lunes, 5 de marzo de 2018

Cinderella 6-7-8


Capítulo 6



Desya había pasado las ultimas semanas debatiéndose entre mantener su orgullo o volver una última vez a aquella torre en palacio, por suerte su orgullo había prevalecido. Era justo eso lo que pensaba viendo una copia del último decreto real. Parecía que el mocoso de la realeza no había podido soportar la soledad de las últimas dos semanas y ahora buscaba desesperadamente una esposa. Frunció el ceño con enfado y arrugó el papel en sus manos.


Apenas Desya lo apartó, la puerta de su oficina se abrió de golpe dejando ver a una elegante mujer con una expresión emocionada en su rostro.

-¡Desya!- gritó en un eufórico saludo.

Desya observó a su madre y el buen humor de ésta no hizo sino empeorar el suyo, para que su madre olvidara el enojo con él y apareciera directo en su oficina... no auguraba nada bueno.

-¿Qué sucede madre?- preguntó tranquilamente pese a su mal humor.

-Quita ese rostro muchacho, pareciera que no te alegra ver a tu madre- lo regañó casi poniendo mala cara, pero enseguida se obligó a volver a sonreír simulando que no notaba el mal humor de su hijo-. Muchacho muchacho muchacho, el cielo nos sonríe- anunció y Desya levantó una ceja ante tal afirmación- ¿es que acaso no te has enterado? – preguntó asombrada.

Desya suspiró internamente.

-Ilumíname madre- pidió sereno.

-¡El príncipe! ¡El príncipe heredero busca una esposa entre las jóvenes de la capital ¿te das cuenta de lo que eso significa?

Desya pensó que eso significaba que era un bastardo que había solo jugado con él cual gato con el ratón, pero supuso que no era la respuesta que su madre esperaba.

-¿Qué significa?- cuestionó pacientemente.

-¡Nuestra bendición!- anunció- si el príncipe esta buscando esposa entre las jóvenes de la capital ¿quién más sino tu hermana puede ser la elegida?- preguntó y después soltó una carcajada dichosa- ya puedo verme viviendo en palacio, sin limitaciones absurdas y con la vida que en verdad merezco- fantaseó.

Desya ni siquiera se molestó en sentirse dolido por la insinuación subyacente en aquella afirmación. Sabía perfectamente que su madre creía que el le daba una vida mediocre indigna de ella, pero había aprendido a sobrellevarlo.

-Dale mis felicitaciones a mi hermana por anticipado- habló decidiendo que no valía la pena explicarle a su madre que además de su hermoso rostro, su hermana no tenía ninguna ventaja frente a las nobles señoritas de cuna de oro, que seguramente estarían al acecho de la vacante a princesa.

-Por supuesto, por supuesto, pero no se puede lograr ser una princesa solo con talento y belleza- afirmó y Desya estaba de acuerdo-. Tu hermana necesita presentarse como una princesa al baile de selección. No me es suficiente la misera asignación que me das, necesito comprarle un vestido digno de una reina, zapatos, joyas ¡la lista es inmensa!- se veía sofocada solo de mencionarlo.

Desya frunció el ceño, la situación estaba mejor pero aún no les sobraba el dinero. Sin embargo tratándose de su hermana él podía soportar un trago amargo y soltar solo por esta ocasión una suma considerable de dinero. Tenía el que Maximillian le había dado. No había tocado una moneda en los últimos dos meses así que la suma era considerable, tenia doscientas monedas de oro. Él podía incluso renunciar a la mitad. Eso debería ser suficiente, no quería quedarse sin ningún respaldo, el viñedo no estaba lo suficientemente estable como para confiarse.

-¿Cuánto necesitas?- pedir cien monedas de oro para su atuendo ya se consideraba extravagante entre las familias nobles, por lo que Desya confiaba en que su madre pidiera alrededor de esa cantidad escandalosa.

-Trescientas monedas de oro para comenzar- soltó sin ningún reparo. Desya se atragantó con su propia saliva al escuchar la cantidad ¿Qué clase de duque creía su madre que era él?

-Imposible, es demasiado- negó tras superar la sorpresa, aunque como esperaba la negativa no cayó nada bien en oídos de su madre.

