miércoles, 30 de octubre de 2019

Cada Momento -Parte 1


La noche en que Clint fue rechazado por David en el bar, decidio tomar sus cosas y volver a casa antes de tiempo, llamo a su mejor amigo para avisarle que se iria con anticipación y que lo esperaría para celebrar año nuevo juntos, cuando terminó la llamada tomo la maleta que había hecho en su arranque de enojo esa misma mañana, realmente parecía todo una señal, cerro su departamento decidido a olvidar todo lo que había ocurrido esa noche, había llorado, desahogado, golpeado almohadas y gritado contra el colchón diciéndose lo idiota que había sido, pero después de la llamada de su madre se sentía mucho mejor, estaba por tomar un taxi cuando alguien le tomó por el hombro girándole. 

Ahí estaba, la persona a quien menos quería ver en esos momentos. 

―¿David? ― el nombre escapó de sus labios por reflejo, se veía agitado y su siempre tranquilo rostro estaba descompuesto. 

―Yo… ― estaba agitado y parecía que iba a decirle algo pero justo en esos momentos pareció notar sus maletas ― ¿a dónde vas? 

―Yo… ― suspiró y recordó lo que había pasado ― no es algo que te importe ¿Que haces aquí? – miró a su alrededor como buscando algo que le indicara el por que de su presencia. 

―Lo siento, tenía que decírtelo, lo siento – 

Clint frunció el ceño. 

―No tienes que disculparte, dijiste lo que pensabas y estabas en tu derecho ― estaba dolido pero prefería no desmoronarse frente a el.

―¡no! ― estaba aun agitado ― no era lo que pensaba, estaba celoso, tu…digo… ― tartamudeó ― hemos estado dando vueltas alrededor del otro todo este tiempo, creí que el amigo que estaba contigo era tu novio y solo….que solo intentabas alguna clase de juego raro ― explico cada vex mas bajo. Clint frunció el ceño ofendido pero el enfado era opacado por un estado de incredulidad genuino, por que demonios alguien como David iba a sentirse inseguro frente a el? O… era cierto, no era por el exactamente, era por Ryan, bien, tenía sentido que se sintiera inseguro frente a Ryan, el hombre era un bombon andante. 

―Ryan es solo mi amigo… ― explico aunque sin la capacidad de sentirse mejor ― está bien, entiendo, Ryan puede hacer que la gente mas hermosa se sienta insegura ― aun así eso no lo ayudaba a sentirse mejor frente al barman, se había sentido mal y ahora que se disculpaba no encontraba razón lógica para seguir enfadado con él, pero era difícil decirle a su corazón que se calmara, que borrara la tristeza y el dolor que le estaba carcomiendo. 

―Lo sé… 

Un incómodo silencio prosiguió y Clint se movió en su sitio acomodándose la maleta que tenía al hombro soltando por un segundo la que arrastraba para hacerlo.

― bueno, yo ya me iba ― el menor decidio romper el silencio pero David volvió a detenerlo. 

―¡Espera! ¿Por qué querías saber mi hora de salida? ― pregunto ancioso como un niño.

Clint le miró con evidente enfado por la pregunta ¿Qué acaso queria seguir burlándose de el? Ya lo habia rechazado una vez ¿Cual era el punto de continuar con el tema?. 

―¿No es obvio el por que la gente pregunta eso? ― no iba a humillarlo de nuevo ¿verdad? Un rechazo por noche era su límite. 

―bueno es solo que ahora llevas esa maleta… ¿a donde vas?

Clint miró sus maletas y suspiró, claro, quien pregunta algo así cuando no va a quedarse hasta esa hora ¿verdad?

―Voy a visitar a mi madre por las fiestas ― se encogió de hombros ― lo decidí hace un rato, no lo tenia planeado cuando te pregunte por tu hora de salida ― esa conversación estaba siendo incomoda. 

―Oh… ― David lo soltó ― bien…yo… tengo que regresar al bar, no van a cubrirme toda la noche…

Clint le miro, aun traía el uniforme del bar debajo del abrigo, verlo le hizo perdonarlo un poco mas y le medio sonrió. 

―Gracias por venir y disculparte. 

―Quizás quieras que salgamos cuando vuelvas ―propuso nervioso

―¿Perdón? ―parpadeo desconcertado, preguntándose si habia escuchado bien. 

―¿Qué? ¿No es posible? ― David pareció ligeramente avergonzado. 

―No… bueno…si.... ― se volvió a acomodar las maletas en un acto mas bien de nerviosismo y se movió un poco sobre sus propios pies ― quieres salir conmigo? 

―¿A qué creíste que me refería cuando dije que llevábamos dando vueltas alrededor del otro todo este tiempo? ¿No…no notaste que te coqueteaba? ― 

―No… ―Clint negó y se sonrojó ―. Yo…digo jamás me hubiese atrevido a acercarme si Ryan no hubiera insistido ― miró al suelo repentinamente avergonzado ― me…me gustaría mucho salir contigo ― tartamudeo. 

― no encontraba el momento de pedírtelo ― sonrió y se acercó un paso. Clint no le miro. 

―Supongo que yo no hice mejor trabajo

―Lo siento ―, la sonrisa de David disminuyó un poco ―. A pesar de lo celoso que estuviera no debí contestarte así ― decir que estaba arrepentido era poco, si tan solo no hubiese sido tan imbécil quizá estaría besando esa hermosa boca y no luchando por disculparse. 

―Supongo que si hubiese sido cierto no me hubiese importado ―. Lo consolo encogiéndose de hombros, aunque también estaba triste por cómo habían salido las cosas. 

―Tienes los ojos hinchados… ¿lloraste por mí? ― 

―Puedo llorar si quiero ― Clint se puso más rojo y se encogió un poco. 

―No quería que mi primer acercamiento real fuese así ― murmuro revolviéndose el cabello, eran adultos pero ambos parecían un par de niños inseguros frente al otro.

―Bueno, Clint se cruzó de brazos frotándolos para alejar el frio ―. Yo tampoco ― se encogió, como si tuviese frio, aunque en realidad solo estaba abochornado. Un taxi se detuvo frente a Clint preguntando si necesitaba un viaje y Clint asintió. ―Tengo que irme – anunció resignado y cuando entraba al auto David le tomó la mano y sacó un bolígrafo de su bolsillo escribiendo su número en la palma ajena. 

― Llámame ¿si? ―pidio, aunque sono a ruego. 

Clint le sonrió y asintió, tras un corto silencio después de cerrar la puerta Clint le llamó, el moreno apenas y se asomó a la altura de la ventana y Clint se atrevió a robarle un casto beso de los labios. 

― Te llamaré ― le prometió. 

Clint no llamo de inmediato, después de llegar a casa de su madre, después de que esta brincara de alegría al ver a su niño medio congelado en la puerta de su casa, después de desayunar la comida casera de su madre, dormir varias horas, después de bañarse y dar vueltas alrededor de su celular sin atreverse a marcar, después de todo aquello envió un mensaje de texto, uno de los mensajes más burdos y comunes hoy en día

“Este es mi número, Clint”

No recibió respuesta de inmediato, unos diez minutos después su celular sonó indicando un nuevo mensaje. 

“perdona, estaba en el subterráneo ¿Cómo estás? ¿Qué tal el viaje?”

Clint sonrió al ver el mensaje y se recostó en su cama dejando que sus dedos se movieran. 

“bien, cuando llegue moría de frio, creo que olvide que en la provincia la temperatura baja aúnmás”

“abrígate bien entonces o terminaras con una nariz roja.”

“muy navideño ¿no? Pareceré Rodolfo el reno”

“eso no es muy conveniente, yo tengo que trabajar”

Clint torció el gesto, ¿trabajar? 

“lo siento, no te distraigo más.”

Se disculpo suponiendo que David se rederia a que no podía seguir conversando en ese momento. 

“no tu conversación, que termines como Rodolfo el reno”

Clint sonrió al notar que podrían seguir conversando.

“¿porque estaré feo?”

“por que podría contagiarme si te beso”

Clint Sintió un ligero calor en el rostro al leer el mensaje. 

“¿tengo que mantenerme sano para que me beses?”

“te besare aunque no lo estés”

“¿cual es el punto entonces?”

“trabajar o no trabajar, realmente preferiría poder ir a trabajar, se bueno y cuídate”

“¿por ti?”

“Entiendes rápido”

Clint sonrió viendo el mensaje, estaba a algunos días de navidad aun y no volvería hasta después de año nuevo así que los siguientes días se dedicó a enviarse textos con el hombre, estaba contento y de buen humor todo el tiempo, su mamá ya le había preguntado que le pasaba y aunque se negaba a darle una respuesta clara la mujer no era tonta y se hacía a una idea de lo que sucedía, después de todo no se apartaba del maldito teléfono a ninguna hora del día. 

―Creo que debería regalarte un teléfono nuevo para navidad ― le comento la mañana de víspera de navidad ― parece que te has enamorado del bendito aparato.

