Capítulo 18
Basil gemía con el rostro contra el colchón
y las caderas en alto. Jason se movía dentro de él como un poseso buscando el
que ni siquiera recordaba qué número de orgasmo sería. Cuando le había dicho
que le tendría con las piernas abiertas hasta que Andreas regresara no había
sido una exageración, y menos cuando le había costado tres semanas encontrar a
alguien que le sustituyera en el trabajo y arreglar todos los trámites legales
necesarios, lo cual había sido inútil pues el trabajo casi estaba terminado y
había decidido hacerlo él, Allon no se había presentado por ahí así que Jason se
había mostrado “accesible”, había sido
casi un milagro, por supuesto no era así en esos momentos, las dos semanas que
tendrían a solas antes de tener que ir a recoger a Andreas se había reducido a
una por el trabajo de Jason, aunque la semana que les quedó… bueno… no había
salido mucho de la habitación.
—Ja…Jason no puedo más… Ja…Jason tenemos que ir a
recoger a Andreas— felicitándose por poder recordar a su hijo en medio de aquel
torrencial azote de placer.
—Tenemos tiempo— jadeó golpeando un punto que hizo que a Basil la
cabeza se le pusiese por completo en blanco.
Cinco horas más tarde estaban en la entrada del
campamento de Andreas.
—Me dijo que actuaría con otros niños. Parecía
animado la última vez que hablé con él— Basil pensó que él no había podido
comunicarse con su niño. Jason había ido a ver a Andreas a mitad del campamento,
cuando el aún estaba en París.
—Lo extraño— murmuró, pero no se dijeron nada
más, en realidad no muchas cosas habían cambiado entre ellos, caminaban uno al
lado del otro y “fingían” bastante bien. Jason le había dicho que anunciaría la
boda en cuanto Andreas volviera a casa y solo después de decírselo al niño,
pero los trámites y arreglos ya estaban en marcha, Basil se sentía como en
medio de un tifón, arrastrado y sin saber a dónde iba o cómo tomar su propio
camino, se sentía… algo perdido…
—¡¡¡Papi!!!!—Basil escuchó la voz de su pequeño y
se giró por instinto hacia el lugar del que provenía, vio a una bolita de pelo
rubio abalanzarse sobre él y lo recibió en brazos apretándolo contra su pecho,
lo había extrañado, Dios, cómo lo había extrañado. Jamás había estado tanto
tiempo alejado de su pequeño desde que Anna lo había dejado en su casa.
—Oh, Dios. Mi niño, no sabes cómo te extrañé, no
volveré a enviarte a un campamento en mi vida— sonrió besándole el rostro— Nunca,
nunca, nunca ¿me oyes?— Andreas rió gracioso en sus brazos.
—Pero quiero venir al siguiente, papi— dijo
alegremente y Basil hizo un puchero de mentira.
—Prefieres el campamento que a mí— Andreas le vio
con los ojitos brillantes.
—Tú también mereces un descanso, papi— y Basil le
sonrió pensando que no necesitaba ningún descanso, él era feliz de tenerlo a su
lado todos, todos los días, pero se alegraba de que su hijo lo hubiese pasado
bien.
—Jason…— cuidando llamarle por su nombre y
esperando sonase con cariñosa familiaridad frente a Andreas— …me dijo que participarías en algo hoy,
estoy esperando verlo— y Andreas asintió viendo luego a Jason.
—Al final ya me sale— dijo y Jason le sonrió.
Basil se sintió algo excluido, su sonrisa no pareció sincera en esos momentos,
pero Andreas, que regresó con sus compañeros no lo notó.
—Está feliz— habló Jason, viendo la repentina
actitud del rubio, parecía preocupado por algo, aunque no lograba adivinar por
qué.
—Jm…— sonrió con algo de ironía— Se ha encariñado
rápidamente contigo… pronto no me necesitaras aquí ¿no es así?— habló con cierto
reproche y Jason vio al frente, no dejaría que notara lo que ocurría dentro de
él.
—¿A qué viene eso? Voy a casarme contigo ¿no? –
Basil sintió el anillo dentro de su chaqueta, no lo usaba, no quería que se
crearan rumores de la boda antes de tiempo, aunque seguro el escándalo ocasionado
no sería mayor que cuando Jason había demostrado públicamente y sin vergüenza
que eran pareja.
