sábado, 16 de julio de 2016

Por él -Prólogo


Prólogo

Basil salió de la ducha sintiéndose mucho mejor, afuera había una tormenta espantosa y él había llegado completamente mojado a su casa. Ese año había cumplido veintiuno, ahora era mayor de edad en casi todo el mundo, se sentía relajado y tranquilo en su hogar a pesar de que afuera azotaba la tempestad, la vida era buena con él, lo único que lamentaba es que con el trabajo llegando de todos lados tenía muy poco tiempo para sí mismo. 

Hacía ya un par de meses que no se veía con sus amigos, de pronto se sintió algo nostálgico y se levantó viendo la foto en un marco sobre la encimera. La última vez que habían estado los cuatro juntos había sido en la fiesta de exalumnos de secundaria hacia un año, como sea aquella reunión no era algo que le gustara recordar. 

Apartando la fotografía, dejándola en su sitio nuevamente negó y observó su pequeño departamento, ahora el cielo parecía sonreírle, tenía un lugar acogedor, el trabajo comenzaba a surgir, presentarse frente a él sin necesidad de que tuviese que buscarlo y no tenía ningún problema. Le gustaba compararse con su yo de la secundaria pues había sido la etapa en que más hundido había estado, sin apoyo familiar ni financiero, no podía creer cómo es que se las había arreglado para pasar el día a día. Viendo hacia atrás no podía sentirse nada menos que afortunado.

Lo que Basil no sabía era que una pequeña complicación tocaría aquella misma noche a su puerta, apenas un par de minutos más tarde, cuando el sonido en la puerta le llamó la atención, revisó por la mirilla y se sorprendió al ver a su antigua amiga ahí, por lo que se apresuró a abrir.

-Anna ¿Qué haces aquí?- sorprendido al ver a la rubia chica empapada en su puerta, frente a él.

-¿Eso es todo lo que tienes que decirme? ¿No vas a invitarme a pasar? Tengo un bebé al que le puede dar una pulmonía- Le habló con el ceño fruncido mientras Basil se hacía a un lado dejándola entrar, Anna lo hizo descubriendo al niño, increíblemente estaba seco y dormido, ella lo había protegido con su impermeable.

-Anna, no quiero sonar grosero pero te pregunto de nuevo ¿qué haces aquí?- Anna se giró a verle mientras se quitaba la chaqueta mojada.

-¿Por qué no me das algo de ropa, algo caliente y después hablamos, guapo?- Basil suspiró y fue hasta su habitación regresando con una playera y unos pantalones amplios pues las caderas de Anna eran por mucho más anchas que las suyas.

-Toma… ahora dime ¿qué haces aquí?- Anna comenzó a vestirse, sólo se había dejado la ropa interior y Basil la vio sin sentirse atraído como antaño. Anna incluso desde adolescente había sido una belleza impresionante y en más de una ocasión se había quedado embelesado viéndola solo por apreciar su belleza, pero ahora cuando la veía solo podía luchar contra la sombra de dolor que envolvía su corazón. 

-¿Y mi café caliente?- Basil suspiró de nuevo, sabía que no servía de nada protestar, así que caminó hasta la cocina haciéndole una seña para que lo siguiera - Ven, te haré uno- Dijo para cumplir con su palabra.

Anna se sentó en el comedor rústico y esperó a que le sirviera, cuando él puso una taza de café humeante frente a ella, estuvo segura de que la decisión que había tomado al recurrir a Basil había sido la correcta.

-Ahora Anna, no es que quiera ser insistente y eso pero… ya me explicas ¿qué haces aquí?- Anna le vio y suspiró.

-Anda, siéntate guapo, te voy a explicar- Basil se sentó frente a ella y Anna volvió a suspirar observando su taza de café como si fuese lo más interesante del mundo- Hace…ya un año que no nos veíamos ¿cierto? – Basil asintió- Desde…aquella vez- Basil supo a “qué vez” se refería y miró la mesa y se perdió en la madera, en sus formas y en su color natural, en el aroma a cedro que aún despedía, intentando por todos los medios no pensar en aquella terrible reunión.

-Preferiría que no tocáramos ese tema…- Anna le vio y tomó aire.

-Lamento… haber arruinado lo que pudo haber entre ustedes- Y es que hacía exactamente un año Anna se había interpuesto con toda la intención del mundo entre Basil y cierto moreno de ojos grises ¿Que cómo lo había hecho? Bien, todo se podía resumir en que la rubia se las había arreglado para meterse en la cama del moreno y que el rubio se enterara… bueno, no había sido una cama precisamente.

-Anna, deja eso…

-No… creo que necesito decirlo… yo sabía que tantas peleas no podían ser por nada, sabía que Lakis estaba interesado en ti y tú en él, no es el más amable y caballeroso del mundo pero tiene suficientes millones como para querer monopolizar a ese bombón bastardo… eso fue suficiente para mi…- vio que Basil, medio sonreía ante lo que le estaba diciendo, una sonrisa manchada por la tristeza, y ella le miró a los ojos- … Sé que a ti es al que más lastimé…si te sirve de consuelo casi me golpea cuando supo lo que había hecho- refiriéndose a la forma en que había hecho que Basil se enterara- Cuando nos acostamos… fue uno de esos accidentes que suceden una vez en mil años…- y mientras lo decía la rubia desvió la mirada.

