sábado, 29 de diciembre de 2018

La Voluntad del Alfa Parte 2

Parte 2


Carlo despertó la tarde de nochebuena algo aletargado pero mucho más consciente que los últimos días, sin embargo aún no era él del todo.

Se estiró y torció el rostro, aún no se acostumbraba a sentir semen por todo su cuerpo.

-¿Despertaste cachorro?- escuchó la voz de alguien desde la puerta del baño de la habitación y sonrió de inmediato.

-Eres tu...- suspiró, aún mareado por el golpe de encontrar a su pareja.

Anton sonrió y caminó hacia la cama, su cachorro ya comenzaba a salir de la sed de sexo pero aun estaba embelesado por él. No había mejor momento para hacerlo suyo para siempre.

-Te preparé el baño ¿quieres que lo tomemos juntos?- preguntó inclinándose y dejando un beso dulce en los labios humanos.

-Eso me gustaría... ¿qué me hiciste?- sonrió ilusionado- nunca me había sentido así por nadie...- aunque notaba sus propios sentimientos aun no estaba lo suficientemente lúcido como para reflexionar sobre el asunto.

-Bueno eso es algo que tengo que explicarte – le acarició el cabello antes de ayudarlo a caminar al baño- verás...

Con paciencia y ayudado de una voz hipnotizante le explicó que era un lobo, le habló de la conexión entre ellos, de cómo podían conectar sus mentes y su forma al transformarse. Carlo aceptó fácilmente todo lo que le decía, en su estado aceptaría cualquier cosa.

Cuando estaban limpios y entre besos le sacó del sótano para llevarlo a la cena que había mandado preparar para ellos. Había despedido a todo el personal y le dio a su hermosa pareja humana la cena romántica que merecía.

-Nunca he estado tan agradecido de ser un lobo que al conocerte bebé- le sonrió besando sus dedos- no quiero separarme de ti.

Carlo negó con una expresión de ligera angustia.

-Tampoco quiero alejarme de ti jamás- aseguró apretando la mano ajena en sus dedos.

-Quiero morderte cachorro – le susurró al oído. Rodeó la silla susurrando palabras dulces en su oído, comenzó besando su cuello, rozando los colmillos en su piel. Lo incitó y suavemente lo puso de pie.

Entre palabras de necesidad Anton apartó apenas la ropa lo necesario y le hizo el amor con dulzura sobre la mesa.

-Te amo cariño... te adoro cachorro...- le susurró al oído lanzando con lentitud todo lo que había en la mesa al suelo para tener espacio y moverse dentro de su bebé.

Cuando lo tuvo loco de placer lo giró y comenzó a moverse algo más rápido.

- ¿Quieres ser mi pareja para siempre, cachorro?- preguntó en su oído.

Carlo no diferenciaba arriba de abajo pero asintió.

-Si... si quiero... quiero estar siempre contigo – gimió.

Anton sintió su corazón repicar en su pecho y mordió su cuello.

Carlo soltó un grito y un torrente de placer lo golpeó haciéndolo temblar de pies a cabeza. Perdió toda conciencia y se entregó al placer que lo atormentó sin tregua en un orgasmo que parecía no acabar.

Anton, por su lado, había planeado aquel momento y ni de lejos había imaginado que se sentía así. Quería devorarlo y guardarlo dentro de él para siempre, que nadie pudiese tocarlo, que nadie pudiese verlo. Habían hecho el amor infinidad de veces y nunca se había sentido como ahora que incluso tenían aún la ropa puesta.

-Te amo cachorro- sonrió lamiendo la herida para cerrarla- Te amo...

Después de un rato, Anton salió de Carlo y le acomodó las prendas aunque éste aun estaba sufriendo los estragos de su orgasmo.

-Está bien bebé... está bien.. ahora todo está bien – lo llevó a un sillón prodigando suaves besos por todo su rostro. No recordaba haber sido tan feliz en su vida.

Estuvieron así varias horas, simplemente disfrutando del calor del otro. La medianoche llegó y la campana del reloj en el recibidor de la casa lo anunció.

-Feliz navidad cachorro- Anton susurró en el oído de su pareja, ese que ya era suyo para siempre. 