-¡¿Cómo puede ser eso demasiado?!- preguntó escandalizada- estamos hablando de las posibilidades de tu hermana de convertirse en una princesa ¿cómo pueden ser trescientas monedas de oro demasiado? ¡Es apenas suficiente!- Desya se masajeó las sienes. Ni siquiera quería pensar en lo extraño que era que su madre estuviese tan ansiosa por casar a su hermana con el hombre que había sido casi su amante dos semanas atrás, en verdad que no quería pensar en ello así que se centro en el asunto del dinero.

-Una princesa puede permitírselo, desde luego, pero Serena no es una princesa y desde luego yo no tengo semejante cantidad- explicó lenta pero firmemente.

-¿Cómo es posible que no la tengas? No creas que no sé que has llenado de lujos a esos asquerosos esclavos que trabajan para ti ¿son ellos más importantes que el futuro de tu hermana y mío?- reclamó, no paso desapercibido para Desya que al mencionar el futuro su madre desde luego no lo incluía a el. No es que le sorprendiera.

-Lo que uso para darles eso que llamas "lujos" a TODOS ellos no usa ni la tercera parte de lo que te doy a la semana ¡¿cómo puede ser eso calificado como lujo?!- gruñó y por primera vez levantó la voz a su madre. Notó que ésta estaba por comenzar a gritarle y levantó una dedo amenazante- ¡Esta conversación termina aquí!- sentenció de pie tras su escritorio con el ceño fruncido- Estoy dispuesto a darte cien monedas de oro para esta loca fantasía tuya, pero ni una moneda de cobre más. Tómalo o déjalo, si no te parece suficiente bien puedes ir a conseguirlo a otro lado. Pero te lo advierto madre, he retirado mi respaldo a cualquier solicitud que hagas al banco o prestamistas, así que espero que el nombre de la "Condesa" sea suficiente para conseguir lo que quieres.

La madre de Desya apretó los labios ¡tenía tantas cosas que gritarle a aquel hijo infiel! Pero al mismo tiempo no podía hacerlo. No, no si quería que su hija se convirtiera en una princesa. Podría tratar con ese chiquillo después.

-Está bien...- la mujer uso cada fibra de voluntad dentro de su cuerpo para mantener la calma y contestar- tendremos que conformarnos con... esa cantidad- expresó entre dientes, cada palabra llena de ira.

Desya volvió a sentarse pasando saliva para recuperar la calma.

-Envía a la sirvienta de siempre más tarde, tendré el dinero preparado para ustedes- anunció ya con tono calmado, aunque no tuvo respuesta, su madre simplemente salió de la habitación con el rostro lleno de indignación. Tenía que conformarse con aquellas miserias por ahora. Pero no importaba, en cuanto su pequeña se convirtiera en princesa no tendría que depender más de aquel maldito muchacho. Era posible que su sangre corriera en aquellas venas, pero sin duda ese ingrato no se parecía en lo mas mínimo a ella, de pies a cabeza era la viva imagen de aquel infeliz con el que años atrás se había casado, convencida de que un conde podría darle la vida que merecía... que equivocada había estado.

Desya se dejó caer en el respaldo de su sillón aliviado de que su madre ya no estuviera en la habitación. Al calmar su enojo lo que vino después no fue la ansiada paz, sino un desagradable sentimiento de soledad y abandono, parecía que no era alguien importante para nadie. Sus empleados le apreciaban como su patrón, pero tenían sus vidas completamente ajenas a él. Su madre lo menospreciaba, sospechaba que su hermana lo repudiaba y aquel príncipe que había actuado como si lo anhelara más que al aire... simplemente había pasado página y estaba por casarse.

-Vaya suerte la tuya Desya- murmuró en la soledad de su habitación con la voz cargada de tristeza.


Capítulo 7






La misma tarde de la discusión con su madre Desya le envio con su sirvienta de confianza las 100 monedas de oro que le habia prometido. No supo mas de su madre después e eso, aunque se entero de las compras que se dedico a hacer. Un vestido plateado hecho medida, llamativo y brillantes de 40 000 monedas de plata, un collar de zafiros de 35 000 monedas de plata, zapatos de 20 000 monedas de plata y 10 000 mas usado en maquillaje y peinado. Al parecer su madre se las habia arreglado para cubrir el exeso de 5 000 monedas de plata, probablemente vendiendo algunas de sus joyas por el bien de su buen futuro.