Clint se rio nervioso y en ese momento el tono de un mensaje le hizo revisar rápidamente, esta vez era de Ryan, por lo que sabía su amigo había estado saliendo con el bombón de los lunes, no le había dicho nada concreto, pero ahí había algo, no podía ser que el suculento trozo de carne aquel lo sacara a comer diario por su linda cara….. en realidad lo más probable es que lo hiciera por su linda cara. Su amigo le escribía para preguntarle cómo estaba y hacerle un par de preguntas sobre su estado de ánimo, no había querido decirle a Ryan sobre sus mensajes con David porque deseaba hablarlo con él en persona, no hacerlo por mensaje y tampoco por teléfono. Además solo se habían estado mensajeando, quien sabe tal vez en persona todo terminara. 

Otro mensaje llegó, esta vez sí era David, sonrió ampliamente y lo reviso. 

“si supiera donde vives, iría a verte”

“mentiroso, sabes que en estas fechas te pagan más”

“lo sé, es la única razón por la que trabajo en navidad”

“yo siempre lo paso con mama, quisiera verte”

“también quisiera verte…y tocarte y besarte”

Clint sonrió al ver la pantalla mientras se mordía el labio inferior, los mensajes habían comenzado a ponerse algo más melosos y atrevidos desde el día anterior.

“es raro cuando escribes algo así, hace meses que me ves”

“no tenía idea de que también te gustaba”

“creí que era tan evidente que debía dar pena”

“pensé lo mismo” 

“no lo note…”

Tocaron a la puerta y su madre que estaba marinando la carne para la cena de víspera de navidad volteó a verlo. 

―¿crees que puedas sacarla cabeza de ese teléfono para abrir la puerta? ― Le pregunto con una sonrisa acusadora, Clint se rió sabiendo que era culpable asi que se paro sin repelar.

―ya voy, ya voy― Asintió y siguió mensajeando, tal vez era alguna de las amigas de su mamá que pasaba a saludar. 

“Mi madre cree que me he vuelto adicto al teléfono”

“oh, ella no sabe que en realidad te has vuelto adicto a mi”

“eres un engreído” 

“hahaha bueno aun este engreído sabe darte la razón cuando la tienes”

“¿la razón sobre qué?”

Clint frunció el ceño extrañado, Abrió la puerta y arrugo aún más el entrecejo al ver de quien se trabara. 

―Que si, que hace más frio en provincia.

Ahí estaba David, rojo por el frio y con una encantadora sonrisa que hizo que Clint sintiera lo que significaba tener mariposas en el estómago. 

―¿Da…David? ― parpadeó varias veces y se quedó quieto en su sitio. 

―¿No me invitas a entrar? Hace mucho frio aquí ― Clint se apartó enseguida y le vio pasar con una maleta. 

―¿Cómo supiste donde vivo? ― preguntó incrédulo y comenzando a sentir la alegría burbujeante en su pecho, haciendo imposible que una sonrisa no se dibujara en todo su rostro. 

David se giró a él frotándose los brazos y entrando en calor. 

―Bien… se acerca navidad ¿verdad? ― le sonrió ― mi mamá murió hace cinco años y papá cuando era niño, no tengo familia cercana y…. ― lo observó ― Quería estar con alguien especial. 



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domingo, 27 de octubre de 2019

Mr Lunes Capítulo 6


Ryan se levantó con el sol penetrando aún a través de las blancas cortinas que cubrían el ventanal que parecía abarcar casi la mitad de una de las paredes de la habitación. Intentando recordar donde estaba se levantó y la sensación de molestia en su espalda baja le recordó exactamente en donde estaba. Avergonzado buscó con la mirada a su amante y para su desolación no le encontró. El corazón se le aceleró, él sabía perfectamente lo que aquello quería decir, nunca lo había hecho pero era hombre y sabía como funcionaba, ninguno se preocupaba por estar ahí cuando una mujer que no les importaba despertara ¿Que tan diferente podía ser entre hombres? Comenzando a arrepentirse de lo que había hecho, se levantó de la cama viendo sus pantalones en el suelo junto a su ropa interior, la tomó con premura y comenzó a vestirse aguantando la incomodidad en su espalda baja que se empeñaba en recordarle la tontería que había hecho. Él, al menos se aseguraba de dejarle a su pareja en claro que sería sólo un acostón el que compartirían… ese hombre… le había…le había hecho sentir especial. Sintió ganas de llorar y al darse cuenta se dijo que estaba exagerando, se estaba precipitando y él no era asi. Si sólo había sido un acostón él ya era un adulto, lo tomaría con calma y no dejaría que el otro notase lo que había significado para él. Se alegraba de haber guardado silencio la noche anterior. Ryan encontró los zapatos y buscó la camisa por la habitación sin suerte.

— ¿buscas esto?— Ryan levantó la mirada encontrándose con un hombre que le resultó completamente desconocido. Su rostro debió ser de completa confusión porque el hombre se presentó tendiéndole la camisa —Toma, estaba en la sala— dándole la camisa le extendió la mano— mi nombre es Cole, este es mi departamento o algo asi…. Ammm supongo que mi primo te trajo—. Ryan estaba mudo… ¿ese departamento era de él? Recordó de golpe que la primera noche Mr. Lunes le había llevado a un lugar diferente diciéndole que era el sitio donde vivía… genial, el sujeto ni siquiera lo había considerado digno de llevarlo a su propia casa.

—¿Dónde está?— preguntó por no quedarse callado y porque la voz no le daba para algo más largo. El hombre frente a él se sonrojó, vio la pena en su rostro y si Mr. Lunes acababa de romper su corazón aquel rostro había roto su orgullo.

—Yo entré con mi llave, lo siento... él... ammm... no lo he visto— el creía que tenía el corazón roto… pero la frase lo dejó completamente destrozado.

—si… gracias— asintió. Para el hombre debía ser obvio por su ropa que era stripper y lo que pasaba por su cabeza no terminaba siendo diferente a lo que había pasado… había terminado vendiéndose a ese imbécil… — creo que es tiempo de que me marche— el otro asintió.

—ammm ¿quieres que llame a tu agencia? – Ryan le miró extrañado— ¿ellos no envían un auto por ti o algo asi?— Ryan abrió los ojos grandes al notar lo que el otro había deducido.

—yo…. No soy un…— se atragantó al hablar— acompañante….— el otro se puso completamente colorado.

—oh, por dios. Lo siento, no fue mi intención… bueno es sólo que…— él sinceramente no quería escuchar sus disculpas, sólo lo hacían sentir peor.

—no, descuida. Gracias por… ammm... pasarme la camisa— eso era sinceramente incómodo pero agradecía que al menos el sujeto no lo echara a patadas de su casa, ¿qué tan seguido Mr. Lunes usaría su casa para sus conquistas? debía ser terriblemente seguido para que estuviese tan acostumbrado. Se sentía tan mal que ni siquiera era gracioso. Él, el experimentado y el chico de mundo que se sentía con derecho de aconsejar a Clint, había caído como un tonto por un don perfecto, justo como una estúpida chiquilla enamorada— y en tiempo récord —murmuró mientras bajaba por el ascensor. Se sentía mierda.

Ryan salió a la calle y los villancicos le inundaron, era la mañana de navidad… vaya feliz navidad. Detuvo un taxi y pidió que le llevaran a su casa, estaba tan devastado que ni siquiera podía sentirse enojado, solo quería llegar a casa y sentirse algo más seguro entre sus cuatro paredes.

Cuando Mr Lunes entró al departamento, tenía una hermosa sonrisa en el rostro, desayunarían y después podrían ir a su departamento, había dejado el lugar arreglado y equipado para pasar una dulce navidad con su amante, no sabia si Ryan lo iba a aceptar la noche anterior pero había sido optimista. Pensó en recoger la ropa que habían dejado tirada en la sala al llevarle el desayuno pero no la vio, sintiéndose algo alarmado esperó que su amante estuviese tomando una ducha. Entró a la habitación y se encontró de lleno con la cama vacia, buscó por la habitación pero lo que encontró fue a su primo sentado en un pequeño sillón.

—Debiste decirme que estarías usando el departamento, casi muero del susto cuando vi a un muy desnudo chico en la cama, por suerte llame a recepción antes querer sacarlo a patadas del departamento.

—¿dónde está?— sintió un repentino ataque de miedo, por dios, que estuviese en la ducha.

—Se fue hace un rato, se levantó, tomó sus cosas y se fue, no pensé que fueses del tipo que contratara esa clase de servicios, en recepción me dijeron que tu habias dado permiso para que entrara… creí que era un acompañante. ¿Por que contrataste un stripper?— había caído en cuenta de ello cuando el otro había negado que era acompañante y recordó los broches en la camisa de policía que le había pasado— entiendo que quieras compañía pero… bueno, sería mas fácil solo salir con alguien ¿no?— su primo hacía mucho había dejado de prestarle atención, miraba todo el departamento como esperando que Cole se equivocara y Ryan saliese de algún lado en cualquier momento. Solo reaccionó cuando cayó en cuenta lo que su primo había dicho sobre creer que era un acompañante.

—¿qué le dijiste?

—¿qué? Nada, no soy un cretino, respeto su trabajo, me preguntó si estabas por aquí y le dije que no te había visto, le pregunté si quería que llamara a su agenciase —el hombre puso una mano en su cara— crei que era un acompañante pero me sacó de mi error— Mr. Lunes sabía lo orgulloso que Ryan era y no quería ni imaginar lo que aquello debía haber hecho a su orgullo.