Carlo sonrió y buscó su boca dándole pequeños besos.

-Feliz navidad...-quiso decir más pero comenzó a sentirse extraño, sintió la respiración acelerada y un cosquilleo recorriendo su cuerpo, el calor lo inundó y sus tetillas, su miembro y su entrada comenzaron a hormiguear reclamando atención, estaba por decir algo importante así que aguantó las ganas que le corroían e intentó no gemir de necesidad.

Anton sonrió al ver que sus mejillas ya estaban completamente rojas y las besó.

-Espera aquí un segundo bebé- le pidió parándose y tomando uno de los regalos que estaban bajo el árbol y volviendo al sillón.

-Esto es para ti cachorro- abrió la elegante caja de la que sacó un collar blanco de cuero con pequeños diamantes incrustados a todo lo largo, la hebilla parecía de oro.

Carlo observó el collar confundido.

-¿Para mí?- preguntó extrañado ¿ese hombre quería regalarle una mascota? Estaba medio mareado por el repentino calor que lo atacó y no entendió del todo.

-Si...- Anton sonrió y extendió su dominio como alfa haciendo que a Carlo le temblaran las rodillas y tuviese que apretar las piernas para calmar su erección, su trasero se estaba mojando- quiero verte usar esto cachorro, quiero joderte mientras tiro de tu cadena- murmuró con voz baja sacando el artículo de la caja y acercándolo a Carlo, el policía sintió que las palabras de su amante viajaban directo a su entrepierna y no pudo reprimir más un gemido.

-Yo...- Carlo aún estaba semi consciente de sí mismo, aunque el calor ya se había adueñado de la razón, no supo cómo comenzar a decirle cuánto lo excitaba lo que le decía.

-¿Me permites hacerlo?- Anton preguntó pese a que sabía que tenía completo dominio sobre el indefenso humano, especialmente ahora que estaba por entrar en el calor que ocasionaba la mordida. Abrió el collar y lo extendió al cuello de su pareja, Carlo levantó el rostro dándole espacio para trabajar.

El alfa lo colocó con cuidado y conscientemente acarició la marca de su mordida en el cuello ajeno, sacando dulces y necesitados gemidos de su ahora pareja.

-Luce mejor de lo que esperaba- sonrió al humano acariciando su mejilla- pero la ropa estorba- paseó el pulgar por los labios ajenos- ¿por qué no te la quitas para mí?- él mismo estaba sintiendo los estragos del calor de la mordida sacando a flote toda su lujuria.

Carlo asintió y se levantó comenzando a sacarse la ropa. Le temblaban las piernas y sentía que no se podría poner en pie. Anton se sentó en un amplio sillón sujetando la cadena que salía de su collar cual dueño con su mascota, solo pensar en la morbosa situación Carlo sintió su vientre temblar al borde del orgasmo.

-¿Así?- Carlo preguntó tras desprenderse de todas sus prendas ganándose una sonrisa satisfecha del mayor.

-Eres hermoso cachorro- lo alabó y después sonrió con una coquetería innata- aunque los cachorros andan a cuatro patas...- agregó y Carlo pasó duro. Temblando de deseo comenzó a agacharse y se colocó, casi de inmediato sintió un ligero jalón en su cuello y comenzó a gatear hacia su pareja.

Carlo jamás había pensado que algún día estaría en aquella posición. Vio a Anton abrir su cremallera y sacar su miembro enorme, duro y caliente y se le hizo agua la boca.

-¿Quieres tu postre cachorro?- preguntó acariciando su miembro y Carlo asintió efusivamente.

-Lo quiero...-aceptó jadeante.

-¿En dónde cachorrito?- lo incitó el mayor, Carlo parecía ser del tipo excesivamente decente, ponerlo en aquellos juegos, hacerlo hablar sucio, lo excitaba demasiado.

-Yo...

-¿En dónde?- alentó.

-En mi boca... lo quiero en mi boca y en mi trasero- pidió atreviéndose a lamer aquel trozo de carne caliente.

