sábado, 23 de julio de 2016

Por él -Capítulo 1


Capítulo 1
Cuatro años después…

Basil estaba en una sesión fotográfica al aire libre, la modelo de aquella campaña era especialmente hermosa, era del tipo de chica con la que le gustaba trabajar, accesible, positiva y con presencia frente a la cámara, era increíblemente fácil hacer buenas tomas, estaba tan emocionado que se terminó el rollo casi sin darse cuenta.

-¡Tomemos un descanso de diez minutos!- anunció al staff, estaban en un parque, el día estaba despejado y el sol brillaba en lo alto del cielo, era simplemente un día perfecto para el trabajo que tenía pensado, las fotos seguramente saldrían como se habían proyectado en su imaginación. Basil nunca había sido especialmente inteligente, cuando sus amigos habían decidido que querían ser en la vida él se había quedado en blanco, cuando decidió ser fotógrafo no estaba realmente seguro de lo que hacía, pero ahora ya a más o menos nueve años de haber tomado aquella decisión sabía que era la mejor que podía haber hecho en el mundo. Bueno, tal vez la segunda mejor decisión que había tomado en el mundo, la primera por supuesto era…

-Papá, tengo hambre- un hermoso niño rubio le jaló el pantalón observándole desde abajo, era pequeño a sus escasos cuatro añitos de edad, sostenía un librito de cuentos en la mano, ya sabía leer, también mostraba una sorprendente noción de los números, las cantidades y el espacio, sin duda había heredado de su padre biológico algo más que aquellos hermosos ojos grises.

-Ven aquí, peque- le habló levantándolo en brazos-. Le pediré a Mimi que nos traiga algo de comer ¿vale? Cuando lo traigan me tomaré otro pequeño descanso para comer contigo ¿ok?- el niño asintió y Basil le besó la frente bajándole de nuevo al suelo, el niño caminó hacia una de las bancas del parque donde estaba observando a su papi trabajar, el libro que tenía ya lo había aburrido.  Vio como la muchacha que su papi había estado fotografiando se acercaba y la observó con sus ojos limpios y curiosos clavados en cada parte de la chica, tenía una memoria bastante peculiar por lo que no podía resistir la tentación de grabar cada imagen que observaba con todo detalle en su cabeza, muy a pesar de que no lo necesitaba apenas con un vistazo todo se quedaba en su mente.

-Hola peque- esa muchacha tenía todos los dientes muy blancos y parejos.

-Hola, tienes lindos dientes- la muchacha sonrió aún más, como luciendo aquellos preciosos dientes, Andreas hablaba muy bien y en ocasiones lo que decía parecía sorprendentemente maduro para su edad a pesar de que tuviese problemas para pronunciar la r.  Con todo, de vez en cuando soltaba frases inocentes y más acordes a su edad, como aquella.

-Vaya, muchas gracias, soy Elena, si no me equivoco tu eres Andreas ¿verdad? Eres el hijo de Basil ¿cierto?- el niño le vio y asintió observando los gestos de la muchacha – Tu papá y yo somos amigos- le habló con simpatía, observó que sostenía un librito y sonrío señalándolo- ¿Te gusta ese libro? ¿Quieres que te lo lea?- la chica sentía pena por el niño, debía estar muy aburrido.

- No- contestó con simpleza -Ya lo he leído muchas veces, me aburde- atorándose en algunas palabras al hablar, después de todo y a pesar de su inteligencia era un niño de cuatro años, la chica sonrío divertida ante la ocurrencia del pequeño.

-Ya veo, con que lo has leído ¿eh?- y el pequeño cambió su expresión tranquila por una molesta, sabía que aquella muchacha no creía que supiese leer, por lo que se bajó de la banca caminando hacia su papá sin decir nada más ¿por qué su papá solo tenía por amigos gente tonta? Bueno, excepto Mimi, ella era linda, le daba juguetes y comida, también le daba dulces y cuidaba de su papi, si, definitivamente Mimi no era tonta y sí era linda, también le gustaban Niki y Mark, ellos tampoco eran tontos.