—Mierda— jadeó soltando el desayuno que llevaba en las manos saliendo de ahí lo mas rápido que podía, debía alcanzar a Ryan.

—¡hey!— escuchó a su primo gritar tras él, debía decirle algo pero él no lo escuchó, se precipitó hacia el sótano por su auto rezando porque después de explicarle lo que había sucedido Ryan se lo tomase con filosofía.

Mr. Lunes llegó en tiempo récord frente al complejo de departamentos de Ryan y se dirigió apresuradamente a su puerta con el corazón en la garganta. Tocó con desesperación y no pasó mucho antes de que Ryan abriera tan solo con una toalla alrededor de la cintura y el cabello completamente mojado. Aunque su corazón saltó ante la visión, sabía que aquello no era una buena señal, su muchacho no había podido esperar a quitarse su aroma de la piel.

—Ryan… yo… ¿podemos hablar?— pero una bienvenida no fue precisamente lo que tuvo. Ryan le golpeó sin pensarlo.

— No necesito tus explicaciones, no me importa si eres mr. lunes, martes, miércoles o el jodido año entero, no quiero tu discurso post te jodí y ya me fui—. Gruño intentando cerrarle la puerta en la cara pero Mr. Lunes lo detuvo. 

—Ryan, escúchame por favor— pidió tocándose la mejilla, caliente por el golpe y arreglándoselas para entrar y cerrar la puerta tras él.

—No me interesa nada de lo que me digas— negó y para el desgarre de su alma, Mr. Lunes notó sus ojos algo hinchados— no necesito tus explicaciones, caí como un idiota frente a ti pero puedo levantarme por mí mismo, es posible que solo sea un niño para ti pero soy mas fuerte de lo que crees.

—Sé cuan fuerte eres…— susurró con el corazón desgarrándose al verlo tan afectado, el no quería hacerlo sufrir.

—Entonces, déjame— exigió y Mr. Lunes notó que se le quebraba un poco la voz.

—Soy yo el que no es tan fuerte… te quiero… te necesito, no quiero dejarte ir— le confeso y Rya dudó.

—Entonces ¿por qué me dejaste solo en un departamento que ni siquiera era tuyo? —le reclamo.

— ¡Fui por el desayuno! Yo… quería sorprenderte, no se suponía que mi primo estuviese ahí…

—Eso no explica por que me llevaste ahí…— Ryan no era tonto no iba a creerle tan fácilmente.

—No quería que supieras que era yo quien te había contratado, tu sabes donde vivo y no quería que sospecharas—le explico.

—Entonces lo que paso en la mañana…— Ryan se acarició el brazo.

—Fue un terrible malentendido—le explico intentando acercarce para abrazarlo. Ryan le dio la espalda no queriendo verlo a la cara, había hecho una escena por nada… pero había tenido sus razones… se sentía avergonzado, aliviado, feliz y temeroso.

—Tu primo creyó que era una puta— suspiró.

—lo sé… — se acercó colocando sus manos en sus hombros— perdóname… debí estar ahí cuando despertaras…en verdad quería estar ahí cuando abrieras los ojos— se explicó. 

—No soy una chica— se encogió de hombros. Mr. Lunes le giró levantándole el rostro y la toalla fue a dar al suelo dejándolo desnudo en los brazos de su día favorito de la semana.

—El género no importa cuando amas a alguien— lo apretó en sus brazos sintiendo el alivio de volver a sentirlo, para Ryan las palabras reforzaron su confianza nuevamente—… y por cierto… no vuelvas a abrir la puerta en esas pintas— el mayor acarició sus nalgas desnudas— no puede ser que cada imbécil que toque pueda verte asi—reclamo, Ryan suspiró mientras sentía los besos húmedos en su cuello.

—Soy stripper— le recordó y Mr. Lunes gruñó por lo bajo.

—¿estas seguro de que no puedo darte empleo?— pregunto sin que sus besos en el cuello ajeno pararan. Ryan lo separó y tomó su rostro entre sus manos.

—no vas a mantenerme, no dependeré de ti— le aseguro con voz seria y firme. 

—Dependes de tu amigo— torció el gesto. Ryan tuvo que admitir que tenia razón.

—Él es como mi hermano.

—Y yo el hombre que te ama— contraataco. 

Ryan se separó suavemente y le dio la espalda recogiendo la toalla, le gustaba que le repitiera que lo amaba. Pensándolo con calma, verlo desarreglado tampoco estaba mal, había ido por él nada más notar que no estaba.

—no es lo mismo…además…— se acomodó la toalla cubriéndose la cintura—no voy a cambiar mi vida entera despues de seis días de conocerte… — aseguró, sintiéndose nuevamente el mismo.

—eso duele. 

—no quiero ofenderte ni dañarte… —Ryan se giró a verle y suspiró—. Pero me siento seguro aquí… 

—dejame emplearte— pidió seriamente.

—¿me pagarás por joderme? — Ryan sonrió con burla —. Creo que aún no caigo tan bajo.

—Jamás he dicho semejante cosa—, Mr. lunes negó mirándolo con reprobación— ¿que tal limpiar la casa?… pago bien.

—¿quieres que limpie tu casa?— se lo pensó— ¿qué tan seguido?

—cada fin de semana

—¿qué esperas que haga? — eso parecía conveniente para Ryan.

—bueno... aspirar, sacudir, enviar y recibir la colada… extender las sábanas. 

—¿quieres que arregle las sábanas que me encargaré de desordenar?— Ryan le miró con cierta coquetería. 

—las ordenaré por tí si las desordenas con entusiasmo— mr. lunes sonrió notando que ganaba terreno, ya casi lo tenía. Ryan le empujó juguetonamente.

—Imbécil— le acusó sintiéndose repentinamente avergonzado, joder, era como ser virgen de nuevo, no estaba acostumbrado a aquello.

—Deja que este imbécil te muestre su casa… ¿por qué no te vistes y te llevo? 

— bueno…— Ryan jugueteó con la toalla.

—vamos, es navidad…sé generoso….compláceme—rogo.

—vale— sonrió—espera, déjame vestir.

—te prefiero cuando te desvistes, pero esperaré— coqueteo. 

Ryan negó pero se retiró y al volver de la habitación se encontraba vestido y arreglado. Mr. Lunes debía admitir que lo primero que le habia atraído del joven era su apariencia. El chico alto, aunque no tan alto como él, le habia atraído desde que lo habia visto desde su lugar en su sitio vip, el cabello algo desordenado le invitaba a sujetarlo con fuerza, aquellos ojos seguros le rogaban por someterlo y aquel cuerpo exquisitamente esculpido y moldeado suplicaba en cada movimiento y gesto ser acariciado por sus manos. 

Había sido una sorpresa agradable descubrir que el carácter del chico también le atraía, le gustaba que fuese tan directo, tan decidido y a la vez transparente, le gustaba poder ver a sus ojos y tener la seguridad de que le hablaba con la verdad, de que no vivía a medias tintas. En su entorno las mentiras y el engaño eran cosa de todos los días, hundirse en aquellas pupilas verdes y verse reflejado tal cual era le acariciaba el alma y dibujaba automáticamente una sonrisa en su rostro.

—entonces… ¿me llevarás o no?— la voz de su amante llamó su atención y le sacó de sus cavilaciones, oh, él iba a llevarlo a su departamento, de eso no cabia duda y si corría con suerte no saldría pronto de ahí.

—claro, salgamos de aquí

Salieron del departamento y Ryan se aseguró de dejar cada puerta y ventana cerrada. Ellos vivían en un barrio tranquilo pero no por ello no sería cuidadoso. Se giró a la calle a tiempo para ver a su vecino en la casa de enfrente espiándolo por entre las cortinas, en verdad no tenía vida ¿cierto? Sonrió un poco, bueno, qué más daba darle algo con que ladrar. Se acercó a Mr. Lunes y le tomó por la camisa jalándolo hacia él, sonriéndole cerró los ojos atrapando el labio inferior del otro entre sus dientes, juguetenado un poco antes de hacerse de aquella boca que podía dar tantos placeres, al separarce los ojos de su amante estaban encendidos.

—No sé qué ha sido eso… pero me ha gustado— susurró y Ryan ladeó el rostro con una sonrisa llena de seguridad.

—El primero de mis regalos de navidad— sonrió coquetamente.

—Quiero ver los demás— Mr. Lunes levanto una ceja. Ryan soltó suavemente el cuello de la camisa ajena.

—tal vez no lo veas… solo lo sientas— Pudo ver para su placer al otro acalorarse y tomar un poco de aire.

—Espero que sea una promesa— asvirtio y Ryan rió haciéndole una seña para que se marcharan.

—Es una amenaza— sentenció y el otro abrió las puertas del auto.

—Vamos a casa.

A Ryan le preocupó por un segundo la forma en que el otro lo decía, iban al departamento del otro… no al suyo. Sin embargo por primera vez en años alguien le estaba ofreciendo un hogar propio, durante años Clint había compartido el suyo con él, pero algo completamente suyo… era la primera vez. Le preocupaba iniciar una relación tan seria, no parecía que alguien como su acompañante hiciese las cosas a medias tintas y el no estaba seguro de poder corresponder con la misma intensidad. 