Una semana rapìdamente, felizmente para las “damas” y tortuosamente para Desya, que daría lo que sea por no tener que asistir a palacio esa noche.

La noche del baile Desya se vio a si mismo sentando en una carroza de camino a palacio, estaba todo vestido de negro y una cinta como mascara cubriéndole los ojos y amarrada en su nuca, muy lejos del llamativo y ostentosos vestuario de su hermana.

—Entonces dices que quieres que me quede en el carruaje?— Desya pregunto con total calma a su madre. Esta estaba elegantemente vestida y de antifaz brillante, estaba sentada a su lado simplemente por que el vestido de su hermana no permitia que ambas se sentaran en el mismo lado del carruaje.

—El edicto del rey dice que la familia del joven o señorita que no asista será castigada y Serena no va a perder su gran oportunidad de ser princesa por tu culpa— la mujer habló con desprecio y Desya solo miró por la ventana del coche— asistirás, solo que no saldrás del coche, eso no está contra la ley. Tampoco podemos dejar que te vean con nosotras con ese horrible atuendo que escogiste, no poder entrar es tu propia culpa— le regaño, lanzando la culpa sobre desya como si eso hiciera que este no pudiese oponerse a sus palabras.

Desde luego en la mente de la “condesa” las razones para no dejar que Desya entrara al baile estaban lejos de ser por miedo a ser avergonzada. Si el príncipe había pedido que tanto jóvenes como señoritas asistieran quería decir que gustaba de ambos… no iba a permitir que su pequeña niña perdiera la oportunidad de su vida… Desya poseía una belleza andrógina que bien podía atraer al príncipe, por su parte, ante lo dicho por su madre el joven rodó los ojos… como si tuviera ganas de asistir a una fiesta hecha en honor de aquel… maldito príncipe engreído de cuarta… frunció el ceño al recordarlo, no quería volver a verlo en su vida, solo pensar en él le daba dolor de cabeza, recordar aquel rostro… aquellos ojos…¡¡¡¡carajo, realmente lo detestaba tanto!!!!

-tranquila madre-,la calmo mientras jugaba con el emblema de la familia en sus dedos. El necesario para indentificarlos y dejar pasar su coche en las puertas de palacio como invitados nobles- tampoco tengo deseos de entrar. No interferiré en el camino de mi hermana- aseguro logrando que ambas mujeres colocaran una exprecion de orgullo y superioridad en sus rostros maquillados.

El coche aparcó frente a Palacio y su madre y su hermana bajaron entrando a lo que seguramente sería una fiesta llena de jóvenes aspirando a la corona, solo al engreído ese se le ocurría decir que escogería pareja esa noche, una pareja no se escogía como se escoge una tela, maldición.

-tendras lo que mereces- murmuro viendo la fachada de palacio a travez de la ventana, no importaba a quien escogiera el príncipe esa choche, Seguramente sería alguien tan superficial como el.

Desya le indico al cochero que dejara el coche con los de los demás nobles, y se tomara un descanzo con los demás sirvientes. Estos tenían su propia pequeña fiesta en el patio menor de palacio.

Desya decidio quedarce tranquilamente en el interior del coche sin saber lo que su ausencia ocacionaba en el interior del salor de palacio.

Dentro de la fiesta Maximilian caminaba fastidiado entre los invitados, ya estaba harto de evadir a los nobles que querían presentarle a sus hijas, o de los jóvenes que “discretamente” intentaban acercase, pero ¿dónde estaba ese Ladronzuelo? ¿Acaso no había asistido? Bufó con fastidio “te estas escondiendo de mí, cobarde” anduvo un par de minutos más entre los invitados y finalmente decidió salir del salón malhumorado con aquella situación…

—Su alteza… — una mujer castaña le salió al paso y sintió deseos de quitársela de enfrente, no tenía ánimo para más invitaciones— permítame presentarle a mi hija, su nombre es Serena— la muchacha que apareció frente a él, fue una joven de cabellos castaños y por lo que podía ver tras el antifaz ojos iguales, era bonita… pero lo que realmente llamo su atención, fueron sus rasgos… se parecía a aquel tipo… se quedó ensimismado viéndola hasta que la joven cometió la torpeza de abrir la boca.