-Peque- le habló la susodicha Mimi, acercándose al niño- Voy a ir a buscarles algo de comer, ya sabes tu papá escoge la comida, pero puedo traerte un postre ¿quieres alguno en especial?- El pequeño sonrió como mil soles, como había aprendido de su papi a hacerlo.

-Si- habló entusiasmado- Quiero pan napolitano- dijo sin dudar y la chica sonrío acariciándole el cabello rubio y ondulado.

-Querrás decir flan napolitano ¿no? Ok, trabaja una orden de flan – todos por ahí sabían que Andreas amaba el flan desde que su papá se lo diera a probar por primera vez, era fácil hacerle obedecer con tan solo mostrarle una rebanada, aunque también era cierto que a sus cuatro años el niño había aprendido ya a manipular a los adultos a su alrededor. Basil se esforzaba en ponerle límites, pero la inteligencia del niño era algo con lo que a veces no sabía cómo lidiar.

La tarde paso lenta pero agradable, Basil agradecía que su niño aún no tuviese que asistir a los grados escolares obligatorios pues de otra manera se vería en graves aprietos para administrar su tiempo, no sabía cómo haría cuando tuviese que llevarle, pero esperaba poder arreglárselas como lo había hecho hasta ahora,  Mimi siempre podía hacerle el favor de ir a buscarlo si él se encontraba trabajando. Criar a un niño solo y con un trabajo que no tenía un horario fijo era difícil, pero valía la pena.

Iban ya de noche en el metro cuando el niño se durmió  a su lado acomodando su rubia cabecita en su regazo, Basil amaba a aquel pequeño, no podría haberlo amado más de haber sido su hijo biológico, lo adoraba con locura, era el centro de su universo y su apoyo para enfrentar el día a día, sólo necesitaba una mirada a aquellos inocentes y penetrantes ojos grises para sentir que tenía fuerzas para enfrentarse al mundo entero.

El tren se detuvo en su estación y no queriendo despertarlo tomó al infante en brazos acomodándolo contra su hombro, estaban ya cerca de su departamento y caminó fuera del metro por las solitarias pero tranquilas calles de su vecindario, el portero le saludó al entrar al edificio y subió por el ascensor mecánico sonriendo un poco al notar que el estruendoso ruido de éste al comenzar a subir no despertaba a su pequeño.

Llegó hasta su departamento y dejó los zapatos en la entrada, su cámara y maleta en el sillón de la sala y caminó con cuidado hasta la habitación del niño dejándolo despacio en su cama, era un departamento modesto pero cómodo para un padre soltero con su hijo, solo había un baño con regadera, la pequeña cocina, la sala comedor y dos habitaciones, la de Basil, la del pequeño y un armario que el rubio había acondicionado para trabajar, era la única habitación que estaba bajo llave ya que no quería arriesgarse a que el niño entrase y tuviese alguna clase de accidente con los químicos que utilizaba para el revelado de sus fotos.

La habitación de Andreas era una habitación blanca, tenía las paredes un poco manchadas, producto de ser la habitación de alguien de esa edad, hacía ya tres años que Basil no había podido pintar la casa así que aún estaban las manchas de cuando había comenzado a caminar sosteniéndose de las paredes en algunas ocasiones.

A pesar de todo la casa estaba limpia. Cuando Anna le había dejado al bebé, él no vivía en aquel lugar, vivía en un departamento más céntrico y mucho más modesto por difícil que pareciera creerlo, su habitación siempre había sido un desastre pero ahora, con aquella criatura, realmente sentía que se había convertido en una mejor persona, se había obligado a madurar en cuestiones del hogar y ser más responsable de sí mismo para poder ser responsable de su pequeño.