El camino al departamento de Mr. Lunes fue silencioso, un silencio tranquilo en el que Ryan seguía planteándose en lo que se estaba metiendo, la intensidad de sus sentimientos le hacía sentir inseguro, especialmente con el poco tiempo que llevaban juntos, desear algo con tanta fuerza… la última vez había sido cuando había deseado con todas sus fuerzas despertar de la pesadilla al anunciarle la muerte de su madre, justo un año después de la de su padre. Se había sentido tan solo y vacío… tenía miedo de sentirse así nuevamente.

Antes de darse cuenta estaban en el estacionamiento subterráneo de Mr Lunes y Ryan sonrió cuando éste le abrió la puerta. —No hagas eso, es vergonzoso— rio y el otro, como si jugara, le tendió la mano para ayudarlo a salir. Ryan volvió a reir algo divertido pero aceptó— en serio no lo vuelvas a hacer— le advirtió y Mr. Lunes rodó los ojos.

—ok— aceptó y caminaron tranquilamente al ascensor mecánico.

Subieron directamente a su piso. Mr. Lunes pasó su tarjeta de identificación y el elevador le llevó directo a su piso. Cuando la puerta se abrió, el departamento que encontró no fue un golpe duro por el tamaño, su buen gusto ni mucho menos por que le impresionara el lujo. Lo fue por que desde las paredes con los bordes superiores llenos de follaje y esferas hasta el hermoso árbol navideño, pasando por los decorados en pasamanos y mobiliaro gritaba hogar.

— Bienvenido— Mr. Lunes lo abrazo por la espalda y le susurró al oído. Ryan no contestó, sintió los brazos ajenos rodearle por la cintura— quédate…— le escuchó pedirle y él tomó aire.

—¿esta noche?— tartamudeo. Mr. Lunes le besó la mejilla desde atrás. 

—Para siempre sería perfecto… pero iniciar con esta noche me conformo. 

Ryan se giró en los brazos del otro.

—esta noche… será un placer— aunque en su interior ya sabía que quería quedarse ahí para siempre, después de todo… volvería a vivir mil veces el dolor de la pérdida por un día más con sus padres… ¿por qué dejaría ir la felicidad que la navidad le estaba ofreciendo? –Solo quiero saber algo…— se sonrojo. Mr. Lunes le miró levantando ambas cejas esperando su pregunta. Ryan sintió el calor en sus mejillas aumentar mientras la pregunta escapaba de sus labios. — ¿Cuál es tu nombre? 

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jueves, 24 de octubre de 2019

Mr Lunes Capítulo 5


Al día siguiente Mr. Lunes no se comunicó con él, recordó que tampoco habían hecho planes para después. Cerca del mediodía su teléfono sonó y estúpidamente tuvo la esperanza de que fuese él, la decepción que le invadió cuando al que escuchó fue a su jefe ocasional, lo dejó aún más deprimido. No le gustaba sentirse de aquella manera.

—Escucha Ryan, hay un trabajo muy bien pagado para esta noche ¿qué dices? Sé que es nochebuena pero recordé que habías dicho que estarías disponible estos días, la paga es muy buena por la fecha ¿Estás disponible?

— Ryan se recordó que necesitaba el dinero y que había decidido aprender a estar solo en aquellas fechas, ningún “día aburrido” de la semana iba a cambiar sus convicciones.

—por supuesto, envíame la dirección y la hora por mail ¿Hay algún tipo de pedido? — la gente casi siempre pedía un policía o un bombero, algunas veces un médico. Pensar en la profesión no ayudó a mejorar su ánimo, su mente volvió al sujeto que había llegado a revolverle el mundo.

—nada en especial, pero ve de policía, es el genérico, pondré el dinero en tu cuenta en un momento.

—¿cuánto es? — su jefe rio un poco.

—Cuatro veces la suma normal— Ryan levantó ambas cejas soltando un silbido.

—haberlo dicho antes y ni siquiera lo pienso— su jefe se rio.

—Enviaré la dirección y la hora a tu correo, hasta luego— su jefe colgó y a Ryan se le borró la sonrisa del rostro. No se sentía con ánimos de trabajar pero algo de adulación y ambiente festivo seguro podía levantarle el ánimo. Ser stripper y tener a un montón de mujeres queriendo poner las manos sobre ti y mirándote como si fueras el último vaso de agua del desierto podía hacer maravillas con la autoestima de vez en cuando.

Ryan recibió minutos más tarde la dirección de su trabajo, la hora, así como la confirmación del depósito a su cuenta. A la fecha no había tenido problemas con su jefe en ese sentido. Se arregló con tiempo de anticipación y tomó un taxi al lugar indicado. El sitio era un buen lugar, posiblemente no de la talla de Mr. Lunes pero perfectamente el hogar de alguien que podía permitirse pagar cuatro veces más su sueldo por un stripper en navidad. Se presentó en la recepción y le dejaron pasar indicándole el piso al que debía ir y al salir del elevador y buscar la puerta correcta no necesitó demasiado, la música se escuchaba retumbar por lo bajo desde una de ellas, como ahogada por la puerta y luchando por salir. Sonrió con suficiencia con el rostro coqueto que usaba para el trabajo y tocó al timbre, cuando la puerta se abrió la sonrisa se le heló en el rostro.

—hola— Mr. Lunes estaba frente a él, con una camisa blanca desfajada, los pantalones negros y los pies descalzos, parecía perfectamente cómodo en el lugar. Levantó el control que tenía en la mano y la música cesó— bienvenido.

Decir que Ryan estaba desconcertado fue poco, Mr Lunes se hizo a un lado dejándolo pasar y él entró encontrándose con que ahí adentro no había nadie, aunque era evidente desde afuera al entrar aun lo descoloco, como si hubiese estado esperando estar alucinando. Se giró y se encontró a su contratista cerrando la puerta.

—¿qué significa esto? — preguntó aun descolocado. Mr. Lunes se encogió de hombros.

—Me dijeron que eres bueno— explico con tranquilidad. Ryan frunció el ceño.

—No doy funciones privadas— oh no, eso normalmente no acababa en simple baile.

—es nochebuena, sé generoso— Mr. Lunes volvió a colocar la música, aunque bajo el volumen y se acercó a él pegando su frente con la suya— por favor— pidió antes de separarse e ir a sentarse en un cómodo sillón esperando su espectáculo.

Por varios segundos, Ryan, no supo qué hacer ¿cómo demonios el hombre se había atrevido a hacerle eso? Le vio ahí, completamente tranquilo y confiado y rabió un poco por dentro. Finalmente sonrió y levantó el rostro con confianza. Escuchó la música y se dispuso a darle un espectáculo que no olvidaría ¡estaba malditamente enojado!

La reacción que Ryan obtuvo con su baile era la esperada, conocía unos ojos cargados de deseo cuando los veía, desgraciadamente para el nunca le habían afectado tanto. Pero ahora, con ese hombre, mientras se quitaba la ropa con desfachatez y bailaba con atrevidos movimientos su corazón se aceleraba más y más hasta que la cabeza le dio vueltas y notó que no podía seguir siendo profesional. No se atrevió a deshacerse de la última pieza de ropa y los pantalones se quedaron en su sitio a pesar de que debería haber sido lo segundo en salir. Su respiración estaba agitada. Camino con decisión hacia su anfitrión y bruscamente tomó el control de la mano del otro y detuvo la música.

—Es todo lo que paga tu dinero— le soltó y aunque no era un reclamo sonó como uno. El vendía su imagen… era cierto… pero jamás habia querido vendérsela a él. No se detuvo a pensar en que estaba medio vestido, emprendió la huida hacía la puerta solo deseando salir de ahí lo más rápido posible. Alcanzó a poner la mano sobre el pomo cuando una mano le sujetó por el brazo haciéndolo girar, jalándolo y acorralándolo contra la pared del pasillo. Sintió los labios ajenos presionándose contra los suyos y aunque intentó resistirse, el cuerpo presionándose contra el suyo, el calor del momento y su piel necesitada le vencieron abandonándose a un beso que le arrancó el aliento, dejándolo agitado y excitado entre los brazos del otro.

—No te marches— escuchó la voz de su acompañante agitada y necesitada.

—ya termine aquí, no vendo otra clase de servicios— renegó no queriendo verlo al rostro, si solo lo veía seguramente caería en la tentación de abandonarse a la necesidad, al placer de probar aquello que se le ofrecía en bandeja frente a él.

—Tu trabajo terminó aquí— Mr. Lunes tomó su mentón haciéndolo girarse hacía el —quédate porque lo deseas… — Ryan lo miró y su cuerpo se estremeció, lo deseaba, por dios que lo deseaba con todas sus fuerzas, sintió los labios contra los suyos nuevamente y sus brazos buscaron con vida el cuerpo ajeno aferrándose a el.

