Capítulo 1
Cuatro años después…
Basil estaba en una
sesión fotográfica al aire libre, la modelo de aquella campaña era
especialmente hermosa, era del tipo de chica con la que le gustaba trabajar,
accesible, positiva y con presencia frente a la cámara, era increíblemente
fácil hacer buenas tomas, estaba tan emocionado que se terminó el rollo casi
sin darse cuenta.
-¡Tomemos un
descanso de diez minutos!- anunció al staff, estaban en un parque, el día
estaba despejado y el sol brillaba en lo alto del cielo, era simplemente un día
perfecto para el trabajo que tenía pensado, las fotos seguramente saldrían como
se habían proyectado en su imaginación. Basil nunca había sido especialmente
inteligente, cuando sus amigos habían decidido que querían ser en la vida él se
había quedado en blanco, cuando decidió ser fotógrafo no estaba realmente
seguro de lo que hacía, pero ahora ya a más o menos nueve años de haber tomado
aquella decisión sabía que era la mejor que podía haber hecho en el mundo.
Bueno, tal vez la segunda mejor decisión que había tomado en el mundo, la
primera por supuesto era…
-Papá, tengo
hambre- un hermoso niño rubio le jaló el pantalón observándole desde abajo, era
pequeño a sus escasos cuatro añitos de edad, sostenía un librito de cuentos en
la mano, ya sabía leer, también mostraba una sorprendente noción de los
números, las cantidades y el espacio, sin duda había heredado de su padre biológico
algo más que aquellos hermosos ojos grises.
-Ven aquí, peque-
le habló levantándolo en brazos-. Le pediré a Mimi que nos traiga algo de comer
¿vale? Cuando lo traigan me tomaré otro pequeño descanso para comer contigo
¿ok?- el niño asintió y Basil le besó la frente bajándole de nuevo al suelo, el
niño caminó hacia una de las bancas del parque donde estaba observando a su
papi trabajar, el libro que tenía ya lo había aburrido. Vio como la muchacha que su papi había estado
fotografiando se acercaba y la observó con sus ojos limpios y curiosos clavados
en cada parte de la chica, tenía una memoria bastante peculiar por lo que no
podía resistir la tentación de grabar cada imagen que observaba con todo
detalle en su cabeza, muy a pesar de que no lo necesitaba apenas con un vistazo
todo se quedaba en su mente.
-Hola peque- esa
muchacha tenía todos los dientes muy blancos y parejos.
-Hola, tienes
lindos dientes- la muchacha sonrió aún más, como luciendo aquellos preciosos
dientes, Andreas hablaba muy bien y en ocasiones lo que decía parecía
sorprendentemente maduro para su edad a pesar de que tuviese problemas para
pronunciar la r. Con todo, de vez en
cuando soltaba frases inocentes y más acordes a su edad, como aquella.
-Vaya, muchas
gracias, soy Elena, si no me equivoco tu eres Andreas ¿verdad? Eres el hijo de
Basil ¿cierto?- el niño le vio y asintió observando los gestos de la muchacha –
Tu papá y yo somos amigos- le habló con simpatía, observó que sostenía un
librito y sonrío señalándolo- ¿Te gusta ese libro? ¿Quieres que te lo lea?- la
chica sentía pena por el niño, debía estar muy aburrido.
- No- contestó con
simpleza -Ya lo he leído muchas veces, me aburde- atorándose en algunas
palabras al hablar, después de todo y a pesar de su inteligencia era un niño de
cuatro años, la chica sonrío divertida ante la ocurrencia del pequeño.
-Ya veo, con que lo
has leído ¿eh?- y el pequeño cambió su expresión tranquila por una molesta,
sabía que aquella muchacha no creía que supiese leer, por lo que se bajó de la
banca caminando hacia su papá sin decir nada más ¿por qué su papá solo tenía
por amigos gente tonta? Bueno, excepto Mimi, ella era linda, le daba juguetes y
comida, también le daba dulces y cuidaba de su papi, si, definitivamente Mimi
no era tonta y sí era linda, también le gustaban Niki y Mark, ellos tampoco
eran tontos.