El lugar completa ahora estaba casi siempre limpio, había comida saludable en el refrigerador y todas las precauciones que deben tomarse con un niño en casa.  Basil realmente se esforzaba cada día, aunque su carrera había empezado a ir bien hacía cuatro años, el progreso se había vuelto un poco más lento, había tenido que rechazar algunos trabajos por cuidar bien del chiquillo, al menos  hasta hacía tres meses cuando una famosa agencia publicitaria le había contratado como uno de sus fotógrafos principales.

Andreas era un niño demasiado inteligente como para ser un obstáculo y en aquellos tres meses apenas con pequeños pero eficientes trabajos, Basil se había vuelto de confianza para la compañía, estaba contento con su vida, tal vez dentro de poco pudiese darle más de lo que merecía a su pequeño.

Basil paseó la mirada por la habitación, realmente hubiese deseado poder ofrecerle más, era bastante modesta, el mueble blanco y azul con la ropa del niño, un juguetero pequeño y la cama individual donde ahora lo tenía recostado. Muchos podrían decir que al rubio menor no le iba mal, pero cuando Basil se ponía a pensar en todo lo que Lakis podría darle a aquel niño sentía que lo suyo eran apenas miserias indignas del pequeño, quien dormido era completamente ajeno a los sentimientos de su padre.

Jason Lakis había nacido en cuna de oro y se había independizado de la empresa de inmuebles de su padre desde los quince años, era un genio y había creado varios videojuegos de realidad virtual que habían sorprendido al mundo, su empresa Unix Lakis había patentado grandes avances en inteligencia artificial e incluso se había dado el tiempo para dar al cine y la televisión innovadores efectos especiales, visuales y de sonido. El hombre era un genio viviente reconocido y deseado, con el cabello negro, la piel aceitunada y unos impresionantes ojos grises, era la fantasía de cualquiera que gustase de hombres con pinta de dioses griegos, el mismo en su tiempo había caído bajo el embrujo de aquellos profundos ojos.

Sintió que se le oprimía el pecho, había estado tan perdido por él…

-Mmm- el chiquillo se movió en la cama y Basil salió de los pensamientos en los que se había sumergido, sonriendo al ver a Andreas moverse en la cama, acomodándose mejor para dormir. Basil se levantó y caminando hacia el mueble de ropa sacó un pijama blanco con un estampado de robots. Era cierto que Andreas jamás había conocido padre diferente a Basil pero también era cierto que la sangre de Jason Lakis corría por sus venas. Basil intentaba convencerse de que era solo coincidencia pero la verdad era que aquel pequeño era un Lakis de pies a cabeza, era inteligente como ninguno, orgulloso, bello y con una perspicacia no propia de un niño de su edad, era diferente, uno que resaltaba entre los demás, tan increíblemente atraído a la invención como su padre.

Recordaba el día que le había tenido que comprar aquel pijama, Andreas jamás pedía nada, sabía esperar a que su papi preguntara si deseaba algo o si gustaría de algo, pero aquella tarde se había detenido a media calle observando a través del aparador de una fina y elegante boutique.

“Papá, quiero ese pijama”

Había dicho una semana atrás señalando lo que ahora el rubio tenía en las manos.

En aquella ocasión se le había oprimido el corazón tan sólo de ver el pequeño robot estampado en la tela, tan parecido al logo de Unix Lakis  - Papi…- Basil volteó creyendo que su hijo se había despertado pero descubrió con una sonrisa que solamente hablaba entre sueños. Con cuidado le cambió de ropa intentando por todos los medios no despertarle, le acarició el cabello rizado y rubio, lo tenía ya bastante largo, casi tocaba sus hombros. Unos minutos después, salió de la habitación dispuesto a tomar una ducha caliente para relajar los músculos y dormir profundamente el resto de la noche.

Pero sus planes no salieron como esperaba, al menos no del todo, estaba por entrar al baño cuando el teléfono sonó. Por un momento pensó en ignorarlo, pero le había costado mucho trabajo su actual buena imagen en la compañía como para echarlo a perder en un minuto, se apresuró a contestar y se felicitó a sí mismo por su decisión al notar que era su jefe quien le hablaba.