Mr. Lunes no tenía intención de llegar tan lejos aquella noche, había pensado poner las cartas claras sobre la mesa, demostrarle de golpe que su interés no era el de un amigo, pero se había contenido demasiado y ahora que lo tenía, no encontraba fuerzas para detenerse, con fuerza acórralo al chico contra una de las paredes y devoró con hambre aquellos labios con sabor a menta. Pero no tenía suficiente, no solo quería sus labios, lo quería todo; su cuerpo, su corazón, su alma y su mente. Atrajo el cuerpo ajeno al suyo y lo guio entre besos a la habitación, lo anhelaba pero lo quería en la cama, como debía ser. Apenas en unos días el muchacho se había metido hasta por debajo de su piel. Aquel lunes había ido al Pub solo a pasar el rato y tomar un trago, no había esperado que una preciosa sonrisa le robara el aliento desde la barra. Verlo pelear con David le había casi desalentado pero escuchar que peleaba por un amigo que consideraba un hermano comenzó a cavar dentro de su corazón hasta tenerlo metido bien profundo en él. El chico le había ido robando cada pensamiento poco a poco y ahora no podía sacarlo ni de su cabeza ni de su corazón.

Ya en la habitación, Mr Lunes lanzó al chico a la cama y se regodeó de placer al verlo semi desnudo y con los pantalones ya abiertos entre las sabanas, ya era suyo y nada iba a quitarle aquel placer. Aquel momento divino en que podía contemplarlo y ver en sus ojos que lo deseaba tanto como él, que lo ansiaba tanto como él, le comía la piel y le hervía la sangre por la sola visión.

—¿ahora qué? —Mr. Lunes escuchó la voz agitada y algo insegura de Ryan, no le agradó escucharlo así, no inseguro. Amaba la confianza del muchacho, la forma en que levantaba el rostro ante cualquiera y se mantenía firme en su papel, transparente y exquisito. Sin embargo, sabía por sus pláticas que nunca había estado con un hombre. Ser el primero le daba un malsano y exquisito placer. Notó que la duda recorría a Ryan y se quitó la camisa atrapando su mirada, lentamente acechó sobre su pareja y tomó sus labios distrayéndolo, tomando nuevamente su mente, haciéndose de su cuerpo, con una de sus grandes manos acarició su pecho y sintió a Ryan arquearse, sonrió para sus adentros, era cierto, Ryan amaba sus manos. Se separó lentamente y sonriéndole acarició su mejilla y para su deleite le vio cerrar los ojos y suspirar disfrutando de su roce. Su respiración se aceleró ante la visión. Queria tenerlo ya… pero no quería lastimarlo.

—más…— Ryan podía sentir como aquellas manos le quemaban, grandes y firmes, le robaban el aliento. Nunca antes se había sentido tan afectado sólo por un roce y se encontró sintiendo que le faltaba el aire. Mr. Lunes besó su cuello haciéndolo suspirar, Ryan abrió las piernas invitándolo a tocarle.

Mr Lunes tomó la invitación sosteniendo el miembro ajeno entre sus perfectos dedos, haciendo que Ryan sintiese el cielo envolverlo al igual que aquellos dedos le envolvían a él. Tomó el rostro ajeno entre sus manos y lo jaló buscando sus labios, devorando con ansias su boca, moviendo las caderas contra esa mano de dedos largos y perfectos. En su experiencia era todo lo que podía hacer, cuando Mr. Lunes acarició entre sus nalgas se sobresaltó, el aire se le fue y se removió negándose al toque pero la boca del otro le distrajo hasta que había ya un dedo en su interior causándole sensaciones que no había sentido antes, era como si una nueva puerta de placer hubiese sido abierta.

Ryan no pudo seguir besando a su amante, el aire le faltaba y sus ojos lloraban de deseo. —no puedo— jadeó negando y su amante besó su pecho, lamió y mordiqueó sus tetillas, él no tenía el control ahí y aunque era nuevo y desconocido no le desagradó. Se dejó llevar y sintió la boca ajena envolver su miembro enviando su cordura simplemente al carajo, las lágrimas corrían por su rostro con las emociones desbordándose, su pecho subía y bajaba, no sabía ya que parte de su cuerpo estaba siendo tocada, acariciada, su vientre hormigueaba. No recordaba haber sentido algo asi con ninguna chica antes. El orgasmo estaba por venir pero su amante lo detuvo.

—aún no— le susurró mientras presionaba la base de su miembro no dejándolo llegar.

—Quiero... —jadeó y Mr. Lunes se colocó entre sus piernas empujándose despacio dentro de él, había metido tres dedos dentro de él acostumbrándolo, pero no parecía haber sido suficiente. El cuerpo de Ryan protestó y éste se aferró a los hombros de Mr. Lunes— gmmm— abrió la boca sintiendo como el miembro ajeno lo llenaba, abriéndose paso dentro de él, partiéndolo y poseyéndolo— no…no, espera —jadeó sintiendo que no podría con ello, su excitación disminuyó y su amante prodigó besos en su cuello y le acarició con aquella maravillosas manos haciéndolo dudar y aferrarse a él hasta tenerlo completamente dentro—no puedo... — jadeó nuevamente y el otro se movió lentamente, fue extraño pero cuando el miembro ajeno volvió a penetrarlo golpeó algo en su interior, fue como si un delicioso escalofrío recorriera todo su cuerpo excitando cada fibra nerviosa de su ser— ah…— para su vergüenza soltó un gemido extasiado. Su amante lo notó y repitió el proceso haciéndole olvidar cualquier incomodidad—no…no…— jadeó aferrándose a él, sintiendo que perdía todo control, estaba en las nubes, en el cielo y en el maldito infierno, tanto placer le resultó incluso doloroso hasta que por fin algo hizo clic dentro de el y el orgasmo se apoderó de todo su cuerpo dejándolo completamente en blanco. 

Sintió su interior cálido, había olvidado usar protección aunque en ese momento no lo pensó, su cuerpo se sentía exquisitamente cansado, se quedó aletargado y jadeante en los brazos del amante que jadeaba sobre él, aun recuperándose del orgasmo que lo había poseído. Su compañero no parecía haber salido mejor librado que él y eso lo hizo sonreír. Completamente satisfecho, Ryan acaricio con cariño el cabello de su amante, este levantó el rostro y sonriendo le besó con ternura, su amante no habló, él tampoco lo hizo, se dedicaron tiernas caricias. No supo el porqué del silencio del otro, pero sabía por qué debía mantener él mismo el suyo. Si abría la boca, seguramente diría un “te amo” que podría cambiar más de una cosa en esos momentos.

Mr. Lunes salió lentamente de Ryan y después de un rato le levantó, increíblemente aún con su buena altura no parecía ser un problema para el hombre levantarlo. Le llevó hasta el baño y se asearon, no sabía muy bien acerca de la rutina de aquella clase de encuentros por lo que simplemente se dejó hacer. Limpio y seco fue regresado a la cama y cansado se dejo llevar por el sueño en brazos del hombre que le había hecho tocar el cielo.

lunes, 21 de octubre de 2019

Mr Lunes Capítulo 4


Ryan entró a su departamento, constaba sólo de una habitación que compartía con Clint y una cocina/sala en donde aún se veían algunos rastros de la pelea que había tenido con su amigo aquella mañana. De ser sinceros su amigo podía pagar un mejor lugar para vivir, posiblemente no un complejo con estacionamiento subterráneo como el de Mr. lunes, pero si un lugar para sí mismo. Él sabía perfectamente, aunque su amigo jamás se lo dijese, que si se quedaba ahí era como un pretexto para ayudarle con la renta. El trabajo de Stripper dejaba una considerable ganancia, era un trabajo que le permitía conseguir buenos ingresos en un corto tiempo, dejándole tiempo libre para la escuela, pero sin ser un trabajo de tiempo completo aún tenía problemas para manejar sus finanzas. Él podría ofrecer un par de servicios algo más “cercanos” pero era un área peligrosa a la que no deseaba entrar, el tipo de trabajo que había escogido ya era bastante peligroso como para agregarle leña al fuego. 

Podría sin duda arreglárselas sin su amigo viviendo con él, pero compartir gastos de comida, renta y demás ayudaba bastante. Vio la hora en el reloj de pared, era ya de madrugada, sería mejor irse a dormir. Al día siguiente tenía que regresar un par de libros a la biblioteca de la escuela. 

Sus vacaciones de invierno habían iniciado hacia dos días…. En cinco días seria Noche vieja, Ryan se había marchado cuatro noches antes de lo esperado, pensándolo con cabeza fría era mejor así, podía irse acostumbrando a estar solo en esas fechas. Sin preámbulos, más que los de su aseo personal, Ryan se fue a dormir y un par de horas después la mañana llego; fría y solitaria, pero llegó, lo que ya era ganancia.

Ryan se levantó de la cama perezosamente, bostezó y en automático se calzó, se aseó, tomó su reproductor, sus audífonos y salió a correr. Pasados los minutos, mientras corría y entraba en calor fue poco a poco despertando, sintiendo la agradable sensación de sus músculos estirando y contrayendo. Sabía que debería calentar un poco antes de correr, sabía que algún dia le pasaría factura pero de momento era un poco difícil salir de la costumbre.

