domingo, 5 de marzo de 2017

Por él -Capítulo 23



Capítulo 23


En el sótano de alguna elegante mansión, Jason jadeaba entumido y obligado a la excitación, las malditas drogas incluso casi nublaban su analítica mente.

—Ah...ah...Jason....— la chiquilla le sonreía moviéndose sobre él— ¿No soy buena? ¿No te gusta cómo se siente? Puedo hacerlo mejor que ese fotógrafo de cuarta— moviéndose rápido sobre Jason que jadeaba a fuerzas, apretando los dientes— Será perfecto, no tardaré en estar embarazada, te daré hijos propios Jason— prometía entre gemidos y Jason no podía imaginar un futuro menos deseable. Se sentía tan excitado, la droga le nublaba la mente pero no lograba alcanzar el orgasmo, no podía, no sin meterse entre las piernas de cierto rubio exquisito.

—Basil...—murmuró y la chica encantada en lo que hacía, no le escuchó.

Horas después, ya cayendo la noche, Kazu entró sigilosamente al enorme patio, Jason debía estar en alguna parte de aquella mansión, según las coordenadas debía estar prácticamente frente a él, pero a través de los enormes ventanales se podía ver a los dueños de aquella casa cenando plácidamente, para la segunda planta aquella parte tenía una preciosa terraza en donde no parecía haber nadie, así que debía estar en el sótano, Basil no había querido mostrarles el video que había recibido pero les dio todos los detalles que pudo notar en el lugar, no eran muchos pues decía que poco se apreciaba del lugar, pero les dijo lo suficiente como para suponer que su idea de que estaba en el sótano era cierta.

Kazu sabía que podría haber presionado a Basil, que teniendo en cuenta el peligro que podía correr el rubio terminaría enseñándoles el video, pero era tan obvia la razón por la que se los escondía, aún a pesar de sus dudas, sabía que Jason no soportaría que alguien más que Basil le viese en el patético estado de ser sometido por una chiquilla caprichosa, mucho había dicho ya Basil al decirles la clase de video que era para mantenerlos a raya.

—Buenas noches Kazucito ¿qué haces revoloteando por aquí a estas horas?— Kazu se sobresaltó, y viendo hacia abajo, a los pies del árbol en que se había subido estaba 'él'.

De pie con sus ciento ochenta y cinco centímetros de altura, con aquella expresión arrogantemente fastidiosa que parecía siempre predominar en su rostro, estaba su tío.

— Así que al final eras tú quien estaba tras todo esto— el moreno se encogió de hombros sonriendo.

—En realidad no estoy tras esto del todo, de hecho ni siquiera me voy a meter en tu camino, me pagaron, hice mi trabajo y ya acabé— Kazu frunció el ceño como si no le creyese —Estoy aquí exclusivamente para divertirme mi adorable Kazu, sólo para ver como rescatas a tu salvador— Kazu le observó y en silencio se dispuso a entrar en la casa, su tío le seguía de cerca, sentía deseos de mandarlo al demonio pero había aprendido que a Yudea era mejor ignorarlo o buscaría más formas de fastidiarte.

Era bastante tarde cuando la casa se quedó al fin en silencio, se escabulló dentro, la seguridad era la normal en una residencia como aquella, pero apenas algo de esfuerzo era lo que necesitaba para evadirla, aunque ciertamente era frustrante que su tío le siguiese, le vigilase y sin la más mínima dificultad.

Había robado los planos de la casa, sabía que estaba ya cerca de la entrada al sótano cuando la risita de su tío le desconcertó, al menos lo suficiente como para que el sujeto que saltó sobre él lo tomase por sorpresa, intentó quitárselo rápidamente pero antes de que lo notase le había inmovilizado, se quedó quieto, su atacante también.

Aprovechando la repentina pausa, Kazu intentó ver quién estaba sobre él, podía seguir escuchando la risilla que aún no se había desvanecido, así que quien estaba encima suyo no era Yudea, las nubes en el firmamento se movieron dejando pasar la luz de la luna por la ventana al final del pasillo, dejándole ver claramente el rostro del hombre, era un rostro conocido, uno que no veía desde hacía demasiados años, la imagen de aquel rostro casi le oprimió el pecho hasta destrozárselo.

—Ji...Jin...— tartamudeó como el adolescente que ya no era, el otro agrandó los ojos al reconocerle, pero no se movió, al contrario sus manos lo sujetaron con más fuerza, si es que aquello era posible— ¿Qué... qué estás haciendo aquí?— la pregunta le salió sola de los labios temblorosos y fue Yudea quien le contestó.

—Yo le contraté— y Kazu parecía aún más desconcertado.

—¿Trabajas para él? ¿Por qué?— desde que recordaba Jin y Yudea jamás se habían llevado bien.

—Yo te responderé, Kazu— su tío nuevamente— le prometí que te entregaría a él si llevaba este trabajo con éxito—Kazu clavó sus ojos en el rostro de Jin como si no pudiese reconocerlo.

—Podría odiarte por esto...— Jin no cedió.

—Prefiero que me odies cerca, a que me aprecies lejos de mis ojos...— Yudea se agachó a su lado.

—¿Sabes? creo que nuestro amigo esperaba que al menos tuvieses algo de contacto con él, Kazu, Kazu — negó sonriendo— No puedes simplemente borrar de tu vida a quien tanto te ama.

—Calla— rugió Jin tratando de no hacer mucho ruido, no quería que descubrieran a Kazu por levantar la voz. Yudea rió por lo bajo.

—No seas tan tímido, Jin— Kazu no podía apartar la mirada de él.

—Te expliqué mis razones para macharme, Jin— y Jin le vio levantándolo sin que Kazu pudiese o quisiese resistirse a él.

