él hasta ahora.

-Eres lo mejor que me ha pasado Theo... lo mejor...









sábado, 13 de mayo de 2017

Cinderella Boy's Escape I


Capítulo 1


La noche había caído. En el Palacio el príncipe Maximilian caminaba por los pasillos hastiado, su padre era un fastidio, seguía con el discurso de que era tiempo de que se casara. Primero muerto y enterrado ¡que se casara Miles! su hermano menor podía fácilmente complacer a su padre en un futuro, ni siquiera podía imaginar tener que atarse de por vida a alguna dulce princesa, de verdad iba a terminar matándolo solo de amargura. Abrió bruscamente la puerta de su habitación y se encontró con una sombra delgada marcada por la luz de la luna que entraba por la ventana, estaba de perfil y se sobresaltó por el estruendo de la puerta a pesar de que parecía estar a punto de saltar por la ventana.

—¿Quién está ahí?— las velas no estaban encendidas, toda la habitación estaba a oscuras como le gustaba, pero gracias a eso no podía ver bien al intruso.

—Buenas noches mi Príncipe— la voz sonaba joven y algo  burlona, parecía tener algo que le cubría parte de la cara y el cabello debía ser claro pero no podía distinguir si era castaño o rubio—Tomaré esto prestado— mostrándole una pequeña bolsa con monedas de oro—Espero que no le importe.

Desya se permitió el tono burlón y curvear una sonrisa, el príncipe LeRose frunció el ceño aumentando solo el fastidio que ya tenía al entrar a la habitación.

—¿Cómo lograste llegar hasta mi habitación, escoria ladrona?— preguntó cruzándose de brazos, parecía realmente no importarle demasiado la pequeña bolsa de monedas de oro que el ladrón le había mostrado. Aunque para cualquiera en el pueblo aquella era una fortuna que jamás tendrían junta en toda su vida, para el príncipe era una simple miseria.

—Un buen mago nunca revela sus trucos, mi estimado príncipe— le respondió, sabía que debía saltar y marcharse de ahí, pero de alguna manera sentía que si se giraba para ver afuera  estaría perdido.

—Un mago callejero sin duda ¿has entrado a mi castillo y te conformas con esa miseria?— Desya apretó la bolsa en su mano, para él eso era más que suficiente, incluso habiendo pertenecido a la nobleza la diferencia con el príncipe era como la del mar y el cielo. Podían verse muy similares pero no estaban ni siquiera cerca de ser iguales.

Diciéndose que no debía pensar en ello Desya se limitó a soltar una risita y pararse en el borde de la ventana, sin darle la espalda a su interlocutor.

—Me alivia escuchar sus palabras príncipe, si esto es para usted solo una miseria, no hay necesidad de devolverlo ¿verdad?— le preguntó con voz calmada y jovial, ladeando el rostro con un gesto infantil y travieso. No dejaría que nadie notara lo que aquella situación le desagradaba.

El príncipe soltó un bufido y sonrió de medio lado ante la respuesta.

—Adelante, intenta llevártelo— descruzó los brazos y levantó el rostro en un gesto de arrogancia, su mal humor parecía haberse desvanecido como por arte de magia. Desya tuvo un mal presentimiento, las nubes cubrieron la luna en ese momento y con solo el instinto de su lado se giró para lanzarse por el balcón, el príncipe corrió hacia él y cuando iba a dejarse caer tras subir a la baranda, el príncipe tomó su tobillo jalando con fuerza y lanzándolo al suelo. El cuerpo de Desya cayó sin ningún cuidado, como un costal de papas en una bodega, quedando desubicado y adolorido.


Desya intentó levantarse pero el arrogante príncipe lo estampó contra el suelo con más fuerza, las nubes se movieron en ese instante y la luz de la luna entró por la ventana permitiéndole apreciar los cabellos al parecer castaños y un par de ojos azules como záfiros, las facciones finas pero masculinas… sin saber por qué, su corazón comenzó a latir fuertemente

— ¿Eso es todo lo que tienes?— preguntó en un susurro, con burla, con arrogancia mientras lo sometía en el suelo.

 Maximilian examinó emocionado la presa bajo su cuerpo, aquel era justo el tipo de desestrés que necesitaba.  Paseó la mirada por el rostro semicubierto por una máscara y la camisa negra, de tela aspera, ropa de plebeyo. La luz opaca que entraba por la ventana no lo dejaba ver bien del todo.
—¿Cómo es el ladrón bajo la máscara? Me pregunto qué clase de cara encontrare aquí— habló mientras intentaba someterlo con una mano para tener la otra libre. Desya aprovechó el movimiento para intentar soltarse.