Para cuando Ryan estuvo cerca de volver a su edificio se encontraba cansado y de buen humor, correr siempre le ponía de buen humor, relajaba su cuerpo y eliminaba cualquier rastro de stress. A poco más de media cuadra de la puerta de su edificio comenzó a trotar, después a caminar mientras se quitaba los auriculares. Su visión se encontró con una de las mas desagradables que conocía, se replanteó volver a ponerse los audifonos y seguir corriendo, pero el orgullo se lo impidió. 

Parado entre su ahora tan lejana puerta y él se encontraba uno de sus molestos vecinos, el sujeto tenía su edad. No estudiaba, se había dedicado desde varios años atrás al “modelaje y la actuación”, había salido en algunos comerciales locales y participado en un par de campañas publicitarias de baja categoría, incluso había estado como extra en varias producciones grandes de la televisión nacional. El vecino vivía en el edificio de enfrente, en un departamento considerablemente más costoso que el suyo. Por lo poco que había podido ver del sujeto aprovechaba su atractivo relacionándose con gente más influyente que él, lo había visto por casualidad con algunos de sus amantes, el hombre no respetaba género o edad.

—Debe ser difícil levantarse después de una de tus noches de puta— El sujeto sonrió de forma despectiva al verlo. Ryan le escucho pero, siguió caminando tranquilamente mientras se arrepentía nuevamente de haberse quitado los audífonos, demasiado tarde como para hacer como que no le había escuchado tuvo que aceptar que tendría que aguantarlo.

—Y justo me preguntaba si ya te habías conseguido una vida— comento despreocupadamente y rodó los ojos. Su interlocutor no se molestó y en cambio se alineo a su lado para caminar junto a él.

—Qué gracioso— rio— estaba llegando de un trabajo cuando te vi bajar de un auto que en tus sueños podrías tener—, se apresuró al punto que le interesaba— ¿qué pasó? ¿Una clienta generosa?—se burló. Ryan iba a contestarle cuando escuchó la risilla del otro— oh espera, fue en realidad un cliente generoso ¿no es así? – el sujeto parecía de repente haber notado algo, Ryan capto que su pesadilla miraba hacia el frente y siguió su mirada, ahí, parado junto a su auto como si el mundo le perteneciera estaba Mr. Lunes. Aun había algo de niebla matutina, lo suficiente como para que el vecino de Ryan no distinguiera nada más aparte de un auto y una silueta masculina, pero Ryan frunció el ceño sintiendo que una vez que entraba en tus ojos, era imposible apartar la silueta de aquel hombre de su memoria ¿qué demonios hacía ahí? 

Ignoró a su acompañante y se siguió de largo acercándose al que suponía era su visitante, es decir estaba parado justo frente a su edificio.

—¡hey!— le saludó y este se giró hacia él, joder, realmente era aún más apuesto a la luz del día. Escuchó un sonido extraño tras él y se giró a tiempo para ver a su vecino trastabillar viendo como un imbécil al sujeto. Ya, en serio, ¿era posible que el hombre impresionara incluso a esa clase de sujetos? Notó a su vecino darse cuenta de que le observaba, recomponerse inmediatamente y mirarle aún con aquel desdén y desprecio acostumbrado antes de retirarse a su casa. Aunque sospechaba que cual vecina cotilla estaría espiándolo entre las cortinas de su ventana. Había que ver que en realidad el sujeto no tenía vida. Volvió la mirada donde su visitante y este le miraba con una expresión interrogativa

— ¿Puedo suponer que no se trataba de un amigo?— pregunto y una sonrisa fácil afloro en sus labios…ahhh Ryan era guapo pero ese hombre era simplemente demasiado! 

Apartando sus pensamientos sobre el soltó de aquel demonio tentador Ryan sonrió con suficiencia echando el cabello atrás.

—¿Qué puedo decir? causo envidias— afirmo juguetón— pero tú debes de saber de envidias— le provoco y el hombre levantó una ceja.

—espero eso sea un halago— comento genuinamente desorientado. Ryan rodó los ojos.

—Lo es hombre, pero dime qué te trae por este humilde barrio— el sujeto ladeó el rostro.

—Olvidaste algo en el auto, o creo que sería más correcto decir que se te cayó— Ryan frunció el ceño intentando recordar si había perdido algo, no lo logró y cuando Mr. Lunes puso frente a él su celular, notó que ni siquiera se había percatado de que lo había extraviado.

—joder, no había notado que no lo tenía— debía haberse caído cuando salía del auto, tenía recordar no ponerlo en el abrigo que cargaba la próxima vez. En sus pantalones estaba bien— gracias— suspiró mientras tomaba el aparato— que dices si te invito a de…— torció la boca antes de terminar la frase— debes tener cosas que hacer ¿cierto?

—desayunar sería un placer— respondió con aquel tono calmado, aquella sonrisa cautivadora y aquella seguridad que logró que Ryan sonriera y pasando a su lado le pisara uno de sus finos zapatos. Mr Lunes hizo un gesto de dolor.

—Disculpa— sonrió Ryan, se sentía mucho mejor, ese pisotón era justicia divina tomada por la fuerza— Anda, sígueme, te invitaré a desayunar. Por aquí hay un lugar pequeño, no creo que sea a lo que estés acostumbrado pero la comida es buena.

Mr. Lunes entrecerró los ojos y Ryan supo que sospechaba que lo había pisado a propósito, el conocimiento extrañamente solo le hizo sonreír más.

—¿No vienes?— Pregunto con una sonrisa aún más amplia, de alguna manera ser descubierto lo lleno de un poco más de arrogancia. Mr. Lunes soltó una risilla resignada y asintió.

—anda, vamos—. El comedor al que entró no era nada más que un restaurante familiar, el desayuno del día era económico y tenía un buen gusto. La mesera era una chica bastante mona que siempre le atendía con especial atención. Sabía que su buena apariencia abría puertas, pero cuando la chica le vio entrar y desvió la mirada al sujeto tras él inmediatamente tropezó enviando todas las tazas de café que llevaba al suelo. Ryan levantó una ceja volviendo la mirada a su acompañante.

—de casualidad ¿no es ley de tránsito que solo puedas usar vidrios polarizados?— Mr. Lunes no pareció entender y él rodó los ojos— olvídalo, anda, por aquí hay una mesa —El sujeto le siguió sin protestar y se sentaron uno frente al otro en una mesa en una de las esquinas del lugar— entonces, ¿no trabajas hoy?— mr. lunes miró la carta que se encontraba fija en la mesa.

—los martes son mi día libre, por eso salgo los lunes, así no me cuesta levantarme al día siguiente— así que por eso es que solo asistía al pub los lunes.

—Debe gustarte el lugar para ser un cliente tan regular—indago, Mr. Lunes se encogió de hombros.

—Tengo un amigo ahí y me atienden bastante bien— explico, a Ryan le dio la sensación de que en realidad el sujeto era simple.

—Eres más sencillo de lo que esperaba—sonrió feliz por el descubrimiento, a él le gustaban las personas simples. El sujeto se rio de buena gana volviendo la mirada a él.

— ¿Qué clase de imagen tenías de mí?— pregunto algo divertido, Ryan se encogió de hombros con una sonrisa burlona.

—Del tipo chimenea, bata, copa de vino en una mano y un cigarro en otra—dijo con sinceridad. Mr. Lunes soltó una carcajada.

—Demasiadas películas para tí, por no decir una visión bastante poco saludable.

—Así que ¿eres un tipo de vida sana?

—Bueno, soy médico, soy consciente de mi cuerpo—explico como si fuese algo obvio. Ryan se preguntó si era también consiente de lo que su imagen provocaba, por lo poco que lo conocía tenía el presentimiento de que no. Lo que esperaba fuera un desayuno corto, en realidad se convirtió en una larga charla, agradable y fluida que le mantuvo en aquella mesa unas tres horas. Pasaron del desayuno a un jugo de frutas y después a una taza de café, como si solo estuviesen buscando algo que hacer mientras hablaban. El ambiente conocido y ver a su acompañante tan adaptado a un lugar humilde había bajado las defensas de Ryan, tenía que admitir que el sujeto le agradaba, de no parecerle tan agradable lo maldeciría por no tener defectos notables. Cerca de medio día el teléfono de Mr. Lunes sonó permitiéndole a Ryan volver la mirada al reloj de pared notando el tiempo que había estado ahí. Había ido a correr y se había saltado su ducha mañanera. Él era un hombre de hábitos, se sintió raro al notar lo fácil que había salido de uno de ellos. Cuando Mr. Lunes colgó Ryan le sonrió.

—Ha sido agradable charlar contigo pero creo que me es necesario un buen baño y sin duda tu debes tener cosas que hacer— llamó a la mesera con un gesto y pidió la cuenta— hoy invito yo— le recordó y Mr. Lunes no protesto.

—está bien, pero la siguiente correrá por mi cuenta.

—Por supuesto— Ryan se encontró esperando una siguiente vez al tiempo que se repetía que no debía haber una siguiente. Ryan tomó la nota de la cuenta y cuando iba a buscar su cartera Mr. Lunes sujetó su mano llamando su atención. Ryan levantó la mirada interrogante hacia su acompañante.