-Entonces tómalo bebé- empujó suavemente su miembro en la boca ajena- y cuando tengas ese collar soy tu amo ¿entiendes? Tienes que llamarme amo –sonrió y Carlo comenzó a chupar aquella carne que anhelaba en su boca.

-Si... si amo...- jadeó y no tardó en perder completamente el control de sí mismo, comenzó lamiendo, para después chupar y terminar devorando hambriento su pene como si no tuviese suficiente.

Carlo sentía que ardía y aunque su miembro reclamaba atención prefirió meter sus dedos en su ano moviéndolos con desesperación.

-Quieto ahí cachorro- Anton le jaló de la correa haciéndolo levantar la cabeza- ¿quién te dio permiso de tocarte?- lo regañó y a Carlo se le inundaron los ojos de lágrimas

-Por favor... por favor... lo necesito- volvió a lamer el miembro ajeno como rogando más- lo quiero, lo quiero, dámelo por favor, jódeme pronto, te necesito dentro de mí.

Anton se lamió los labios, él parecía compuesto pero lo cierto es que estaba ansioso por someterlo. Aún así se controló, tenía mucho que disfrutar.

-Está bien, te daré un poco de lo que quieres- aceptó- voltéate y abre tus nalgas para mí- ordenó. Carlo se giró y colocó el rostro contra el suelo y obedientemente abrió sus nalgas con sus manos.

Anton se relamió, su cachorro era más obediente cada día. Empujó un dedo dentro de su entrada y comenzó a girarlo, no tardó en meter otro y no tuvo compasión, los metió y sacó rápido, con fuerza, abriéndolos de vez en cuando.

-Ah... ah... si... más... más... más, por favor- rogó meneando las caderas.

-¿A quién le hablas?- preguntó usando todo su control para no joderlo ya.

-¡Amo... amo! ¡¡Más por favor, amo!!- rogó y consiguió otro dedo en su interior.

-Tengo otro regalo para ti- le habló mientras lo jodía con sus dedos- bajo el árbol en esa bolsa dorada, tráela para mí- ordenó sacando sus dedos y le dio una nalgada.

-¡Ah!- Carlo gimió y casi llegó a su orgasmo pero Anton se detuvo justo a tiempo dejándolo temblando de anhelo y necesidad. Ni siquiera pensó en la orden y simplemente obedeció comenzando a ponerse de pie, tembloroso como una hoja seca al viento.

-¡No tienes permiso de ponerte de pie!- Anton lo reprimió- gatea, eres mi cachorro, ve y tráelo con tu boca-ordenó.

Carlo asintió y jadeó un poco antes de comenzar a gatear y traer la bolsa como se lo ordenaron, se sentía más caliente a cada segundo, sentía la mirada lujuriosa sobre su cuerpo y solo podía apretar las piernas para aguantar. Cuando volvió con Anton éste estaba sonriendo con infinita satisfacción, tomó el regalo de sus labios y sin más se apoderó de su boca.

La lengua de Anton empujó dentro de la boca ajena y acarició a su compañera, empujó contra su paladar y danzó como quiso en aquel espacio. Carlo finalmente se vino por ese simple beso y su mente se nubló completamente, sus ojos no tenían nada más que deseo y lujuria.

-Aquí esta- Anton sacó un vibrador que terminaba en una cola afelpada- no puedes ser un buen cachorro sin esto- Anton empujó el vibrador en la boca de Carlo y comenzó a embestir hasta llenarlo de saliva.

El lobo jaló la correa de su pareja y lo obligó a medio subir sobre él dejando su trasero a su alcance y comenzó a meterlo en su pequeña cavidad. Empujó de a poco y cuando ya tenía la mitad dentro de su cachorro empujó todo lo demás de golpe haciendo que el humano gimiera alto aferrándose a él.

-Solo faltan estas- Anton anunció echándose atrás y colocando unas orejas a juego en la roja cabecita de su amante-ahora ladra para mí- ordenó y encendió el vibrador con un pequeño control remoto.

-¡Ah!- el pelirrojo lanzó un grito de placer arqueándose y restregándose contra el cuerpo ajeno.

-Ese ladrido me gusta- sonrió, en realidad quería oírlo gemir y gritar.