Estaban forcejeando desesperación contra decisión. Rodaron por el suelo y los candelabros fueron a dar al suelo haciendo un ruido estrepitoso.

Tan concentrados el uno en el otro no notaron el ruido de los guardias acercándose, alarmados por el sonido de cosas cayendo en la habitación del príncipe.

—Príncipe ¿se encuentra bien?—  Maximilian no contestó, estaba luchando contra aquella rata, forcejeando por arrebatarle la máscara. Los guardias insistieron y finalmente empujaron la puerta rompiendo la cerradura. La luz entró fuerte desde los altos y luminosos candeleros del pasillo y Maximilian que estaba sobre Desya tuvo que parpadear para acostumbrarse. El rubio aprovechó el momento y se zafó del agarre casi arrastrándose al balcón.

—Ya nos veremos en otra ocasión príncipe— le gritó al tiempo que recogía rápidamente la bolsa de monedas que había ido a dar al suelo y saltaba por la ventana sin ningún cuidado, presa de la adrenalina.

Maximilian se levantó tan rápido como pudo reaccionar y corrió a la ventana pero solo pudo ver como una sombra ágil se movía casi imperceptiblemente entre las ramas hasta perderse en el bosque que estaba junto al Palacio, justo en el momento en que los incompetentes soldados irrumpían en su habitación.

— ¡¿Con qué derecho entran así a mi habitación?!— estaba enfadado consigo mismo por dejar escapar a aquel ladronzuelo y los pobres guardias terminaron pagando su mal humor.

Desya volvió a su casa aquella noche; mallugado y golpeado; alterado, emocionado y a la vez sintiendo que toda su moral se había ido al garete. Pero por encima de todo sin poder sacar de su cabeza el rostro a media luz del príncipe,  no lograba que la adrenalina generada por el forcejeo con él disminuyera en lo mas mínimo.

Solo en su habitación contempló la bolsa de moneras, eran 20 monedas de oro, separó cinco, le daría quince a su madre y guardaría las otras cinco por si era necesario. Suspiró sabiendo que aquel era dinero mal habido pero si lo usaba bien esperaba no tener que pasar por aquello nunca más.
Desya guardó su botín bajo una de las tablas flojas del suelo de su habitación, donde también escondía el diario de adolescente de su padre. El que había encontrado cuando él mismo había llegado a la adolescencia y había buscado un lugar para esconder alguna cosa de su madre.

Paso una semana entera antes de que la madre de Desya se terminara la pequeña fortuna que había conseguido para ella.

—Muy bien Desya, muy bien— le felicitó la tarde que mandó a llamarlo— Hiciste un buen trabajo antes, algo pobre pero viniendo de ti es casi un milagro— habló y le lanzó la bolsa vacía de monedas a los pies— Rellénala— le indicó.

—No es un vaso de agua, madre— le repuso entre dientes y la mujer golpeó contra el suelo sus nuevos y hermosos zapatos hechos a medida mientras apretaba los puños a sus costados.

—No me contestes así, chiquillo insolente— gritó— Después de la miseria que nos has traído ¿pretendes que sea suficiente?

Ciertamente Desya no lo había esperado pero tampoco había esperado que su madre gastara la pequeña fortuna tan rápido.

—Para ti…— continuó su madre haciendo un ademán hacia él, como si señalara algo desagradable que quisiera quitar de su vista— Sin ambición ni clase parecerá una fortuna pero lo que nos trajiste son apenas miserias. Obedece y trae al menos una carga igual.

Desya abrió los ojos ¿que decía su madre? ¿Una carga igual? Ya había sido un milagro que el príncipe tuviese aquella bolsa de monedas en su habitación, era la única habitación a la que tenía acceso fácil. Pero después del último robo, ¿cuál era la posibilidad de que una semana después hubiese una bolsa igual esperándolo?

—¿Qué haces ahí parado como un retrasado todavía? Recoge eso y lárgate. Espero que tengas el dinero para mañana.

Desya se quedó de pie e impotente en medio de la sala, despacio y temblando de ira recogió la bolsa de cuero del suelo.

—Si, madre— Fue su simple respuesta y se preguntó cuánto más podría seguir dándola.