—Come conmigo mañana—Los ojos de Ryan se abrieron un poco más de lo normal con la sorpresa y aunque inventó una excusa inmediatamente su boca traidora decidió actuar por su cuenta.

—Claro, será un placer—respondió y casi al tiempo de terminar de decirlo se regañó mentalmente por aceptar. Mr. Lunes sonrió y su rostro mostró una especie de alivio que Ryan no entendió.

—Perfecto, vendré por ti cerca de las dos— y soltando la mano de Ryan se levantó, no dándole tiempo a éste de renegar— hasta mañana— y a paso seguro salió del lugar. Ryan le observó salir en silencio, no pensó en nada, sólo lo contempló marcharse encontrando la visión de su espalda agradable y la perspectiva de la partida desoladora.

Confundido, Ryan pagó la cuenta y aunque pensó en alguna forma de cancelar la cita a comer del día siguiente, sin un número de teléfono ni forma de contactarlo, tuvo que resignarse a seguir con su día normalmente. Después de aquel desayuno regresó a su casa, se encontró con su vecino, que parecía bastante contento de verlo regresar solo ¿en verdad temía que trajera a aquel pedazo de perfección pegado a él todo el día? Desde su perspectiva no entendía a aquellos que soñaban con poder presumirlo, a él le molestaba más que otra cosa el que lo opacara, Dios no había sido justo al crear semejante hombre. Mientras las horas pasaban con él haciendo reclamos a dios sobre la justicia y la equidad humana también tuvo otras actividades: salió a la biblioteca, entregó sus libros, saludo a algunos amigos, incluso salió a comer con un par de chicas antes de volver a su casa, ver una película e irse a la cama. Esa noche sintio que el pequeño departamento era de repente demasiado grande para sí mismo.

Al día siguiente, Ryan se levantó como cada día, por alguna razón miraba constantemente el reloj y por alguna extraña razón también la mañana pasó tortuosamente lenta. Curiosamente estaba bañado y vestido desde la una de la tarde y cuando Mr. Lunes tocó a su puerta, el día se sintió algo más agradable, notó por primera vez que en el frío del invierno los rayos del sol eran más hermosos, que la gente parecía más contenta y que el cielo despejado tenía un azul maravilloso. Mr. Lunes le llevó a un bonito restaurante frente al parque central de la ciudad, no era un lugar exclusivo pero tenía muy buena pinta, lo suficientemente bueno para notarlo y no tanto como para que Ryan se sintiese incómodo. El evento fue muy similar al del día anterior, tardaron mucho más de lo que debían en la mesa y sin duda fue muy parecido a la comida del día siguiente y el siguiente a ese y el que le seguía. Y en el día que seguía la comida fue cambiada por una cena, al parecer porque a pesar de que en los días anteriores Mr. Lunes se había escapado tiempo de más en su trabajo, ese día le había sido imposible hacerlo. Ryan aceptó acompañarlo a cenar, no por que deseara verlo con urgencia si no simplemente porque le había dado pena la voz del sujeto disculpándose por teléfono y pidiendo dejarlo compensarlo en la cena.

La cena de aquella noche no fue como las comidas anteriores, debió ser la oscuridad en el cielo o la privacidad de las calles, tal vez que el restaurante era diferente, quizá porque los ligeros roces de los días anteriores fueron terriblemente evidentes, pero Ryan no logró sentirse tranquilo en toda la noche y finalmente cuando la hora de despedirse llegó y Mr. Lunes depositó casualmente un beso ligero en sus labios no supo que hacer. En silencio le dejó marchar y al ver las luces alejarse descubrió para su desgracia que el sentimiento fue aún más desolador que el de ver su espalda marcharse en aquel viejo restaurante. 

¡Maldición! ¡Al parecer le gustaban los hombres! ¿Un momento ¿le gustaban los hombres? ¿podía imaginarse besando a otro hombre? ¡Joder que no podía!... Solo le gustaba ese hombre…

Esa noche entró a la casa pero no logró conciliar el sueño con facilidad, era ya dolorosamente evidente que se había enamorado en tiempo récord de aquel sujeto e irónicamente no le temía al hecho de amar a un hombre… no, era el solo hecho de estar enamorado lo que lo tenía aterrado, él sólo había amado a dos personas tras la muerte de sus padres; a Clint, a su madre y ahí terminaba la lista… Que Mr. Lunes se hubiese colado tan fácilmente en su corazón y en tan poco tiempo lo tenía temblando contra la pared. Estaba angustiado.

viernes, 18 de octubre de 2019

Mr Lunes Capítulo 3


El sonido de una silla yendo a dar al suelo llamó la atención de Ryan. David aún estaba enfadado y al parecer la había pagado con una de las sillas altas frente a la barra.

-Si quieres buscarlo- Sugirio el sujeto de los Lunes- ¿por qué no preguntas en gerencia por sus datos? Puede que el chico tuviese una membresía, si ruegas lo suficiente podrías encontrarlo.

A David la idea no debió parecerle mala porque sin decir nada se dirigió rápidamente en dirección a donde Ryan suponía debía estar el lugar podia rogar por la dirección de su amigo.

-Pero qué demonios...- Ryan empujó a Mr. Lunes por el pecho- ¿qué carajo estás pensando dándole ideas para encontrar a mi amigo?- Lo amonesto. El sujeto miró incrédulo su propio pecho como si no creyera posible que acabaran de empujarlo. Solo después de parecer asimilarlo sonrió divertido.

-No creo que a tu amigo le venga mal que le besen los pies un rato- explico tras aceptar que realmente habia sido empujado por el joven frente a el. Ryan tuvo que admitir que pensándolo de ese modo no parecía algo malo en realidad.

-no...supongo que no- aceptó sintiendo que iba tranquilizándose y terminó por suspirar y recoger la chaqueta que había lanzado al suelo.

-Venga, te invito a tomar algo y tranquilízate-propuso el sujeto de forma casual y Ryan observó al hombre que le miraba con las manos en los bolsillos de su exquisito traje blanco.

-si... ¿por qué no?- suspiró, un par de tragos más fuertes que cuatro cervezas no le vendrían mal- Aun medio distraído caminó con el sujeto fuera del lugar y entró al taxi que se detuvo frente a ellos, estaba aún pensando en Clint, tal vez debería ir con él, debía querer algo de apoyo en esos momentos. Había pasado ya varios minutos en el auto cuando tomó una decisión- ¿Sabes? creo que mejor...- pero el tono de llamada de su móvil se lo impidió- Dame un minuto- se sorprendió al ver que era el numero de Clint, asi que se apresuró a contestar- ¿Clint?

-Hey bro- su voz se escuchaba afectada pero parecía tranquilo.

-Hey ¿qué tal? ¿Cómo estás? Estaba pensando en ir para alla...- esperaba que su voz reflejará que realmente estaba preocupado por él- Lamento lo que pasó, fue mi culpa, jamás debí deicrte que...

-Hey hey, tranquilo. Como dijiste no se puede vivir todo el tiempo de sueños.

-Sobre eso creo que hay algo que deberías saber sobre el sujeto ese- pero su amigo le cortó de golpe.

-Basta Ryan, no hay nada que necesite saber, no quiero tocar el tema ¿si?

-Pero...

-Voy a adelantar mi viaje para hoy-Anuncio desviando por completo la atencion de Ryan que frunció el ceño.

-¿qué? ¿Por qué?- su amigo pensaba regresar a casa para las fiestas navideñas. Le había invitado tambienn, sus padres le habían tenido de bastante mayores y murieron cuando él era aún muy joven así que no tenía un hogar al cual regresar, su amigo quería extenderle el suyo como cada año pero él había decidido este año pasarlo en la ciudad, dejar un poco el nido. Aún así había esperado pasar algo de tiempo con su amigo antes de que este se marchara.

-Mamá llamó hace un momento, esta ansiosa por verme, también estaba decepcionada cuando supo que no irias... creo que es una señal, iré a verla antes de tiempo y la sorprenderé-le confio intentando sonar animado, pero era difícil cuando aun le sangraba el corazón. Ryan suspiro al escuchar su tono notablemente herido, bueno el viajen estaba bien, suponía... estar con su madre lo animaría.- Tomaré un pasaje ordinario, debe pasar uno en la próxima media hora y estaré allá por la mañana.

Ryan suspiro, no podría despedirse de él.

-Te alcanzaré en año nuevo 
-más te vale.

A Ryan le pareció escuchar algo de animo en la voz de Clint.

-¿era tu amigo?

-Si-, Ryan guardó su teléfono-. al parecer saldrá de la ciudad, pero está bien, irá a visitar a su familia- fue entonces cuando notó que no estaba en un taxi sino en un auto particular.

-Debe haberle afectado la situación mas de lo que pensabas.

-No, él es más fuerte de lo que parece sólo está buscando algo de tranquilidad, por cierto ¿a dónde vamos?

-No estamos demasiado lejos-, el sujeto le indicó al frente-. Es un bar que conozco- entraron a un estacionamiento subterráneo y el conductor les abrió la puerta, Ryan bajó del auto. No sabía bien dónde estaban.

-ammm ¿esto es algún tipo de lugar exclusivo?- torció el gesto.