—Buenas noches, príncipe— la joven hizo una reverencia sonriéndole encantadoramente y el parecido se esfumó, esa muchacha no tenía ese brillo en su mirada, le faltaba el fuego que había visto en aquella expresión y en aquellos ojos.

—Buenas noches— contestó educadamente— discúlpeme, pero estaba a punto de salir, con permiso— y dicho esto pasó por su lado, con la frustración que se cargaba ser más amable había sido imposible, nada más salir se quitó aquel estúpido antifaz, vestía una camisa blanca de holanes, pantalón negro y botas altas, todo en conjunto con una chaqueta negra que dibujaba el cuerpo de un joven alto en la cúspide de su vida, de elegantes formas, su silueta se antojaba misteriosa y hermosa— no vino…— apretó el antifaz entre sus manos al momento que vislumbro algo; un joven estaba de espaldas frente a una de las fuentes de palacio…aquella silueta…

Maximillian observó fijamente y lo vio de perfil, era él… era ese maldito ladron que se había atrevido dejarlo, lo vio meterse a un carruaje y sonrió automáticamente caminando decidido.

Desya había salido un momentoanciando un poco de aire fresco, pero el temor de encontrarse con ciertos ojos azules lo hizo regresar a donde estaba más seguro.

—Demonios ¿cómo es que termine escondiéndome de esta manera?— se preguntó a si mismo al tiempo que la puerta del carruaje se abría dejando entrar a quien menos quería ver.

—Así que no me equivocaba, te estabas escondiendo de mi— una sonrisa entre satisfacción y soberbia se dibujó en los labios del castaño— al final no eres más que un cobarde…— adelantó una mano aprovechando la sorpresa del rubio y casi arrancó su máscara descubriendo los que en verdad eran los rasgos más bellos que recordaba haber visto— Así que esta es la cara del ladrón…— Desya reaccionó de repente a lo que estaba pasando.

—No entiendo de que me habla, señor— Desya sinceramente no creía que el truco de “no soy yo, me confunde” funcionara a esas alturas pero no tenía nada que perder con intentarlo.

La risa divertida del príncipe inundó el carruaje volviéndose una carcajada— ¿me crees tan estúpido? Despues de Seis meses crees que no puedo reconocerte solo por que la mascara es diferente?— dijo lo último tomándolo de la barbilla logrando que los ojos de Desya chispearan de ira dándole un manotazo para que lo soltara.

—tiendo a creer cosas que no son— replicó ganándose una sonrisa de Maximilian.

—Entonces aceptas que fuiste tú— Desya apretó los labios.

—Aunque diga lo contrario no me creeras ¿no?— levantando el rostro altivo y Maximilian solo lo miró poniendo una expresión cruel en el rostro.

— Te he atrapado ladronzuelo, esta es mi victoria—. Desya palidecio al entender a que se referia- ya que no estabas interesado en ser mi sirviente – tomo la muñeza de Desya sujetándolo fuerte, mostrándole que no lo dejaría escapar- entonces te hare mi esclavo.

-ese juego termino- desya gruño jalando la mano, intentando zafarce pero no logro que Maximillian lo soltara- no tengo que aceptar nada- forcejeo.

Maximillian solto una pequeña carcajada cinica.

-crees acaso que tienes opción, ya olvidaste la pena que pesa sobre tu cabeza? Creo que mencione el destino nque te esperaría si te oponías a mi.

Desya apretó los labios dejando de forcejear centrando los ojos en el rostro ajeno. Como era posible que no supiera a lo que se referia? El era un conde, desde luego sabia como se castigaban las ofenzas a la corona.

— ¿Sabes algo? Eres como un animalito salvaje…— MAximillian le acarició el rostro con cierta fuerza, como marcando su territorio— tus ojos salvajes… tu expresión rebelde…— sonrió con lujuria— tengo que poseerte, tengo que tenerte— los ojos de Desya centellaron más aun— eso es… quiero poseerte mientras esos ojos encendidos me miran—Desya le apartó la mano.