-Peque- le habló la
susodicha Mimi, acercándose al niño- Voy a ir a buscarles algo de comer, ya
sabes tu papá escoge la comida, pero puedo traerte un postre ¿quieres alguno en
especial?- El pequeño sonrió como mil soles, como había aprendido de su papi a
hacerlo.
-Si- habló
entusiasmado- Quiero pan napolitano- dijo sin dudar y la chica sonrío
acariciándole el cabello rubio y ondulado.
-Querrás decir flan
napolitano ¿no? Ok, trabaja una orden de flan – todos por ahí sabían que
Andreas amaba el flan desde que su papá se lo diera a probar por primera vez,
era fácil hacerle obedecer con tan solo mostrarle una rebanada, aunque también
era cierto que a sus cuatro años el niño había aprendido ya a manipular a los
adultos a su alrededor. Basil se esforzaba en ponerle límites, pero la
inteligencia del niño era algo con lo que a veces no sabía cómo lidiar.
La tarde paso lenta
pero agradable, Basil agradecía que su niño aún no tuviese que asistir a los
grados escolares obligatorios pues de otra manera se vería en graves aprietos
para administrar su tiempo, no sabía cómo haría cuando tuviese que llevarle,
pero esperaba poder arreglárselas como lo había hecho hasta ahora, Mimi siempre podía hacerle el favor de ir a
buscarlo si él se encontraba trabajando. Criar a un niño solo y con un trabajo
que no tenía un horario fijo era difícil, pero valía la pena.
Iban ya de noche en
el metro cuando el niño se durmió a su
lado acomodando su rubia cabecita en su regazo, Basil amaba a aquel pequeño, no
podría haberlo amado más de haber sido su hijo biológico, lo adoraba con
locura, era el centro de su universo y su apoyo para enfrentar el día a día,
sólo necesitaba una mirada a aquellos inocentes y penetrantes ojos grises para
sentir que tenía fuerzas para enfrentarse al mundo entero.
El tren se detuvo
en su estación y no queriendo despertarlo tomó al infante en brazos
acomodándolo contra su hombro, estaban ya cerca de su departamento y caminó
fuera del metro por las solitarias pero tranquilas calles de su vecindario, el
portero le saludó al entrar al edificio y subió por el ascensor mecánico
sonriendo un poco al notar que el estruendoso ruido de éste al comenzar a subir
no despertaba a su pequeño.
Llegó hasta su
departamento y dejó los zapatos en la entrada, su cámara y maleta en el sillón
de la sala y caminó con cuidado hasta la habitación del niño dejándolo despacio
en su cama, era un departamento modesto pero cómodo para un padre soltero con
su hijo, solo había un baño con regadera, la pequeña cocina, la sala comedor y
dos habitaciones, la de Basil, la del pequeño y un armario que el rubio había
acondicionado para trabajar, era la única habitación que estaba bajo llave ya
que no quería arriesgarse a que el niño entrase y tuviese alguna clase de
accidente con los químicos que utilizaba para el revelado de sus fotos.
La habitación de
Andreas era una habitación blanca, tenía las paredes un poco manchadas, producto
de ser la habitación de alguien de esa edad, hacía ya tres años que Basil no
había podido pintar la casa así que aún estaban las manchas de cuando había
comenzado a caminar sosteniéndose de las paredes en algunas ocasiones.
A pesar de todo la
casa estaba limpia. Cuando Anna le había dejado al bebé, él no vivía en aquel
lugar, vivía en un departamento más céntrico y mucho más modesto por difícil
que pareciera creerlo, su habitación siempre había sido un desastre pero ahora,
con aquella criatura, realmente sentía que se había convertido en una mejor
persona, se había obligado a madurar en cuestiones del hogar y ser más
responsable de sí mismo para poder ser responsable de su pequeño.