-no exactamente, es un complejo de departamentos, hay un bar para los residentes, es tranquilo y privado, agradable para beber y tener una buena charla- contestó encaminándose y guiándole entre la variedad de exquisitos autos.

-no seras traficante de órganos o algo así ¿verdad?-de repente como que notaba que se habia ido sin pensarlo demasiado con aquel extraño. El sujeto se rio.

-¿crees que te llevo a algún lugar peligroso? ¿Por qué trafico de órganos?- interrogó y él se lo pensó.

-fue lo primero que se me vino a la cabeza-aseguro. . Entraron al vestíbulo del lugar y cruzaron directo al restaurant bar

-no piensas demasiado ¿no?- se burlo y Ryan le vio con reproche. 
-Esa no es buena forma de comenzar una relación, amigo- le regaño y Mr. lunes se rió.

-Eres hilarante, tú acabas de acusarme de tratante de órganos- le recordó haciendo que Ryan se pusiera colorado.

-bueno, estaba intentando romper el hielo- se defendió casualmente. Mr. lunes le guió a una de las pequeñas mesas del lugar, en un rincón apartado, el hombre tenía razón, el lugar con la música baja era agradable. Se sentaron a la mesa.

-entonces... ¿qué se siente ser mr. Lunes?

-¿me llaman de esa forma?- le vio levantando una ceja.

-se me acaba de ocurrir-. Sonrió de oreja a oreja. Mr. Lunes se quedo unos segundos observándolo como si hubiese olvidado lo que iba a decir. 
Lo cierto era, un hombre como el, que era apuesto y exitoso jamás había necesitado perseguir a nadie. Las personas naturalmente estaban dispuestas a relacionarse con el. Así que esta sensación de ver algo interesante y querer arrebatarlo...era la primera vez que sucedía.

El muchacho frente a Mr. Lunes era apuesto, pero no era la persona mas hermosa que habia visto en esta vida, si tenia que comparar. Alexander, el novio del amigo de su hermano era sin duda muchicimo mas apuesto, pero a el no le atraía. En cambio, mientras subia las escaleras esa noche, tras volver la mirada a la barra para intentar saludar a David, su mirada se prendo de una juguetona sonrisa, una lastima que el dueño de esta ya estuviese acompañado.

Mr. Lunes no era un hombre que se metiera en una pareja. No estaba dentro de sus principio y para comenzar jamas saldría con alguien que fuese capaz de traicionar a su pareja asi que aunque su corazón habia tirado hacia aquella sonrisa el no habia pensado en acercarce al joven. Solo después, cuando en el alboroto habia escuchado que el otro chico no era su pareja si no solo su amigo, inesperadamente se sintió súbitamente animado y feliz.

-¿vas con regularidad al lugar? Nunca te había visto- regreso a la realidad diciéndose que no se veria bien si un hombre como el se quedaba embobado tan notablemente con solo una sonrisa. Ryan, ajeno a los pensamientos del otro, levanto ambas manos.

-culpable de ser primerizo- confeso. Mr. lunes le vio con cierta perspicacia, cierto interés que rozaba la coqueteria que le hizo sentirse incómodo por unos segundos, pero lo que sea que fuera desapareció rápidamente- entonces... Clint debe tener razón-buscó cambiar la dirección de la conversación rápidamente.

El sujeto le preguntó con la mirada a qué se refería pero la aparición del camarero los interrumpió para tomar su orden. A diferencia de él, Mr. Lunes era el tipo de sujeto que bebía cosas que el no podía ni pronunciar, debía impresionar a hombres y mujeres por igual, su voz grave tenía un tono naturalmente sensual, cada movimiento era calculado y con cierta elegancia. Ryan observó maravillado como movía los dedos ligeramente al hablar con el camarero.

- tienes unas manos hermosas- soltó nada más irse el joven y Mr. Lunes sonrió levantando las cejas- oh...te decía...- intentando recordar de qué estaba hablando- oh si, Clint dice que debes sentirte solo ahí arriba como trofeo para los demás, lo digo en el buen sentido, no es como si fueses un objeto o algo- tal vez Mr. Lunes tenía razón y debía comenzar a pensar más antes de hablar.

-tranquilo, entiendo- el hombre colocó los antebrazos en la mesa encogiéndose de hombros- "Solo" no es la palabra que buscaría. Me agrada estar conmigo mismo pero de vez en cuando- movió aquellos largos y hermosos dedos hacia él- me agrada tener una buena compañía- 
Ryan no dijo nada, por el simple hecho de que su mirada estaba en aquellas manos.

- ¿tienes algún fetiche con las manos?- pregunto curioso. Ryan levantó la vista y notó la divertida sonrisa en el rostro del hombre.

-oh, diablos lo hice de nuevo, lo lamento, no quería incomodarte- sonrió y acomodó los brazos cruzados en la mesa- cuando era pequeño mi madre hacía sombras en la pared para mí, pero yo nunca veía las sombras, me gustaba mucho mirar sus manos, tenía unas manos hermosas, de aquel tiempo a ahora no he cambiado mucho. Creo que tengo un fetiche con ellas- Mr. Lunes levantó ambas manos y Ryan pudo apreciar que eran grandes, de dedos largos y sin callos, manos hermosas, realmente hermosas.

-así que te gustan mis manos 
-me encantan- Ryan ladeó el rostro.Mr. lunes entrelazo los dedos frente a él descansando los codos sobre la mesa.

-vaya, de todos los halagos que me han dado este es el mas original- comento divertido y Ryan le sonrió y apenas unos segundos después se quedó serio de golpe.

-oh... espero que no creas que intento algo o que quiero ligarte o algo así- aclaro nervioso. Mr. Lunes ladeó el rostro con una exprecion juguetona.

-No se me habría ocurrido ni por un segundo- el hombre debía estar en mitad de la teintena y él apenas y pasaba los veinte, evidentemente no le interesaba...oh, por dios, estaba teniendo complejo de Clint. De cualquier modo tal vez debería decirle claramente que era heterosexual... bueno, el hombre decía que no creía que estaba interesado así que con eso debía bastar ¿cierto? Por otro lado si le decía; "hey, por cierto, no soy gay" ¿cuántas eran las posibilidades de no ofenderlo?

-dime ¿a qué te dedicas?- el camarero le llevó su bebida a Mr. Lunes y a él su cerveza.

-Aun soy estudiante - decirlo o no decirlo, bueno las buenas amistades siempre debían estar fundamentadas en la sinceridad- y stripper, aunque dudo que después de hoy pueda trabajar con el trasero que tendré mañana- se rio. Mr. Lunes se ahogó con su bebida.

-¿perdona?- pregunto, tras tomar una servilleta para secarse los labios. Ryan le miró sin entender su extrañeza hasta que sumo dos más dos.

-no, mierda, no me estoy insinuando, quiero decir... pellizcaron mis mejillas traseras más de lo que lo hacen en el trabajo incluso, ¿tú a que te dedicas?- tomó de su botella esperando desviar la atención de él a su acompañante.

-soy cirujano-Mr. Lunes dijo la verdad a medias y fue acertado pues Ryan se sintió ligeramente incómodo. El era cirujano pediatra, pero desde hacía un tiempo había dejado de ejercer para encargarse de la dirección del hospital central de la ciudad.

-vaya...- entonces fue completamente consciente de la diferencia de clases entre ambos- debe irte bien.

-no me quejo- conversaron bastante rato y aunque era agradable el lugar no le dejaba estar tranquilo, la diferencia entre ambos no acaba de permitirle sentirse cómodo por completo, aunque debía admitir que la charla del hombre casi lo lograba.

-mmm, creo que tal vez debería marcharme ya, voy a pagar mi cuenta- anunció después de un par de cervezas, al final había seguido tomando lo mismo. Mr. Lunes levantó una mano negando.

-no, tranquilo, lo pago yo, también me retiro. Le diré al chofer que te lleve a tu casa, anda, vamos.

-¿eh?- no tuvo tiempo de protestar, antes de darse cuenta Mr. Lunes había ya pagado la cuenta y le había hecho andar al auto y entrar en el sin darle mucha oportunidad de renegar.

-ha sido un corto pero agradable tiempo, ojalá nos encontremos en otra ocasión- Ryan asintió, pero esperaba sinceramente no volverlo a ver, el sujeto parecía agradable pero era demasiado atractivo para su seguridad heterosexual y demasiado aparentemente perfecto para su confianza personal. Además el sujeto da escalofríos, se dijo a sí mismo. Ryan había estado casi una hora con él y no podía describirlo de forma precisa, era como si fuese demasiado perfecto, buena apariencia, buen trabajo, movimientos lentos y gestos calculados. Prefería pensar que el sujeto lo descolocaba a pensar que le atraía.

El auto lo dejó en la puerta de su complejo de departamentos, al bajarse y encontrarse de frente con su sencillo barrio sonrió suspirando.

-Es mi hogar- con satisfacción descubrió que no se sentía inconforme ni avergonzado aún después de encontrarse de frente con el éxito de alguien más- el día en que la envidia me corroa espero traer una máscara- el había visto de frente esa noche más de un rostro desencajado por ella y no era precisamente una vision agradable. Una visión al alma que esperaba no mostrar nunca.