El caso era simple y urgente, el fotógrafo principal de la compañía había tenido un pequeño accidente. La empresa tenía en puerta un trabajo muy importante y necesitaban de alguien que se encargara de él, el proyecto actual de Basil era un trabajo simple y estaba ya casi hecho, su jefe quería saber si podría terminarlo a tiempo para tomar el siguiente. No dudó en aceptar, parecía que la suerte le sonreía, empezaría en el nuevo proyecto el lunes a primera hora. 

Así fue como pasó la semana y terminó el fin de la misma en casa de Niki platicándole a éste la buena nueva.

-Eso es maravilloso, Basil- exclamó con emoción el más bajo mientras Mark, la pareja de Niki y también un viejo amigo, llevaba a Andreas a jugar a la sala de su casa.

-Estaba realmente sorprendido pero estoy muy feliz. Una oportunidad como esta no se presenta todos los días- Niki sonrió feliz por su amigo, pero tenía cierta curiosidad que no pudo aguantar.

-¿Y de qué se trata el proyecto que tienes que llevar ahora?

-Son varios calendarios, faltan seis meses para fin de año y yo tengo que tener estos calendarios listos para principios de octubre, seguro has escuchado acerca de la campaña que se está haciendo para fin de año.

-La de caridad ¿cierto? Lo he escuchado, dinero para niños huérfanos, de la calle, enfermos y todo eso ¿no?- Basil asintió.

-Bueno, más de un empresario, actriz, actor, entre otros, son más famosos por su físico que por su trabajo, esta es una buena oportunidad para publicidad, promoción e imagen, así que han aceptado posar para varios calendarios en conjunto y algunos en calendarios exclusivos, la empresa donde trabajo no cobrara un centavo por lo que se hará y donará todas las ganancias  a esta campaña.

-Qué altruista– dijo Nikki levantando una de sus perfectas cejas y  Basil se meció en la silla.

-Claro, nobleza y evadir impuestos de forma legal – se rió y suspiró- Aunque para mí solo significa que tendré mucho trabajo y un muy buen sueldo por esto- Sonriendo como no lo hacía, irónicamente, desde que estaba en preparatoria, la época en que su vida había sido más difícil. Niki lo pensó y por asociación un recuerdo más vino a su mente.

-Oye, Basil… y no te preocupa… ¿encontrarte con Lakis un día de estos?- después de todo ellos, incluyendo a Lakis, se habían conocido en preparatoria. A Basil se le borró la sonrisa del rostro casi sin que él mismo se diese cuenta, bajando la mirada al vaso con agua que tenía en la mano.

-No veo porqué debería pensar en esa clase de cosas, la presencia de Lakis no me importa en lo más mínimo, no tengo nada que ver con ese sujeto- habló con voz parca sin apartar la mirada del agua que se balanceaba en el recipiente, producto de la forma en que meneaba el vaso lentamente de un lado a otro.

-Si tú lo dices… pero le has estado evitando por cuatro años…y no sé por qué…a veces no entiendo qué es lo que pasa por tu cabeza…- Basil levantó la vista apenas un poco.

-Yo tampoco Niki… yo tampoco- sonrió intentando relajar el ambiente- Tal vez no pase nada.

-Eso es muy probable- se escuchó la voz de Mark que entraba a la cocina con Andreas a su lado- Muy diferente a Ann,  que parece una esponja andante, casi me gana esta vez- Andreas caminó hasta su papi subiéndose a sus piernas, se le veía jugar con sus dedos pensativo y Basil sabía que para el niño aquel juego de video que era su única diversión y actividad medianamente interesante en su vida, era algo serio. Andreas jamás había jugado en un campo virtual, solo con Mark en la sala de su casa los fines de semana desde hacía dos meses, él no tenía la tecnología que su padre biológico diseñaba pero era muy inteligente, había aprendido rápido, al principio había estado algo renuente a que el niño jugara videojuegos de estrategia de guerra pero finalmente había cedido ante la incapacidad de Andreas de entretenerse con algo más. Ser un genio obviamente era de gran ayuda.