El lugar completa ahora
estaba casi siempre limpio, había comida saludable en el refrigerador y todas
las precauciones que deben tomarse con un niño en casa. Basil realmente se esforzaba cada día, aunque
su carrera había empezado a ir bien hacía cuatro años, el progreso se había
vuelto un poco más lento, había tenido que rechazar algunos trabajos por cuidar
bien del chiquillo, al menos hasta hacía
tres meses cuando una famosa agencia publicitaria le había contratado como uno
de sus fotógrafos principales.
Andreas era un niño
demasiado inteligente como para ser un obstáculo y en aquellos tres meses
apenas con pequeños pero eficientes trabajos, Basil se había vuelto de
confianza para la compañía, estaba contento con su vida, tal vez dentro de poco
pudiese darle más de lo que merecía a su pequeño.
Basil paseó la
mirada por la habitación, realmente hubiese deseado poder ofrecerle más, era bastante
modesta, el mueble blanco y azul con la ropa del niño, un juguetero pequeño y
la cama individual donde ahora lo tenía recostado. Muchos podrían decir que al
rubio menor no le iba mal, pero cuando Basil se ponía a pensar en todo lo que
Lakis podría darle a aquel niño sentía que lo suyo eran apenas miserias
indignas del pequeño, quien dormido era completamente ajeno a los sentimientos
de su padre.
Jason Lakis había
nacido en cuna de oro y se había independizado de la empresa de inmuebles de su
padre desde los quince años, era un genio y había creado varios videojuegos de
realidad virtual que habían sorprendido al mundo, su empresa Unix Lakis había
patentado grandes avances en inteligencia artificial e incluso se había dado el
tiempo para dar al cine y la televisión innovadores efectos especiales,
visuales y de sonido. El hombre era un genio viviente reconocido y deseado, con
el cabello negro, la piel aceitunada y unos impresionantes ojos grises, era la
fantasía de cualquiera que gustase de hombres con pinta de dioses griegos, el
mismo en su tiempo había caído bajo el embrujo de aquellos profundos ojos.
Sintió que se le
oprimía el pecho, había estado tan perdido por él…
-Mmm- el chiquillo
se movió en la cama y Basil salió de los pensamientos en los que se había
sumergido, sonriendo al ver a Andreas moverse en la cama, acomodándose mejor
para dormir. Basil se levantó y caminando hacia el mueble de ropa sacó un
pijama blanco con un estampado de robots. Era cierto que Andreas jamás había
conocido padre diferente a Basil pero también era cierto que la sangre de Jason
Lakis corría por sus venas. Basil intentaba convencerse de que era solo
coincidencia pero la verdad era que aquel pequeño era un Lakis de pies a
cabeza, era inteligente como ninguno, orgulloso, bello y con una perspicacia no
propia de un niño de su edad, era diferente, uno que resaltaba entre los demás,
tan increíblemente atraído a la invención como su padre.
Recordaba el día
que le había tenido que comprar aquel pijama, Andreas jamás pedía nada, sabía
esperar a que su papi preguntara si deseaba algo o si gustaría de algo, pero
aquella tarde se había detenido a media calle observando a través del aparador
de una fina y elegante boutique.
“Papá, quiero ese
pijama”
Había dicho una
semana atrás señalando lo que ahora el rubio tenía en las manos.
En aquella ocasión
se le había oprimido el corazón tan sólo de ver el pequeño robot estampado en
la tela, tan parecido al logo de Unix Lakis
- Papi…- Basil volteó creyendo que su hijo se había despertado pero descubrió
con una sonrisa que solamente hablaba entre sueños. Con cuidado le cambió de
ropa intentando por todos los medios no despertarle, le acarició el cabello
rizado y rubio, lo tenía ya bastante largo, casi tocaba sus hombros. Unos
minutos después, salió de la habitación dispuesto a tomar una ducha caliente
para relajar los músculos y dormir profundamente el resto de la noche.
Pero sus planes no
salieron como esperaba, al menos no del todo, estaba por entrar al baño cuando
el teléfono sonó. Por un momento pensó en ignorarlo, pero le había costado
mucho trabajo su actual buena imagen en la compañía como para echarlo a perder
en un minuto, se apresuró a contestar y se felicitó a sí mismo por su decisión
al notar que era su jefe quien le hablaba.