—Primero muerto que ser su juguete— Maximilian sonrió aún más al ver esa testarudez, esa pasión. Ya lo sospechaba, aquel maldito ladron se habia marchado cuando habia ofrecido volverlo su sirviente de cama. Ahora que lo tenia a su alcance esa reacción lo encendia un poco mas. En aquellos seis meses siempre peleaban, sus encuentros siempre habían sido apacionados, quizá pensar que dócilmente seria su sirviente de cama habia sido demasiado fantasioso para el.

—Puedo hacer que te refundan en las mazmorras de palacio, te quitaré todo vestigio de dignidad y orgullo, te torturaran, haré que tu dignidad llegue hasta los más bajos limites, hasta que supliques una oportunidad para que te deje en paz, haré que tu familia sufra humillación por tu causa…— Desya lo miró con ira.

— ¿Para qué tanto? Pague por una maldita prostituta y déjeme en paz— furioso y ahogado en la impotencia. Lo realmente frustrante era que aquello no fuese sobre el dinero, era simplemente por que ese imbécil se habia encaprichado con llevarlo a la cama, incluso cuando estaba apunto de casarce aun se atrevia a buscarlo.

—Ya pagué por una-Maximilliam aun estaba enfadado por la forma en que aquel ladron simplemente lo habia lanzado a un lado sin dudarlo, por lo que no dudo en ser hiriente- solo que se llevó el dinero, salto por mi ventana y desapareció de mi vista, ahora quiero que cumpla con su trabajo— a Desya los ojos le centellaron de ira e indignación, se cristalizaron con impotencia, pero eso no ablando el corazón de Maximilian. Despues de su ultima noche juntos no había pasado día sin que su obsesión por aquel muchacho creciera más y más, lo necesitaba, necesitaba domarlo… sentirlo sumiso ante él, necesitaba estar entre sus piernas y marcarlo.

—tu…- Desya tuvo que tragarce su indigacion, después de todo ¿que derecho tenia a decir nada cuando era ya un ladron cualquiera?



Pese a su propio cargo de consiencia desya no estaba resignado, asi que aunque internamente sentía que Maximillian estaba en su derecho de humillarlo, aun no era tan suave como para aceptarlo.



—ah…esa mirada de nuevo- maximillian estaba encantado de ver aquel rostro enfadado, aquellos ojos encendidos que casi temio no volver a ver-en verdad eres un animalito salvaje- se burlo lleno de deleite acercándose mas a desya, casi acorralándolo contra la puerta del coche- uno que tengo que domar— murmuro y el enfado y resentimiento de desya solo aumento.



—Esta bien — acepto lentamente diciéndose que debía ser intelicente y retroceder para avanzar— si quieres tenerme te dejare— Desya miró con decisión a Maximilian y este se movió lentamente acorralándolo contra la puerta, colocando una mano en la cintura ajena. Desya llevo sus dedos a la camisa que llevaba puesta y voluntariamente despunto los primeros botones mostrando su piel lechosa a su captor-.Tu lo haz dicho…ya lo pagaste asi que…- dejo la frase en el aire.



— ¿Aquí?— ante el manjar tan esperado exponiéndose frente a el, maximillian bajo inevitablemente la guardia cegado por la tentacion.



— ¿Qué importancia tiene? Después de todo este carruaje no es mío— era mejor que Maximilian no supiera que ese carruaje era de su familia, así quizá podría ganar algo de tiempo. Despues de todo era obvio que el príncipe no lo habia reconocido, el después de todo era solo un conde de nombre, el titulo real aun estaba en posecion de su padre, por lo que el no participaba en los asuntos de la corona.



— ¿También robas carruajes ladronzuelo?— pregunto al tiempo que lo tomaba por el cabello haciéndolo acercarse a su rostro.



— ¿Importa? – le reto y Maximilian observo su comportamiento obstinado sumamente complacido.



—Eres un perro rebelde que no comprende que ya tiene amo— sonrio jalando la cabeza ajena hacia atrás, mordiendo levemente su cuello blanco disfrutando del temblor que esto causo en el otro que se estremeció por completo ante aquel toque en su piel pálida y delicada.