-¡Ah! ¡Ah! ¡Amo! Amo!- el muchacho meneaba sus caderas ante la exquisita sensación.

-Eso... sigue así... me encanta escucharte- Anton abrazó el delgado cuerpo y buscó su cuello, lo sentía temblar en sus brazos, besó la piel que se exponía frente a él y cuando sintió que el chico no podía más mordió sobre una de sus tetillas haciéndolo gritar y venirse ruidosamente.

-Te veniste de nuevo bebé- sonrió acariciando sus nalgas blancas-.creo que tienes suficiente con ese juguete, no me necesitas.

-¡No! No, no, no ¡por favor no!- el chico negó aún agitado - nunca...nunca...te quiero a ti- el chico estaba temblando, pese a que se había venido su miembro no había bajado en lo más mínimo, de hecho se sentía más caliente, más necesitado.

-Aún así no has comido aún- le recordó acariciando sus labios y el hambre volvió a Carlo, chupó el dedo ajeno y entre más lo hacía más ansiaba otra cosa en su boca.

-Quiero chuparte...quiero chuparte... déjame chuparte- rogó y Anton soltó su cintura.

-Adelante bebé, quiero venirme en tu boca- aquellas palabras solo hicieron que Carlo apretara el vibrador en su trasero, cuando Anton le decía aquella clase de cosas obscenas no podía evitar encenderse.

Carlo volvió a hincarse entre las piernas de su amo y se llevo el miembro ajeno a su boca, chupó y lamió largo rato sin cansarse. Cuando estaba cerca Anton le tomó el cabello y sin más comenzó a embestir con fuerza en su boca, Carlo cerró los ojos y disfrutó de la sensación de ser profanado de aquella manera, el miembro ajeno empujaba con fuerza dentro de su boca, no tenia consideración y eso lo prendía. No tardó mucho antes de sentir el semen caliente en su boca y como antes no se detuvo, bebió todo lo que podía. Cuando terminó levantó la vista viendo a un Anton jadeante, con los ojos cerrados y la cabeza atrás. Se sintió satisfecho de su logro y aunque quería acariciarse a sí mismo sintió que no podía hacerlo sin permiso.

-Ah...cachorro- cuando Anton volvió a abrir los ojos tenía un brillo de lujuria diferente en ellos- Creo que es tiempo de volver a la habitación.

Carlo tembló solo de escuchar eso, su miembro goteó en anticipación.

-Si amo...- aceptó.

Anton se acomodó la ropa y se puso de pie.

-Tú por delante cachorro- le indicó y Carlo comenzó a gatear de vuelta al sótano, sentía el vibrador dentro de él a cada movimiento, avanzó gimiendo durante todo el camino, de cualquier forma a Anton le gustaba escucharlo así que no tenía que contenerse.

Cuando estuvieron en la puerta del sótano Anton lo hizo ponerse de pie y se colocó tras él pellizcando uno de sus pezones. Carlo tuvo que apoyar las manos en la puerta para mantenerse en pie.

-¿Sabes lo que pasará cuando entremos ahí verdad?- le habló al oído.

-Si... si...lo sé amo...- gimió retorciéndose de placer.

-No vamos a salir en mucho tiempo...- le prometió y Carlo asintió.

-Si... si... no quiero salir amo.

-¿No?... ¿qué quieres entonces cachorro?

-No... no quiero salir... quie-quiero quedarme dentro...quiero...quiero que me jodas, sin...sin parar- deliró.

-Recuerda que tu lo pediste cachorro- sonrió y abrió la puerta –entra bebé- ordenó.

El chico entró con pasos temblorosos, había una habitación enorme al final de la escalera, parecía un departamento en espacio abierto, pero no uno normal, había cadenas y esposas por todos lados, a Anton le gustaba encadenarlo y jugar con su cuerpo y a él le gustaba que lo hiciera.

-Creo que es tiempo de que me sientas aquí cachorro- así como estaban de pie, Anton metió un dedo dentro de Carlo acompañando al vibrador en su interior, el ligero aumento de grosor hizo a Carlo buscar el apoyo de un par de cadenas que colgaban del techo para mantenerse en pie.