El caso era simple
y urgente, el fotógrafo principal de la compañía había tenido un pequeño
accidente. La empresa tenía en puerta un trabajo muy importante y necesitaban
de alguien que se encargara de él, el proyecto actual de Basil era un trabajo
simple y estaba ya casi hecho, su jefe quería saber si podría terminarlo a
tiempo para tomar el siguiente. No dudó en aceptar, parecía que la suerte le
sonreía, empezaría en el nuevo proyecto el lunes a primera hora.
Así fue como pasó
la semana y terminó el fin de la misma en casa de Niki platicándole a éste la
buena nueva.
-Eso es
maravilloso, Basil- exclamó con emoción el más bajo mientras Mark, la pareja de
Niki y también un viejo amigo, llevaba a Andreas a jugar a la sala de su casa.
-Estaba realmente
sorprendido pero estoy muy feliz. Una oportunidad como esta no se presenta
todos los días- Niki sonrió feliz por su amigo, pero tenía cierta curiosidad
que no pudo aguantar.
-¿Y de qué se trata
el proyecto que tienes que llevar ahora?
-Son varios
calendarios, faltan seis meses para fin de año y yo tengo que tener estos
calendarios listos para principios de octubre, seguro has escuchado acerca de
la campaña que se está haciendo para fin de año.
-La de caridad
¿cierto? Lo he escuchado, dinero para niños huérfanos, de la calle, enfermos y
todo eso ¿no?- Basil asintió.
-Bueno, más de un
empresario, actriz, actor, entre otros, son más famosos por su físico que por
su trabajo, esta es una buena oportunidad para publicidad, promoción e imagen,
así que han aceptado posar para varios calendarios en conjunto y algunos en
calendarios exclusivos, la empresa donde trabajo no cobrara un centavo por lo
que se hará y donará todas las ganancias
a esta campaña.
-Qué altruista–
dijo Nikki levantando una de sus perfectas cejas y Basil se meció en la silla.
-Claro, nobleza y
evadir impuestos de forma legal – se rió y suspiró- Aunque para mí solo
significa que tendré mucho trabajo y un muy buen sueldo por esto- Sonriendo
como no lo hacía, irónicamente, desde que estaba en preparatoria, la época en
que su vida había sido más difícil. Niki lo pensó y por asociación un recuerdo
más vino a su mente.
-Oye, Basil… y no
te preocupa… ¿encontrarte con Lakis un día de estos?- después de todo ellos,
incluyendo a Lakis, se habían conocido en preparatoria. A Basil se le borró la
sonrisa del rostro casi sin que él mismo se diese cuenta, bajando la mirada al
vaso con agua que tenía en la mano.
-No veo porqué
debería pensar en esa clase de cosas, la presencia de Lakis no me importa en lo
más mínimo, no tengo nada que ver con ese sujeto- habló con voz parca sin
apartar la mirada del agua que se balanceaba en el recipiente, producto de la
forma en que meneaba el vaso lentamente de un lado a otro.
-Si tú lo dices… pero
le has estado evitando por cuatro años…y no sé por qué…a veces no entiendo qué
es lo que pasa por tu cabeza…- Basil levantó la vista apenas un poco.
-Yo tampoco Niki…
yo tampoco- sonrió intentando relajar el ambiente- Tal vez no pase nada.
-Eso es muy
probable- se escuchó la voz de Mark que entraba a la cocina con Andreas a su
lado- Muy diferente a Ann, que parece
una esponja andante, casi me gana esta vez- Andreas caminó hasta su papi
subiéndose a sus piernas, se le veía jugar con sus dedos pensativo y Basil
sabía que para el niño aquel juego de video que era su única diversión y
actividad medianamente interesante en su vida, era algo serio. Andreas jamás
había jugado en un campo virtual, solo con Mark en la sala de su casa los fines
de semana desde hacía dos meses, él no tenía la tecnología que su padre
biológico diseñaba pero era muy inteligente, había aprendido rápido, al
principio había estado algo renuente a que el niño jugara videojuegos de
estrategia de guerra pero finalmente había cedido ante la incapacidad de
Andreas de entretenerse con algo más. Ser un genio obviamente era de gran
ayuda.