Desya se sintió sobresaltado la caricia que aunque esperada le estremecia, su mano tanteó en la puerta del carruaje buscando la manija, la mano le temblaba, ese príncipe engreído estaba besando su cuello, acariciando la piel sensible con sus labios, sintió la mano de Maximilian viajar por su vientre acariciándolo y se estremeció aún más… sus mejillas se habían sonrojado, el habia intentado convencerse a si mismo de que aquel príncipe no tenia mas influencia sobre el, perop llegado a ese punto como podría su cuerpo virgen no reaccionar por el hombre que durante medio año habia llenado sus fantasias?



—Estás temblando ladrón—rió ante la reacción tan distintiva del rebelde muchacho— siempre he pensado que pareces un virgen…— Desya giró el rostro, tenía ya la manija de la portezuela del coche en sus manos, pero los dedos no le respondían, solo tenía que girarla y escapar, pero no lo hacía— Qué es esto…— Maximilian giró el rostro de Desya con cuidado hacia él, aunque este siguió evitando su mirada, rió de nuevo— ¿En verdad eres virgen ladronzuelo?



—Eso es algo que no te importa— enfadado estúpidamente ¿que tenia de malo ser virgen? Eso no era una vergüenza…



—no dejas de sorprenderme cachorro— murmuro y acercó sus labios a los de Desya, buscando uno de los besos que tanto extrañaba. Así que su ladronzuelo era virgen… una extraña satisfacción invadió su cuerpo y degustó aquellos labios como si del más exquisito manjar se tratara.uno que era y seria solo suyo-no te preocupes ladronzuelo- susurro contra sus labios acariciando la espalda ajena por debajo de la camisa-voy a enseñarte cada cosa sobre el placer que puedes tener en la cama- prometio mordisqueando el cuello ajeno, marcándolo cual adolescente encendido.

Desya reacciono solo ante la voz arrogante de su compañero y se recordó por que no podía quedarce a su lado. Ese sujeto lo veía como nada mas que un cuerpo a joder. Sun dudarlo mas abrio la puerta del coche y usando el segundo de confusión en del príncipe salio corriendo del coche. Maximillian no tardo demasiado en reaccionar y aunque lo siguió rápidamente apenas y logro alcanzarlo para verlo entrar a la negrura del bosque donde le perdió por completo el rastro.

Desya inconcientemente habia escapado hacia el área que mejor conocía, la que Maximillian habia dejado concientemente desprotegida para permitir que su ladron se moviera con libertad cuando lo visitara, se arrepentia en esos momentos de no haberse tomado el tiempo de revocar aquella orden.

-maldicion!!- Maximilliam gruño, pero desgraciadamente no existe la cura para el arrepentimiento.

Sin ninguna otra pista presente Eel príncipe volvió al coche del que su ladronzuelo habia huido esperando encontrar alguna pista que le guiara a el. Lo primero que noto fue el escudo de armas en el carruaje, era el escucho de una familia noble, no habia demasiado mas y maximilliam nuevamente se reprendio por bajar la guardia tan fácilmente.

—Demonios…— siguió buscando alguna pista con la mirada ¿cómo es que ese ladronzuelo se le había perdido tan rápido? Algo brilló a sus pies y lo recogió— esto… -jugueteo con la pieza en sus manos, aun agachado en cunclillas en el suelo-. Era esto lo que buscabas? O realmente es tuyo.. –reflexiono y volvió a mirar el escudo de armas en el coche-.Veamos que tan ajeno eres a esto…

El príncipe se puso de pie de mejor humor y tomo la mascara que habia sido olvidada en el carruaje, si el ladronzuelo estaba relacionado con aquella familia seria pan comido averiguarlo.

— voy a encontrarte perro callejero…— murmuro con confianza mientras volvia al palacio. -voy a encontrarte y a domarte, te volveré un cachorro dócil en mis manos…—prometió seguro de sus palabras.


 

Capítulo 8





El día siguiente al baile se hizo el tan esperado anuncio, el príncipe había encontrado a la persona que compartiría con él su vida. Para frustración de las jóvenes del reino, el príncipe no quería revelar su identidad aún.



Aquella tarde el carruaje de palacio salió por la capital, era obvio que el príncipe iría en busca de su princesa, la pregunta era ¿de quién se trataba? El carruaje pasó por todo el lugar, no parecía tener intención de detenerse en ninguna de las casas nobles, salió del pueblo y pasó por varias casas de familias ricas que vivían en las afueras, pero para desilusión de éstas tampoco hizo amago de detenerse ahí.