-Hey, Anna…tranquila, de cualquier forma…– suspiró levantándose con ganas de prepararse un café para sí mismo- …lo nuestro no hubiese funcionado ni en un millón de años, jamás hubiésemos llegado a nada, tu lo has dicho, peleábamos todo el tiempo, de hecho, no sé por qué te disculpas, nosotros no intercambiábamos más que insultos- viéndola con una sonrisa- Ahora ¿por qué no me dices lo que realmente quieres decirme? – Anna le vio y se quedó un par de segundos antes de bajar la cabeza y comenzar a hablar. Basil lo agradeció, no tenía caso ocultar sus sentimientos ante ella, Anna era plenamente consciente de lo enamorado que había estado de aquel moreno bastardo, pero admitirlo le hacía sentir como el muchacho insignificante que Lakis siempre había menospreciado en secundaria ¿cómo se había enamorado de él? Incluso para sí mismo a estas alturas era un misterio.

-Me fui de la ciudad hace nueve meses, me metí con gente que no debía y bueno, estafé a quien tampoco debía, me he estado escondiendo por meses… - Observó a Basil y supo que le creía- No quiero meterte en mis asuntos guapo, pero …- dudó antes de hablar, se levantó y comenzó a dar vueltas por la cocina con la taza en las manos- Sucede que el bebé que está en la sala es mi hijo, y ya no puedo esconderlo más, logré hacerlo hasta ahora, que no descubrieran que existe… pero me están pisando los talones… yo… necesito que alguien lo cuide, al menos hasta que logre salir de esto… unos seis meses tal vez…- Basil comenzó a pensar por dónde iba el asunto y comenzó a negar pero antes de que hablara Anna se le adelantó- Pensé en alguien de buen corazón, alguien que le cuidara a pesar de todo, ahora soy madre y quiero que mi bebé esté a salvo.

-Lo que tú necesitas es a Niki- le habló interrumpiéndola, Niki era su mejor amigo y también el joven más adorable y tierno que recordaba haber conocido nunca- No creo ser bueno cuidando niños, Anna… es más, mi carrera está comenzando a ir bien y casi no tengo tiempo.

-Sé que puedes darte un tiempo, además, te vi cuidar de tu pequeño primo cuando te necesitaba, en secundaria tu situación era aún peor y te las arreglaste para hacerlo- Aunque ella ya ni recordaba la cara del niño- ¡No hay persona más adecuada que tú!- le habló exaltándose un poco y Basil suspiró.

-Por supuesto que lo hay ¿Por qué no la habría? – preguntó tranquilamente y Anna le vio en silencio.

-Porque no hay nadie que pueda cuidar a mi hijo con más cariño y dedicación que tú…- Basil sonrió tiernamente sintiéndose halagado por la confianza pero al mismo tiempo no merecedor en lo absoluto de ella, al menos no a tal grado.

-¿Qué te hace creer eso? Anna, no soy un santo- Anna se acercó hasta él viéndole a los ojos, tan cerca que Basil creyó que podía ver su alma.

-Porque tal vez ni su padre biológico podría cuidarle tan bien, atenderlo como necesita y ¿sabes por qué? Por la misma razón por la que sé que tu sí puedes hacerlo, es porque su padre tiene un nombre que tú conoces muy bien- los ojos de Basil se fueron abriendo poco a poco a cada palabra, sabiendo cuál era el nombre que escucharía- Y su nombre es Jason Lakis- Basil desvió la mirada.

-Eres cruel Anna- y Anna le vio sin culpa.

-Debo irme pronto o notarán que estoy aquí- Basil estaba parado ahora y se recargó en la barra de la cocina, viendo como tomaba sus ropas preparándose para marchar- Su nombre es Andreas. Por favor, cuídalo bien. Le gusta que le canten para dormir, duerme mucho y ya ha comenzado a tomar leche en polvo, he traído ya una mamila preparada, te pagaré lo que gastes en él cuando regrese… adiós, Basil- caminando hacia la puerta y en ningún momento Basil levantó la vista, tan sólo murmuró un débil “Adiós, Anna” al escuchar que la puerta se cerraba.

Después de aquel día Basil pasó los días más ajetreados de su vida, el pequeño no era problema, Anna tenía razón, el bebé dormía mucho aunque era normal en un pequeño de su edad, tenía apenas unos tres meses. El problema era cuando estaba despierto, el nene tardó en acostumbrarse a él, así que lloraba siempre que le cargaba, se notaba que buscaba a su mamá. Él era fotógrafo, comenzaba a irle bien así que tenía que ir de un foro a otro, al aire libre y a todos lados con el pequeño, aunque por tonto que fuera, todo pareció valer la penar cuando con los días el pequeño se acostumbró a su presencia y le mostró aquellos preciosos ojitos grises tranquilos, sin lágrimas y su boquita balbuceante haciendo bombitas con la saliva mientras se mantenía tranquilo sólo en sus brazos.

Después, mientras Basil sostenía a su pequeño niño en brazos alimentándolo con el biberón, en las noticias se informaba del trágico accidente de una pobre mujer a las afueras de la ciudad, su nombre: Anna Circe. La novedad: estaba muerta.



 

2 comentarios:

  1. hola, me gusta como va la historia la espero con ansias ...sigue adelante

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  2. Soy nueva en el blog pero ya te seguia por whattpad... Me encanto la historia... Gracias.

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