-No entiendo por
qué perdí- los ojos grises y analíticos de Andreas se paseaban por el catálogo
de personajes- No lo comprendo…- y Basil sólo le acarició los rubios cabellos,
aquellos que eran de las pocas cosas que había heredado de Anna. Lo cierto es
que le era difícil hablar con su hijo en ocasiones, no entendía la forma en que
su cabecita analizaba así que le era difícil hacerle entender el sentido común,
algo como “Mark es un adulto” jamás seria la respuesta correcta.
-No pienses en eso,
Mark es un experto en el juego, él ayudo a crearlo, te será difícil ganarle,
pero seguro lo lograrás un día de estos - el pequeño solo asintió viendo aún
las fichas de características de personaje en sus pequeñas manos blancas. Basil
lo observó y le pareció ver el reflejo de Lakis en el niño, hasta ahora, durante
cuatro años nadie conocía mejor a su hijo que él, lo veía día a día y no había
uno en que le pareciere que su pequeño no se volvía más y más Lakis con el
tiempo, solo dos cosas había heredado de su madre, la primera su rubio cabello
y la segunda, una especie de adoración por las joyas que no había visto antes
en ningún niño, y si acaso alguien notase algo que no encajase ni en Anna ni en
Jason, era obviamente lo que había aprendido de su papi rubio.
-Papá ¿por qué
dejaste de jugar? Mark dice que hay quienes se dedican a esto, ganan torneos y
prueban juegos nuevos- preguntó el pequeño a su padre mirándolo a los ojos como
esperando que la respuesta le dijera qué era lo que él estaba haciendo mal, lo
cierto es que el niño siempre perdía y no podía soportarlo, era bueno pero
contra el único contra el que había jugado hasta ahora era con Mark,
co-diseñador de la plataforma, por lo que no había logrado ganar ni una sola
vez.
-Eso fue porque no
soy esa clase de persona, hubo muchas cosas y no tengo nada en contra de los
que se dedican a ello pero lo que importa es que yo no estaba hecho para eso y
entonces apareció la fotografía, me enganchó y así es como terminé donde estoy-
sonriéndole a su hijo que solo murmuró un leve “ah…” antes de volver a bajar la
vista al pequeño libro, pero la única verdad es que Basil conscientemente
rehuía a cada cosa que le recordara a Jason Lakis. Él incluso había pensado en
dedicarse a la programación, era algo que había comenzado a llamar su atención
pero había escapado, aquel era terreno de Jason y él no quería estar en el.
-Papá ¿ya nos
vamos?- Andreas preguntó viendo a Basil todo distraído- Dijiste que hoy iríamos
a comer hamburguesas- Basil le sonrió y asintió.
-Ah sí, es cierto,
es cierto, de hecho pasábamos por aquí para ver si deseaban acompañarnos,
iremos al establecimiento que está a la vuelta de la esquina ¿quieren ir?- Niki
y Mark se miraron unos segundos y un par de minutos después los cuatro entraban
al lugar, Basil le preguntó a los tres que querían para pararse a pedirlo pero
al final fue Niki el que se levantó, amable como siempre, dejando a Basil, Mark
y el niño en la mesa. Aunque Andreas había dejado de pensar en la comida, de
repente, su vista estaba fija en un cartel que se encontraba pegado en una de
las paredes de cristal- ¿Que sucede Ann?- preguntó Basil al ver a su hijo tan
interesado en un punto fijo, volvió la mirada hacia donde observaba el pequeño
y notó que era un promocional para el próximo torneo de la compañía Lakis,
torneo para programadores y jugadores, tenían incluso una categoría para
menores de 12 años.
-Papá…- habló
observando el cartel para después dirigir sus decididos ojos grises a su papá-
Quiero entrar.
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