—Exactamente ¿a dónde crees que vas hijo? Tanto misterio comienza a ser fastidioso…— el rey estaba sentado a un lado de su hijo mayor observando las casas de nobles y sirvientes pasar. No estaba jugándole una de sus tretas para evitar casarse ¿verdad?- Maximilliam, diste tu palabra- le recordó.



—Encontré a alguien padre… — “una cachorro que amaestrar…”— vamos a la última casa del pueblo, a la mansión de los Friggs— el rey lo observó y por un segundo un brillo de reconocimiento pasó por sus ojos.



—Ellos perdieron el condado pero aún son una buena familia…he escuchado que la hija de los Friggs es una señorita en verdad preciosa y en edad casadera…- tanteó el terreno, pero no vio reacción alguna- aunque creo que también tienen un hijo, aunque oficialmente el título de conde pertenece aún a su padre, es conocido entre la gente como uno…-comentó prestando atención al leve interés que sus palabras parecieron levantar en el príncipe- todos saben que tarde o temprano el título será suyo…—el rey entrecerró los ojos. Maximillian tenía la mirada en la ventana, fingiendo que no lo escuchaba pero ¿cómo un padre no podía notar las ansias de su propio hijo por saber más?— un joven… rubio me parece…— el rey miró con detenimiento la expresión de su hijo, la mención había logrado un cambio en su expresión.

Quién lo diría…



El carruaje se estacionó frente a la mansión de los Friggs y un sirviente salió a recibirlos.





—Mamá ¿no deberíamos salir nosotras?— dentro de la mansión, Serena se arreglaba el cabello frente a un espejo ansiosa por salir.



—No hija, no debemos parecer tan interesadas, haz como si no supieras que el príncipe está interesado en ti— Serena sonrió frente al espejo.



—No darse cuenta es imposible, madre… ¿notaste cómo me miraba anoche?— Serena sonreía soberbia y su madre la imitó.



—Se quedó ido observándote hija…— sonrió orgullosa de su pequeña, en ese momento una muchacha de servicio entró.



—¡¡Señora, señora!! El joven Desya llegó y parece estar discutiendo con el príncipe— informó alarmada, creyendo que pese a los roces aquella mujer aun era una madre y que en el fondo podía preocuparse por su hijo.



La madre de Desya frunció el ceño automáticamente ¡eso podía arruinarles todo! salió rápidamente de la casa seguida por Serena y se encontraron con la imagen del joven rubio siendo sostenido del brazo por un joven alto de cabellos castaños e impresionantes ojos azules que miraban fijamente al rubio sin que pareciese intimidarse por ello, no parecía una plática amistosa, definitivamente no…



— ¿Así que eres Desya Friggs?— Desya intentaba zafarse de su agarre.



— ¿Cómo me encontraste?— Desya había confiado en que Maximilian no lo relacionaría con la olvidada familia Friggs, sabía que su retrato no entraba entre los registros de la nobleza. Y ciertamente también creía que con su boda en puerta Maximilliam simplemente dejaría pasar el asunto para otro momento. Creyó tener más tiempo para cubrir sus espaldas.

Maximillian sonrió con autosuficiencia.



—Deberías cuidar mejor tus pertenencias— mostrándoosle un broche, insignia de la familia Friggs, había buscado los retratos de la familia en los registros de la nobleza y aunque el de Desya no aparecía estaba registrado que había un hijo varón dos años mayor que él, eso podría no haber sido suficiente para estar seguro de que su ladronzuelo era Desya Friggs pero había estado completamente convencido después de ver el retrato de su padre en sus años de juventud, simplemente eran demasiado parecidos.



—Su alteza…— la voz de su madre los interrumpió— dígame ¿qué ha hecho este muchacho para ofenderlo? Yo… su alteza he intentado inculcarle modales pero… le aseguro que será castigado—sentenció con un suspiro, como si no fuese la primera vez que Desya la metiera en problemas. El muchacho vio a su hermana y ésta desvió la mirada rápidamente. Desya apretó los puños, le estaban dando la espalda para salvar su pellejo.

Maximilliam frunció el ceño internamente confundido por la actitud de aquella mujer ¿Así actuaba una madre?