-No entiendo por qué perdí- los ojos grises y analíticos de Andreas se paseaban por el catálogo de personajes- No lo comprendo…- y Basil sólo le acarició los rubios cabellos, aquellos que eran de las pocas cosas que había heredado de Anna. Lo cierto es que le era difícil hablar con su hijo en ocasiones, no entendía la forma en que su cabecita analizaba así que le era difícil hacerle entender el sentido común, algo como “Mark es un adulto” jamás seria la respuesta correcta.

-No pienses en eso, Mark es un experto en el juego, él ayudo a crearlo, te será difícil ganarle, pero seguro lo lograrás un día de estos - el pequeño solo asintió viendo aún las fichas de características de personaje en sus pequeñas manos blancas. Basil lo observó y le pareció ver el reflejo de Lakis en el niño, hasta ahora, durante cuatro años nadie conocía mejor a su hijo que él, lo veía día a día y no había uno en que le pareciere que su pequeño no se volvía más y más Lakis con el tiempo, solo dos cosas había heredado de su madre, la primera su rubio cabello y la segunda, una especie de adoración por las joyas que no había visto antes en ningún niño, y si acaso alguien notase algo que no encajase ni en Anna ni en Jason, era obviamente lo que había aprendido de su papi rubio.

-Papá ¿por qué dejaste de jugar? Mark dice que hay quienes se dedican a esto, ganan torneos y prueban juegos nuevos- preguntó el pequeño a su padre mirándolo a los ojos como esperando que la respuesta le dijera qué era lo que él estaba haciendo mal, lo cierto es que el niño siempre perdía y no podía soportarlo, era bueno pero contra el único contra el que había jugado hasta ahora era con Mark, co-diseñador de la plataforma, por lo que no había logrado ganar ni una sola vez.

-Eso fue porque no soy esa clase de persona, hubo muchas cosas y no tengo nada en contra de los que se dedican a ello pero lo que importa es que yo no estaba hecho para eso y entonces apareció la fotografía, me enganchó y así es como terminé donde estoy- sonriéndole a su hijo que solo murmuró un leve “ah…” antes de volver a bajar la vista al pequeño libro, pero la única verdad es que Basil conscientemente rehuía a cada cosa que le recordara a Jason Lakis. Él incluso había pensado en dedicarse a la programación, era algo que había comenzado a llamar su atención pero había escapado, aquel era terreno de Jason y él no quería estar en el.

-Papá ¿ya nos vamos?- Andreas preguntó viendo a Basil todo distraído- Dijiste que hoy iríamos a comer hamburguesas- Basil le sonrió y asintió.

-Ah sí, es cierto, es cierto, de hecho pasábamos por aquí para ver si deseaban acompañarnos, iremos al establecimiento que está a la vuelta de la esquina ¿quieren ir?- Niki y Mark se miraron unos segundos y un par de minutos después los cuatro entraban al lugar, Basil le preguntó a los tres que querían para pararse a pedirlo pero al final fue Niki el que se levantó, amable como siempre, dejando a Basil, Mark y el niño en la mesa. Aunque Andreas había dejado de pensar en la comida, de repente, su vista estaba fija en un cartel que se encontraba pegado en una de las paredes de cristal- ¿Que sucede Ann?- preguntó Basil al ver a su hijo tan interesado en un punto fijo, volvió la mirada hacia donde observaba el pequeño y notó que era un promocional para el próximo torneo de la compañía Lakis, torneo para programadores y jugadores, tenían incluso una categoría para menores de 12 años.


-Papá…- habló observando el cartel para después dirigir sus decididos ojos grises a su papá- Quiero entrar.



 

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