Desya se infiltró esa misma noche al castillo nuevamente, justo como lo había hecho la primera vez. Según decía el diario de su padre, él y el rey actual habían sido compañeros de juegos de niños y amigos de adolescentes. Cuando el rey aún era príncipe y ocupaba la habitación del actual, éste le había mostrado a su padre un pasadizo que llevaba desde un pozo entrado en el bosque hasta aquella habitación. Era la salida que ocupaban para escaparse del antiguo rey e irse a nadar al lago, visitar bares, enamorar mujeres o simplemente ir a montar a caballo.

Cuando estuvo frente al lugar que daba a la pared falsa del príncipe, movió una piedra floja y revisó si había alguien en la habitación, cuando estuvo seguro de que no la había salió con cuidado de dejar la pared en su sitio. Si tenía suerte podría salir por ahí sin altercados como la última vez, había sido algo bueno que en aquella ocasión hubiese decidido tomar la precaución de cubrir su rostro y esperaba que ahora fuese una medida innecesaria que estaba repitiendo.


La habitación estaba a oscuras como la última vez y sólo por si acaso lo primero que revisó fue el cajón del que había sacado la bolsa de monedas la vez anterior. Lo abrió lentamente y escuchó un click e inmediatamente después el sonido del cañón de un arma disparándose. Se alarmó y se separó rápidamente del mueble. Estaba por correr de vuelta a la puerta falsa cuando una voz desde el balcón lo alertó de detenerse.

—Así que entras por la puerta y no desde el balcón ¿eh?— Desya vio la figura del príncipe recargada en el marco— Adelante, toma la bolsa del cajón, es la misma cantidad que la última vez— le indicó haciéndole una seña con la cabeza hacia el hermoso mueble tallado en olmo.

Desya dio un paso atrás y de reojo vio una bolsa en el cajón pero se negó a acercarse y caer en alguna trampa de aquel maldito.

—Adelante, puedes tomarla, no hay ningún truco en eso— Rodó los ojos con fastidio.

—¿Por qué debería confiar en ti?— preguntó frunciendo el ceño.

—Porque a diferencia de una escoria ladrona, la palabra de un príncipe vale, rata escurridiza— le respondió ofendido siquiera por la duda.

El príncipe gruñó y se enderezo descruzando sus brazos y caminando al mueble sacando la bolsa y lanzándola a Desya, que la tomó por reflejo sin saber qué demonios pasaba ahí.

—Toma, eres lo más divertido que me ha pasado últimamente así que te propongo un juego— Desya no quitó la mirada del príncipe por mucho que quisiera comprobar el contenido de la bolsa, estaba alerta, sentía que si se descuidaba un solo instante sería presa fácil para aquel sujeto.

—No soy el juguete de nadie— replicó apretando la bolsa y preguntándose si podría correr hacia la ventana lo suficientemente rápido como para que no lo alcanzara. Pero el príncipe estaba más cerca del balcón, quizá si lo hacía moverse…

—Oh, pero eres un ladrón ambicioso como cualquiera. Si aceptas jugar conmigo te dejaré ir hoy y no sólo eso— El príncipe comenzó a caminar hacia Desya y éste a alejarse intentando cambiar de posiciones y ser él quien quedara más cerca de la que había sido su salida provisional.

—¿Si? ¿Qué más?— le siguió la corriente, dibujando un semicírculo con sus pasos, él y Maximilian parecían un par de leones midiendo su fuerza antes de lanzar la primera mordida, aunque él en realidad se preparaba para escapar.

—Dejaré una bolsa igual cada semana en ese cajón— agregó.

La afirmación captó por completo la atención de Desya y detuvo su huir por un segundo, completamente desconcertado.

—¿Cómo?— qué demonios tenía aquel príncipe en el cerebro ¿arena?

—Lo que oyes ladronzuelo, dejaré una bolsa aquí cada semana, ese será el juego, si tu escapas ganas y puedes quedarte la bolsa, no te perseguiré, si te atrapo, entonces yo gano.

—Tu ganas ¿y entonces qué?— preguntó desconfiado, más interesado en llegar a la ventana y saltar que realmente en escuchar su respuesta.

Una sonrisa maliciosa se dibujó en los labios del príncipe. Le dedicó una lenta mirada desde los pies hasta el anticuado antifaz de tela que el ladrón usaba.


—Entonces serás mío…