—Y yo te escuché, pero que te haya escuchado no significa que me agradase, pensé que podía mantenerme alejado de ti, respetar tu decisión de servir a ese sujeto, pero no volví a saber de ti, cambiaste tu número, también de casa, cuando por fin me atreví a dirigirme a tu familia supe que ni siquiera ahí podría encontrarte, te olvidaste de mí por completo— le hablaba mientras le hacía caminar frente a él sujetándole ambas manos tras la espalda.

—Jamás te he olvidado, he pensado en ti cada día— Jin sonrió algo triste.

—¿Cuándo? ¿Cuándo no estabas dedicándole tu vida entera a Jason Lakis? Decidiste que él era más importante y creí poder aceptarlo, pero no más...

—¿Crees que Yudea cumplirá su palabra?— Jin le vio directo a los ojos, los dos tenían una mala opinión de Yudea pero ambos sabían que jamás faltaba a su palabra, por lo que el silencio de Jin fue suficiente como para saber que si terminaba aquel trabajo Yudea cumpliría, le daría a Kazu como premio, no le agradaba pensar así, pero si era la única forma de tenerlo con él, iría al mismo infierno si era necesario.

Kazu se dejó llevar, no podía ni quería ponerse contra Jin, levantar la mano en su contra no era algo que su cerebro pudiese procesar, Jin había sido un amigo poco cercano en un principio, de hecho jamás habían sido buenos amigos, esa etapa había pasado desapercibida en su vida, para cuando se dio cuenta el joven ya le gustaba, y cuando el otro comenzó a mirarle de forma significativa no pudo más que aceptarlo, palabras de amor eran cosas que jamás habían salido de sus labios, los besos o el sexo tampoco habían pasado por ellos, eran simplemente dos personas que se veían de vez en cuando, compartían unas cuantas palabras y después se despedían, sus dedos a veces se cruzaban, sus miradas a veces se encontraban pero jamás habían pasado de eso, sin embargo ellos ya se pertenecían, los celos, los intereses eran obvios, sin decirse nada sabían que no podía ser de otra forma, cuando Kazu decidió servir a Jason, Jin había sido el primero en enterarse, para ambos fue una dolorosa despedida, aunque para los demás hubiese sido apenas un intercambio de palabras.

—Jin— le habló intentando razonar con él.

—"Piénsalo, no tiene por qué ser así" ¿es lo que piensas decirme Kazu? ¿Qué es lo que puedes ofrecerme? ¿Acaso puedes mejorar la oferta de Yudea?— Kazu le vio y se preguntó qué había sido del joven que se sonrojaba solo mencionar cosas como el sexo, Jin Kanishia, sabía que ahora era el jefe de la más poderosa mafia japonesa aún a pesar de ser mestizo, y sin embargo estaba ahí, trabajando para su tío, simplemente para poder tenerle ¿que podía decirle? De repente sentía ganas de quedarse quieto, dejar que las cosas pasaran, el no podía liberarse de su deuda con Jason, le había salvado la vida y ahora ésta le pertenecía, era el código de su familia, pero si el mismo líder le entregaba a Jin ¿qué podía hacer él? ¿Cómo podía ir en su contra? Las cosas parecían fáciles, sólo tenía que permanecer quieto y dejar que Jin le tomase para sí. Pero no podía, sabía que era estúpido pero no podía simplemente olvidar su deuda, poco a poco sus ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad y vio el sótano en toda su extensión, había pocas cosas pero notó cerca de él una cámara en su tripié, eso significaba que posiblemente Jason también estuviese ahí, enfocó mejor la vista y notó a Jason al otro lado del lugar, con las manos atadas por detrás del pilar contra el que le tenían, parecía dormido, tal vez noqueado por la droga suministrada, no dudaba que la respetable señorita hubiese seguido abusando de ella para tener a su príncipe azul.

—¿Por qué haces esto?— preguntó al notar que Yudea se paraba junto a él, podía reconocer su presencia y su aroma: rosas secas.

—¿A qué te refieres?

—¿Qué ganas concediéndome a Jin? Jamás te agradó.

—Él me quitaba tu atención— dijo como si eso le explicara todo.

—Pero ahora piensas comprometer mi vida a él.

—Es sólo porque entre él y Jason Lakis, es más fácil tenerte otorgándote a él, cuando te unas a él la familia Kanishia pasará a ser nuestra aliada y trabajarás como intermediario, por lo que tendrás que acudir a mí con frecuencia. Pequeño Kazu, no subestimes lo que hago por mis caprichos, y ver tu rostro molesto es uno de mis favoritos, eres mi sobrino favorito Kazu ¿cómo puedo soportar seguir teniéndote lejos?— él sabía que Yudea le amaba con locura, Yudea no podía tener hijos, y él había sido su primer sobrino, pero también sabía que para Yudea no había cosa que le divirtiese más que molestar a quienes amaba.

—Sabes que puedo escapar— Yudea rió bajito ante la afirmación.

—¿Y dejarle? No, Kazu, no vas a escapar y ¿sabes por qué no lo harás?— Kazu guardó silencio— Porque dejarlo sería rechazarlo, y no puedes hacerlo, ya lo hiciste una vez, te asusta pesar en hacerlo de nuevo, en romper su corazón... No escaparás, no te atreverás— Kazu apretó la mandíbula, Yudea tenía razón, si se iba ahora sería como huir de Jin, como rechazarle, y no quería hacerlo... no quería que se rindiera, quería seguir ocupando sus pensamientos... había pasado años luchando por no buscarle, pero ahora que finalmente le tenía cerca, tan dispuesto a luchar por él ¿cómo diablos podía escapar?

—No saldrá como planeas Yudea— el otro solo sonrió en silencio, pues las cosas siempre salían como él lo planeaba.



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