-Si...necesito tu pene en mi- pidió y contrario a lo que esperaba Anton no quitó el vibrador.

-Entonces te lo daré cachorro- respondió y jalo la cola hacia abajo y sin sacarla empujó su miembro ya grande dentro de él. Carlo sintió que lo abría más de lo que era posible y arqueó la espalda gritando de doloroso placer.

-¡¡Ah!! ¡¡Amo!!- gritó soltando un par de lágrimas cuando se vino por tercera vez en la noche- ¡¡Ah!!¡¡¡ Ah!!!- sus gritos no pararon, pues Anton comenzó a embestir sin más.

Carlo llevaba tres días siendo sometido a los fetiches de Anton pero aun así no logró aguantar tanto y las piernas le fallaron casi yendo al suelo.

-No cachorro... no puedes desfallecer, esto apenas comienza – Anton sonrió y salió de su pareja, sacó también el vibrador y lo levantó para llevarlo a la cama, pero Carlo ya lo conocía lo suficiente como para saber que no era para dejarlo descansar. Jadeante observó el rostro de su amante y esperó pacientemente lo que venía, su cuerpo ardía cada segundo que su trasero estaba vacío.

-Apresúrate... te necesito- rogó cuando estuvo en la cama y solo recibió una sonrisa insinuante de su pareja.

Anton le encadenó las muñecas a cadenas en el dosel la cama y lo hincó sobre ella jalándolas hacia arriba. Carlo se humedeció los labios y su miembro goteó pues conocía esa posición, Anton le colocó un par de pequeñas pinzas en los pezones, solo con eso Carlo ya estaba jadeando. Podía verse en el enorme espejo de pared frente a la cama, estaba expuesto, las pinzas en sus pezones estaban unidos por una delgada cadena que se balanceaba sobre su vientre y su miembro duro apuntaba al cielo brillante y mojado, que decir de lo húmedo que estaba entre sus piernas.

-Esto te gusta ¿verdad cachorro?- preguntó y Carlo se sonrojó más de lo que ya estaba- ¿te gusta verte así?- preguntó mientras tomaba una fusta de un estante en la pared- eres una puta cachorro- le sonrió dándole un golpecito suave en el miembro duro- mira lo mojado que estás- lo incitó a verse en el espejo-aunque no es la primera vez ¿verdad?-sonrió y encendió la pantalla en una de las paredes, un video se estaba reproduciendo y el sonido del mismo inundo la habitación.

"ah! Ah! Soy... soy tu puta...si...si...ah...ah...úsame...jódeme..."

Era la voz clara del policía que solo enrojeció más haciendo juego con su cabello, sin embargo no era de vergüenza, su miembro estaba tenso y más duro que nunca. Anton le dio un golpecito en las nalgas haciéndolo arquearse.

-¿Me quieres ahí?- se paró junto al chico amasando sus nalgas.

-Si quiero... la voz del humano salió ahogada.

-¿Por qué?- incitó y metió un dedo dentro de su cachorro moviéndolo adelante y atrás.

-Por...porque...- paso duro- soy...soy tu puta...soy tu puta y te necesito en mi trasero...ah...pa...- gimió pues de golpe Anton metió dos dedos más.




-¿Cómo?- subiendo a la cama y colocándose tras él besó la piel de sus hombros y dejó que sus colmillos rozaran la piel caliente.

-¡Lo necesito!- comenzó a rogar con desesperación- lo necesito para ser feliz...ah...por favor...por favor...amo...amo...solo...solo existo para ti...mi...mi cuerpo es solo tuyo.

-Buen chico- Anton susurró en su oído justo antes de arremeter dentro de él- hoy... vas a saber lo que es... tener... un lobo... como pareja –la voz de Anton también era jadeante y lentamente comenzó a cambiar, un poco más gruesa y profunda, el miembro dentro de Carlo se hizo más grande sacándole el aire y en el espejo pudo ver como Anton comenzaba a cambiar de humano a su forma lobuna, con las orejas, la cola, las garras y varios centímetros más alto y grande....¡joder! sobre todo grande.