—¿Por qué?— preguntó por primera vez— Creí que te
ibas a deshacer de mí en cuanto Andreas no me necesitara… ¿por qué te casas
conmigo?— Jason luchó porque su rostro no dijese nada.
—Haré a Andreas legalmente mi hijo, esta es la
forma más fácil… además me he resignado a que Andreas no te dejara ir jamás…
así que… yo tampoco lo haré— afirmó comenzando a caminar— Apresúrate, está a
punto de comenzar— pero Basil se había quedado clavado en el piso ¿Qué había
querido decir Jason con aquello?— Basil, apresúrate— escuchó la voz de Jason y
asintió siguiéndole un poco perdido, su corazón se movía muy rápido en su pecho
y era como si no supiese dónde estaba. Las circunstancias no eran las más
normales pero… Jason… Jason realmente pensaba casarse con él, ¿de verdad? Es
decir… ¿sin pensar en una separación a futuro? Miró al frente y vio a su
pequeño frente a un enorme piano, los niños habían formado una orquesta,
observó a todos y de entre todos Andreas era el más pequeño. Sonrió viendo al
chiquillo, un hombre de unos treinta y tantos años los presentó y comenzaron a
tocar, en el campo abierto los sonidos viajaban con libertad y no pudo dejar de
sonreír, se sentía orgulloso de su hijo, el corazón le golpeaba fuerte y Jason
sentado a su lado sonreía a medias con el orgullo dibujado en sus facciones, en
ese momento podría haber llorado de felicidad.
Esa tarde, cuando todo terminó y Andreas se
reunió con ellos para regresar a casa, Basil lo abrazó y lo felicitó hasta que
se le acabaron las palabras, su niño sonreía, se veía emocionado y feliz, había
sido un día agitado pero Andreas no durmió en todo el camino de regreso a casa,
veía por la ventanilla y hablaba animadamente de las cosas que había hecho,
estaba sentado junto a Jason y hablaba a Basil sentando frente a él sin que en
ningún momento sus ojitos dejasen de brillar. Basil se sentía tan feliz que poco
importó el pequeño dolor que atacó su pecho cuando su hijo escogió sentarse a
un lado de Jason en vez del suyo.
Cuando llegaron a la mansión Jason envió a su
hijo a tomar un baño antes de la cena. Basil decidió hacer lo mismo y cuando
Jason no aprovechó para seguirlo dentro de la ducha se sintió algo
decepcionado, igualmente se relajó y dejó que su mente se pusiese en blanco, no
quería seguir pensando en nada y complicando lo que ya era inevitable.
Cuando terminó y salió se encontró con que ni su
hijo ni Jason se encontraban en el comedor, subió a buscarles, aunque
imaginarse ir a buscar a Jason le dio escalofríos, por lo que prefirió ir donde
su niño, tenía la mano ya en el picaporte cuando la voz gruesa y profunda del
castaño inundó sus sentidos.
—Tienes a tu papá preocupado— sólo silencio— Él
cree que me tienes más confianza a mí que a él, parece triste. Tranquilo, yo sé
que no es cierto ¿pero no crees que deberías contarle también de las cosas que
se te dificultan?
—¡No!— aquella era la voz exaltada de su niño,
sintió que se le partía un poco el alma pero suspiró, no había nada que hacer
si Andreas prefería a su padre biológico.
— ¿Por qué no? Lo menos que quieres es ver a tu
papá triste ¿verdad?— y para sorpresa de Basil a Andreas se le quebró un
poquito la voz pasita y exquisitamente suave que tenía al contestar.
—No quiero papá, no quiero que mi papi sepa que
no puedo hacer las cosas…— y escuchó el sonido del llanto en su voz— No quiero,
no quiero, papi es genial, él siempre lo hace todo bien, no quiero que piense
que yo no puedo, si papi se entera se preocupará y no quiero… papi siempre
cuida de mí aunque esté cansado – Basil se sintió culpable, no por haberse sentido
mal sino por sentirse feliz de escuchar las lastimeras palabras de su hijo,
cargadas de sentimiento.