-Usted sabe lo que su hijo ha hecho ¿cierto?- preguntó con una leve sospecha de lo que sucedía ahí.

-Su alteza…- la mujer palideció y se llevó las manos al rostro y después de unos segundos su aún atractivo rostro se llenó de lágrimas- su alteza… sospechaba de lo que sucedía pero no fue sino hasta esta mañana que descubrí que el que crie como un hijo se había convertido en un vulgar ladrón- confesó entre sollozos lamentables-. Aunque lo criamos como parte de esta familia…- enseguida apretó la mano contra los labios como si recién notara lo que estaba diciendo.

Desya estaba completamente en shock observando la espléndida actuación de su madre. ¿Ahora pensaba negar incluso que compartían la misma sangre?

-¿Está diciendo usted que este muchacho no es su hijo?- Maximilliam apretó el brazo ajeno con una sonrisa amplia que no llegó a sus ojos.

-¡Madre!- serena la reprendió, como si acabara de decir algo espantoso- aunque… aunque no lleve mi sangre él aún es mi amado hermano- anunció. El rostro de la adolescente estaba cubierto de preocupación y ternura, terriblemente hermosa y pura. Desya sintió que vomitaría solo de ver su actuación.

Maximilliam se preguntaba qué tan estúpido creían aquellas mujeres que era ¿cómo podían sacar un cuento tan ridículo de la nada?

El príncipe observó en silencio a ambas mujeres, con expresión de no poder creer lo que veía y su gesto fue malinterpretado por la joven adolescente confundiéndolo con admiración.

-Su alteza, por favor- la chica repentinamente se inclinó ante el príncipe- no lleva mi sangre pero aún es mi hermano, por favor perdone su vida.

Una joven tan hermosa, con sus sonrosadas mejillas húmedas por las lágrimas y sus tiernos labios temblando, tan delicada, frágil y perfecta. Una imagen que sin duda podría mover el corazón de los caballeros, desgraciadamente no era el caso de Maximilliam.

-Una joven tan noble…- murmuró con un toque de burla que la aludida no notó. Después volvió la mirada a la madre- señora, tengo entendido que su hijo está por heredar en un año más el titulo del Conde Friggs. Sin una línea de sangre directa me temo que eso será imposible.

La mujer bajo la cabeza y asintió humildemente.

-Somos conscientes de ello su alteza, muchas veces hemos querido notificar a la corona de que no existe un heredero pero…- dirigió su mirada triste a Desya y suspiró- mi muchacho… él…-apretó los labios.

Serena se levanto rápidamente sujetando a su madre por los hombros.

-¡Madre!- la consoló- su alteza, no pretendíamos engañar a la corona.. solo…- le dedicó una corta mirada de miedo a su hermano y bajó la cabeza- solo mi hermano puede visitar la corte sin una invitación… no podíamos hacerlo- murmuró lanzando silenciosamente la culpa sobre Desya una vez más.

Maximilliam estaba realmente asombrado con aquellas dos mujeres. ¿era posible que fuesen alguna estrella de teatro con tan maravillosa actuación?

-Su alteza… no sabemos cuántos más crímenes ha cometido este muchacho. Pero aunque no me respete como su madre aún lo quiero como uno, por favor… si pudiese… si pudiese no ser tan severo.

No es que aquellas mujeres quisieran proteger al muchacho, era simplemente que temían que si el castigo fuese muy severo las alcanzara a ellas también.

-Si no puede tener piedad de esta mujer adulta- habló la condesa refiriéndose lastimosamente a sí misma- por favor tenga piedad de mi pequeña- explicó volviendo la mirada cariñosa a Serena- si un escándalo explota ¿cómo podría mi buena niña encontrar un buen marido algún día?- preguntó específicamente queriendo llevar la atención del príncipe al punto importante. ¿No quería acaso el mismo tomar a su niña como su esposa? Con eso en mente, cualquier problema con Desya era simplemente insignificante.

Maximilliam parpadeó un par de veces notando la repentina tímida actitud de la muchacha tras hablar de matrimonio y cómo se sonrojó virginalmente tras verlo y bajar la mirada. Solo entonces notó algo aún más descabellado que toda la farsa anterior.



¡Esas mujeres creían que él estaba interesado en esa niña!




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