Carlo había tenido el vibrador y a Anton dentro al mismo tiempo y no se había sentido tan estirado como ahora.

-¡Ah...ah...amo! –gritó. Anton aún no había terminado de crecer dentro de Carlo cuando éste se vino.

-Me alegra que te gustara cachorro –le habló al oído en medio del orgasmo, acariciándolo con sus colmillos- porque tendrás mucho más- y sin más lo mordió y comenzó a empujar sin contemplación dentro del cuerpo humano.

Carlo no era pequeño, era un hombre muy masculino de 1.83 de alto y 85 kg de peso, pero frente al hombre transformado detrás de él se veía pequeño y frágil. Anton lo penetró como quiso, soltó un poco las cadenas y lo puso a cuatro haciéndolo aullar de placer, cuando se cansó de joderlo así lo giró y empujó desde el frente.

El humano estaba desfalleciendo sobre la novena ronda pero no había nada qué hacer, su lobo estaba sediento de él y su cuerpo no dejaba de responder.

-Amo...más –jadeó pese a que estaba exhausto.

Anton tomó la cadenita de sus pezones en los dientes y jaló retirando las pinzas volviendo a nublar la mente del policía.

-No te preocupes cariño- la voz ronca y profunda le confortó-estoy lejos de estar satisfecho- lo tomó de la cintura y lo levantó moviéndolo a horcajadas sobre su cuerpo sin ninguna dificultad. Lo cargó hasta la pared y lo apoyó en ésta empujando dentro de él desde esa posición, el peso de Carlo ayudó para que el enorme miembro de su pareja entrara un poco más en el volviéndolo loco de nueva cuenta.

La mirada de Carlo estaba perdida y solo gemía cual muñeca rota, solo movida por el enorme alfa a su antojo.

Quizá un Anton normal podría haberse controlado pero en el calor del acoplamiento había perdido por fin el control que siempre tenía, solo podía pensar en joder ese hermoso cuerpo, mordelo, marcarlo.

Carlo estaba tan lleno de Anton que el semen se escurría entre sus nalgas en cada embestida y aun así no parecía tener suficiente.

-Ah...ah....si...si... muérdeme más...- deliró.

Al día siguiente Carlo despertó cansado en la enorme cama del sótano, tenía marcas de mordidas por todo su cuerpo y había semen casi en toda su piel blanca.

-Gm... -escuchó un gemido cómodo tras él y apenas giró ligeramente el rostro para descubrir que su pareja estaba ahí, en su forma completamente humana abrazándolo fuerte contra su pecho. Sonrió, tenía los ojos nublados aún y se acurrucó contra él buscando su calor más y más. Anton no tardó en despertar y no necesito más, un beso llevó a otro, Anton le cargó al baño y lo limpió a fondo, jugueteando con su cuerpo.

El sexo no paró en los próximos cinco días, Anton tenía una imaginación muy activa y no se contuvo al usarla. Carlo probó todos los tipos de amarres posibles y fue jodido en todas las posiciones conocidas. Carlo cambió de un muchacho que no pasaba de la posición de misionero a un esclavo sexual sumamente receptivo.

Anton estaba embelesado con su dulce humano, el lobo era un pervertido y adoraba ensuciar a su cachorro pero de alguna manera éste parecía no perder su pureza, aún en medio de aquel torrente de sexo salvaje todavía tenía aquellos ojos verdes limpios y honestos, cuando se acurrucaba al dormir era dulce y simplemente no sabía cómo carajos cada día estaba más y más metido en su corazón.

Anton estaba seguro de que su suerte navideña había sido la mejor aquel año y pronto sería el mejor inicio de año de su vida. Pero el celo de Carlo estaba por terminar y quizá, las cosas no fuesen tan fáciles como Anton creía.

2 comentarios:

  1. No, no, no, no!!! porque me dejan toda ansiosa con ese final? espero que Carlo no quiera huir de las garras del lobo jeje
    Gracias por el capi, besosss

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  2. espero el próximo cap. gracias por compartir todas tus historias, no me pierdo ninguna, te deseo un feliz 2019 y que se cumplan todas tus metas, besos, bye

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