—Ven aquí – no supo que sucedía, pero imagino a
Jason sosteniendo en brazos al rubio— está bien, si no quieres no le digas,
estoy seguro que a papi pronto se le irán esas ideas raras de la cabeza y
estará tan orgulloso de ti como siempre— Basil soltó el picaporte de la puerta
y se alejó con cuidado, ya había escuchado suficiente de una conversación que
suponía no debía haber escuchado, pero se sentía mucho más relajado. Jason… no
era tan malo… no, por Dios que no lo era…
Bajó despacio y ya en el pie de las escaleras
gritó fuerte para llamarlos, a los pocos segundos aparecían por la escalera, su
nene tenía los ojitos ligeramente irritados pero le sonreía como mil soles. Si
algún día le quitaban a su niño se iba a morir de dolor.
—Ya venimos, papi— gritó el pequeño lanzándose a
sus brazos.
—Auch— se quejó Basil cuando lo atrapó— ya me di
cuenta— besándole los cabellos que olían a manzanas— Anda adelántate, ya vamos—
viendo el rostro enfurruñado de Jason.
—No tienes que gritar así, Denakis— le regañó sin
verdadera molestia llegando hasta su lado y hablando cuando supo que el niño ya
no podía escucharlos, Basil por su parte sonrió acercándose a él y levantándose
de puntas mordiéndole el cuello, solo para después lamer el lóbulo de su oreja
susurrando en el área húmeda, dejando que su aliento acariciara la piel
sensible del castaño.
—Lo siento… no volveré a hacerlo— y Jason se
quedó de piedra y tan duro como una viendo a Basil casi salir corriendo tras
Andreas dejándolo en una situación por demás embarazosa.
Aquella noche cenaron en plena calma, Jason
apenas y soltó palabra, Andreas comió con ánimo platicándoles mil cosas, sobre
todo de un niño que le había gustado mucho, era un amigo aunque el otro no lo
sabía, Basil reía y se preguntaba qué pasaría por la mente de Jason en aquellos
momentos, se veía distante aquella noche, al parecer la llegada de Andreas
había apagado su fuego.
Suspiró y esperó a que la cena terminase, aunque
era su filosofía no dejar que Andreas durmiera inmediatamente después de cenar,
con el día que había tenido comprendía que quisiese correr a la cama.
Dejó que le diera las buenas noches al castaño y
lo llevó a su habitación asegurándose de que cada uno de los preciosos dientes
de su hijo quedase reluciente y más blancos que la luna. Lo arropó y le dio las
buenas noches saliendo en silencio de la habitación.
Nada más salir Basil sintió el cuerpo de Jason
tras el suyo apresándolo contra su cuerpo duro. Dios, duro en toda la extensión
de la palabra.
—Lo hiciste a propósito ¿verdad?— la voz del
castaño sonaba exaltada y él pasó duro sin entender a qué se refería— Ponerme
así y hacerme pasar esa tortura en la mesa…
Y Basil no imaginó como suponía Jason que podía
haber planeado algo como aquello.
—No sé de qué diablos me hablas— para su
desgracia su voz salió ronca y cargada de ansiedad y como respuesta pudo sentir
una risilla satisfecha en su cuello.
— ¿Crees que voy a violarte aquí mismo?— Basil
sintió un escalofrío recorrerle por completo—No sería una mala idea.
—Jason… Andreas…— murmuró intentando separarse,
pero el castaño le sujetó con fuerza.
— Tienes razón… ¿qué tal si te hago el amor en el
salón? ¿O la cocina?… el jardín suena tentador.
—No seas idiota…— intentando zafarse.
—Te lo mereces, me has hecho aguantar y disimular
más de lo que creí soportar, voy a hacerte lo mismo— aunque Basil se quedó
quieto en sus brazos de repente.
—Todo esto es simplemente por lo que hice antes
de la cena ¿no es así? ¿Tanto te ofendí? Suéltame Jason, no volveré a hacer
algo tan atrevido, no volveré a hacerlo, lo ju…— pero antes de que completara
la frase Jason ya le había girado viéndole con una intensidad que asustaba.
—No estoy molesto ¡estoy excitado!— exaltándose
en un susurro para no despertar a su hijo y acercándose a los labios del rubio
como si no pudiese controlarse, besándole como el niño que se contiene para no
comerse todo el pastel de golpe— Tu habitación está más cerca— susurró
levantándolo y llevándolo allí. Al llegar a ella lo aventó sobre la cama
sacándole la ropa inferior y metiéndose entre sus piernas sin contenerse— Ah, Dios…
te necesitaba— gimió y Basil olvidó el dolor sintiéndose endurecer con sus palabras,
fue rápido, apenas unos minutos y habían terminado…
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